
“No soy de quienes creen que sólo los borlados académicamente están capacitados para conducir un país. No. A veces los intelectuales somos abúlicos o indiferentes. Uno de los problemas más comunes en Venezuela es que sabemos recitar diferentes textos en varios idiomas, manejar el Internet y cualquier clase de aparato electrónico, pero no existe sintonía alguna entre nuestro corazón y el pueblo”, lapidaria verdad dicha por este profesor, filósofo e intelectual tachirense muy respetado académica y de alto nivel en la literatura venezolana Fue un honor para el periodista entrevistarlo.
“EL Estado creció rápida y desordenadamente”, advierte. “La culpa fue de una Venezuela rentista, que terminó premiando a quien ningún sacrificio hiciera por su engrandecimiento, porque el petróleo lo pagaba todo. El país devino en una nación que ya puede compararse a cualquier otra de las que en África padecen hambre y miseria terminales”. Para el filósofo, “los venezolanos no aprendimos del sacrificio que en otros países ha motivado profundas revoluciones, porque tuvimos la mala suerte de contar con un Estado paternalista millonario pero irresponsable”.
Y recomienda: “Por eso ahora, cuando algunos dicen representar la aspiración de un soberano que se cansó de frustraciones, cunde por igual la desconfianza y la incertidumbre porque, a ojos vista, hasta la fecha, y ya vamos para un año del nuevo gobierno, la cuestión se ha traducido en quitar unos para poner otros”. Sin embargo cree que “en medio de tanta confusión, lo que debe imponerse es el diálogo, el entendimiento y la mancomunidad de esfuerzos para que entre todos evitemos que encalle o naufrague la nave del Estado”.
En definitiva, es un gran pensador muy bien fundamentado en verdades y un historiador que va más allá de razonadas pasiones por el trajinar republicano, porque a su interés por la construcción de la patria, suma el del investigador social comprometido. Por eso sus libros tienen bien claro el objetivo: ir armando el rompecabezas nacional para que el joven de hoy no tenga excusa alguna en entender, atender, querer, sentir y defender mañana su país y los muchos procesos de formación que se dé como nación independiente.
Este paisano de Cipriano Castro, porque también nació en Capacho, Táchira, maestro y abogado brillante, tribuno y de los buenos, funcionario público que sí sirvió y no se sirvió de Venezuela, está igualmente claro en que la democracia debe ser remozada para facilitarle su propio fortalecimiento. “Hay que evitar”, dice, “el irresponsable cambalache de una democracia que, a pesar de las enormes fallas cometidas por quienes la dirigieron, sin embargo fue el fundamento en el cual se asentó el desarrollo en el último medio siglo venezolano, por una mezcla tan peligrosa y perniciosa como falsa, de populismo y de fundamentalismo”.
-Al examinar el país, la pregunta es de Perogrullo: ¿qué le ocurrió a Venezuela?
-Lo mismo que a los seres humanos, los pueblos también tienen períodos de gloria y períodos de decadencia y depresión. Por eso creo que la crisis venezolana tuvo su origen en el sector educativo. Fue así porque allí se implementaron políticas muy sanas con el propósito de darle acceso a las clases populares a la formación cultural, lo cual condujo a lo que se ha llamado en Venezuela la masificación de la educación o lo que otros teóricos denominan la democratización de la educación venezolana.
-Muchos pupitres y muchos alumnos, pero escasos resultados, ¿cierto?
–Se abrieron las puertas de las escuelas, de los liceos y de las universidades existentes, se construyeron nuevas escuelas, nuevos liceos y nuevas universidades, pero también se fabricaron profesores para atender la demanda del servicio lo cual condujo a la pérdida de la excelencia académica, y formativa de todos los sectores. Antes, el sistema educativo venezolano era de corté francés; un sistema que además de procurar la transmisión de conocimientos eran formados en conducta ciudadanas. Pero eso se acabó y entonces, paradójicamente en la medida en que los venezolanos empezamos a tener mayor información, fuimos perdiendo el sentido de nuestra identidad y una ideología de patria. En consecuencia, se armó una confusión total.
-Apareció entonces la Venezuela rentista.
-Sí, una Venezuela dirigida y estructurada en base a la renta petrolera que nos hizo a los venezolanos gente cómoda y al nuestro un Estado absolutamente paternalista, el cual satisfacía todas las presiones sociales a nivel sindical o eran paralizadas a base de realazos
-Y se aposentó la corrupción.
-Entre otros vicios que fueron minando la administración pública. A la par del exorbitante e irresponsable crecimiento del Estado, surgió una actividad muy lucrativa: la política como profesión. Pronto su verdadero sentido y ejercicio en Venezuela se fue desinflando y convirtiendo para muchos venezolanos audaces en una rápida y fácil manera de hacer fortuna. Tales motivos, entre otros muchos y diversos, ocasionó que el viejo liderazgo fuese muy limitado en cuanto a enseñar y a ceder espacio. Por ello fue escaso el relevo que pudo formarse, a lo que se sumó la falta de un sentimiento de construcción de patria entre quienes lograron vencer las barreras internas no sólo en sus partidos sino en los restantes sectores de la sociedad civil de entonces.
-¿No habría en ella algo de desidia, mucho de envidia y alta dosis de egoísmo?
– Sí, no lo neguemos. La hubo en la medida en que los dirigentes del sector educativo, del sector político y del sector de la economía, animados simplemente por propósitos muy inmediatos y de corte personalista, fueron cerrándole el paso a generaciones de venezolanos que sí estaban preparados para enrumbar el país, desde un punto de vista diferente. Frente a la aspiración de estos últimos, los primeros constituyeron élites, cogollos y grupúsculos en los diferentes sectores de la sociedad que lo politizaron todo: desde la elección de la junta directiva en las sociedades de Las Hijas de María hasta la de cualquier club, corporación gremial o centro académico. Todo se desvirtuó y fue una sociedad de partidos y no una sociedad de ciudadanos la que se impuso.
-Sociedad que se está desmoronando para darle paso a otra que ya se vislumbra igual. Ante esa realidad, ¿qué destino inmediato le augura usted al país?
-Confieso encontrarme a mi edad y experiencia, frente a una encrucijada espiritual. En ocasiones, me siento integrarte de una generación perdida, porque vivimos en un permanente vacío y, en otras, creo haber sido afortunado, por haber pertenecido a una generación que trabajó duro por el país, su gente y su democracia
-¿Cómo sale usted de tan particular laberinto?
-Estimando, apostando y ayudando a que sean los nuevos venezolanos, los jóvenes de este tiempo que se forman aquí y en el exterior, desprovistos de toda mezquindad y de recelos políticos e incluso sociales, y con una nueva concepción de lo que es la vida como quienes terminen enrumbando mejor al país. Junto a estos muchachos, afortunadamente existen hombres y mujeres que en los distintos rincones del país, con mucho amor por Venezuela y sin tanta alharaca, están ayudándoles a diseñar una nueva nación, un nuevo país, independientemente de la política. Es esa gente muy valiosa, que trabaja, y duro, por el engrandecimiento nacional sin tanto ruido ni protagonismo alguno.
-Son quienes conforman el otro país, el país oculto.
-Sí, pero que lamentablemente sigue sujeto a lo que dicen quienes dirigen el país público, liderado por gente que no está preparada, que forman parte de lo que algunos denominan la tiranía de los ignorantes.
-¿Pero cómo combatir la tiranía de la ignorancia?
-Con un liderazgo fuerte y distinto al que dominaban en la época puntofijista, la cual dicen fracasó.
-¿Fracasó o desapareció?
-Lo que realmente fracasó no fue el modelo puntofijista sino el estilo impuesto por los hombres que lo dirigieron. Hay que ser justos y reconocer que no todos esos venezolanos desviaron el camino. No. Continuaron por el que estimaron correcto y construyeron un país. Otros hicieron lo contrario. No hay un pueblo sin escuela, una ciudad sin liceo y hay más universidades; carreteras, hospitales, telefonía, electrificación. En fin, servicios públicos. El que funcione, bien o mal, es cuestión que debe imputársele a los responsables de cada uno de ellos y no al sistema. Venezuela no comenzó a construirse apenas unos cuantos meses atrás. No. La democracia a lo largo de cuarenta años la fue construyendo. Sucede que la democracia no tiene la culpa de los muchos errores cometidos por quienes la dirigieron. Aquí hubo generaciones de hombres y mujeres que entregaron su vida y lo mejor de sus esfuerzos para construir un país. Los que sí fracasaron fueron los sustitutos de los líderes pioneros porque, al estar desprovistos de una verdadera vocación de servicio, de un verdadero sentimiento de patria, se dedicaron a medrar desde el epicentro del país político al cual pudieron arribar trepando por intrincadas madejas de intereses.
-Y la Venezuela de principios cedió paso a la Venezuela pragmática.
-Sí, Ángel Ciro. Su apreciación es correcta.
-Y la democracia de cabilla y concreto reemplazó la democracia de valores espirituales. Lo clientelar se impuso a lo moral y lo ético.
-Sucedió así porque se desvirtuaron los valores y, entre otras muchas virtudes, se perdió el sentido de la lealtad. Recuerdo que entre quienes nos formamos aquí en Mérida, en su Universidad, allá por 1962, lo que privaba era el deseo de poder participar en la construcción del país, tener oportunidad de acceder a algún cargo de la administración pública, por cierto muy pobre y sus funcionarios muy mal remunerados, pero donde había mucho por hacer. Jamás ese sentido de la riqueza por la riqueza o del poder por el poder mismo lo ambicionamos. Progresar era una cuestión moral porque lo sabíamos resultado del esfuerzo y el esfuerzo era el trabajo digno. Era una cuestión de ayudar a construir, de ser útil.
-¿Qué sucedió entonces? ¿Por qué se perdieron esos objetivos? ¿En qué se falló?
-Casi cuatro décadas dedicadas por entero a la docencia universitaria fundamentan mi razonamiento: A los jóvenes poco a poco les fue interesando más el llegar que el aprender. Muchos se frustraron al comienzo mismo del camino porque comprobaron, por multiplicidad de ejemplos, que sólo los apadrinados tenían oportunidad de acceder a la administración pública, a la docencia y al campo empresarial; y como la inmensa mayoría no tuvo padrinos, fue entonces cuando la minoría se impuso. De ahí en adelante, las cosas en Venezuela se volvieron total y definitivamente pragmáticas.
-La injusta distribución de la justicia.
-Y también la injusta distribución de la igualdad y de las oportunidades. A raíz de la Guerra Federal ocurrió un pecado capital entre los venezolanos: se creó una sociedad igualitaria: Ese igualitarismo ha confundido y engañado a todo el mando pues, hoy en día, Gerson Rodríguez Durán es igual al maestro Arturo Uslar Pietri simplemente porque los dos somos abogados. En aras de una presunta libertad e igualdad social y política, que nunca habrá de existir realmente, que dicen liderar algunos de los que se sienten muy revolucionarios, en el país se dejó de jerarquizar a la gente por sus capacidades. Como esta situación, además de lamentable y perniciosa, ahora tiene visos de profundizar antes que de desaparecer, urge el regreso de la meritocracia. Sólo así podremos sustituir una sociedad que torne en cuenta los valores, independientemente de la posición política que se tenga.
-Por el camino que va esa sociedad resultará también, utópica
– Hay una respetable minoría en el sector político dominante en la actualidad que muestra preocupación por lo que arriba se describe y piensa en encontrarle a este problema las más adecuadas soluciones. Pero, advierto, esa minoría resulta muy escasa y débil frente a la mayoría que irresponsablemente lidera dicha situación y que proviene, es lo inexplicable, de aquellos mismos sectores que desvirtuaron al país, del mismo árbol del cual se desprendieron variadas ramas de mercaderes de la política. Por eso el refranero es sabio cuando nos recuerda que entre el traidor y el converso no hay ninguna diferencia.
-¿A qué obedecerá, según usted, tan perjudicial manera de vivir en saciedad?
– Simple; amigo mío: estas cosas acontecen porque desde hace tiempo las ideologías resultaron relegadas, ya lo dije, por el pragmatismo y esto originó, entre otros males, una tremenda confusión que, a su vez, frustró la fe y la confianza, de la gente en los partidos políticos. Y ante el desprestigio de los partidos políticos, la que terminó pagando los platos rotos fue la propia democracia. Lo lamentable es que tal conclusión, en este tiempo, antes que aclararse se está poniendo más oscura y el pueblo nuevamente vea frustrada sus esperanzas porque, a la fecha, todo pareciera limitarse a palabras vacías, a mensajes sin fundamento y antes que avanzar se está retrocediendo en todos los campos del quehacer ciudadano.
-¿Qué nos queda, entonces, para rescatar la espiritualidad nacional?
-No soy de quienes creen que sólo los borlados académicamente están capacitados para conducir un país. No. A veces los intelectuales somos abúlicos o indiferentes. Uno de los problemas más comunes en Venezuela es que sabemos recitar diferentes textos en varios idiomas, manejar el Internet y cualquier clase de aparato electrónico, pero no existe sintonía alguna entre nuestro corazón y el pueblo. Es decir, habitamos una torre de marfil y conformarnos una enorme e insensible legión de doctores y licenciados que, en la práctica, se han convertido en un gravísimo problema para esta sociedad.
-¿Acaso habrá que sensibilizarlos mediante cursillos que, rápida pero efectivamente, les enseñen a querer más a Venezuela y a preocuparse por sus problemas y su gente?
-No. Más fácil es que terminemos de entender, y aceptar, que el Señor, el Don y el Maestro, son los verdaderos títulos junto al de Ciudadano, a los que finalmente todos debemos respeto y lucir con mucho orgullo. El maestro enseña y forma, tanto como el Don con su ejemplo. EL Señor es todo quien cumple cabalmente su tarea en la sociedad y el Ciudadano, lo reitero, es el resultado de haber aprendido que en el respeto por nuestros semejantes y por nuestros valores reside el honroso apellido nacional: el de venezolanos.
-¿El fracaso de las organizaciones políticas, como tales, puede significar realmente el fracaso de la democracia como sistema?
-La democracia, ya lo dije, no es la culpable de lo que, en función de ella han podido cometer quienes sí se lucraron de ella. Como sistema político al fin y al cabo requería perfeccionarse para que rindiera mejores resultados a favor del colectivo. Que no la hayan querido perfeccionar y sí expoliar hasta los tuétanos es algo que debe cobrársele a quienes no la entendieron como instrumento de redención popular sino de beneficio particular. La democracia, mejorada allí donde se le han probado fallas, y fortalecida con reformas que la dinamicen puede seguir siendo el mejor sistema de gobierno, porque ampara la libertad y la paz fundamentalmente. Corresponde a los partidos otro tanto, porque son necesarios. Eso sí, ahora regulados por su militancia y no por quienes le dieron la espalda a su doctrina, a su propia historia y a sus copartidarios. Si bien Rómulo Betancourt decapitó las ideologías en su organización y Rafael Caldera terminó fuera del partido que fundara, tanto los socialdemócratas como los democratacristianos están en el deber de entender que sólo corrigiendo errores y aceptando como deber insoslayable el transformarse y adecuarse a la hora presente, que es de grandes cambios, podrán reconquistar sitiales perdidos e izar con mayor orgullo sus limpias banderas.
-Cree usted que entenderán este ultimátum?
– No les queda otro remedio. No podemos seguir viendo espectáculos como el de muchachos que, con apenas un período en cualquier inoperante asamblea regional, terminaban ventajosamente jubilados. Tampoco podemos aceptar sindicalistas escandalosamente enriquecidos y, por no hacer el cuento muy largo, seudos dirigentes liderando una masa tan empobrecida como engañada. Esos errores, todos graves, tienen que corregirse. Como anteriormente explicara, si bien la democracia no tuvo culpa de lo que en su nombre hicieron y deshicieron, tampoco la tienen los partidos sino quienes los aprovecharon y pervirtieron. Esos desajustes son los que condujeron al soberano a confiar en que Chávez podría resolverle sus problemas y los del país..
-Pero ya se está generalizando el descontento. Son muchos los desaciertos gubernamentales.
-No soy ningún profeta para calificar o no los sentimientos populares. Creo, sí, que el pueblo tiene razón en confiar en quien el pueblo cree le podrá solucionar sus muchos problemas. Hay que apostar a que no resulte frustrado porque si de lo que se trataba era de cambiar las estructuras ideológicas y políticas del país, pues eso no está ocurriendo. Ocurre, sí, la sustitución de unos hombres por otros y eso no es lo que el pueblo esperaba.
-En concreto, ¿qué anhelaba el soberano?
-Entre otros grandes cambios, la sustitución de vicios por virtudes; de problemas por soluciones; de mentiras por verdades; de ilusiones por hechos concretos. Se trataba de fortalecer la descentralización, el poder local y regional en lo económico y en lo político, pero nada de eso ha sucedido Se impuso nuevamente una concepción estatista y centralista. El centralismo tuvo su explicación a comienzos de este siglo, porque entonces era necesario acabar con los caudillismos regionales. Pero ya es del todo intolerable.
-¿Por qué resurge el centralismo
– Porque reina mucha confusión e ignorancia desde el punto de vista histórico. Se habla de fortalecer el municipio, pero si al municipio mismo se le resta poder, nada positivo se estará haciendo. Por ejemplo crear la Policía Nacional es otro error. Habría, por el contrario, que fortalecer las policías regionales. La descentralización es necesaria, es un magnífico logro que se dieran los Estados para fortalecerse política y administrativamente. Creer que ello terminará por convertirlos en republiquitas es una equivocación.
-SI Betancourt decapitó las ideologías, ¿cree que Chávez decapitará los partidos?
– Yo supongo a Chávez un hombre inteligente y, como tal, incapaz de semejante cuestión, aunque par ahí ha dicho algo más o menos parecido. Él sabe que los partidos son necesarios. Por eso, y desde el gobierno, no pierde oportunidad alguna de trabajar por el suyo, el MVR que, según denuncias de adversarios, lo quiere convertir en partido único. Y si ese objetivo es cierto, cometería un gravísimo error:
-¿Un primer paso para su conversión en dictador?
-No lo creo. Chávez sabe que el país no está para dictaduras. Por igual debe saber que un partido único es la antítesis de la democracia y él se llama demócrata y califica al suyo como un gobierno democrático. Pienso que la manera en que ataca a los partidos, sobre todo a AD y Copei, es una estrategia equivocada. Con ello lo que está logrando es que esa militancia se recupere del mazazo recibido electoralmente, se reorganice y comience a dar pelea. Eso es lo que debe preocuparle porque, nadie lo niega y aunque así no lo parezca, el sentimiento adeco y el sentimiento copeyano están latentes, aparentemente dormidos en cualquier rinconcito del gran mapa social y político venezolano.
-Los medios reflejan crecimiento de la matriz NO a la Constitución que, para algunos, no es muy bolivariana pero sí chavista.
-Yo creía que la Constitución del 61, expresión de una Venezuela rentista, tenía que cambiar porque el Estado ya no podía soportar más tanta carga. Estaba igualmente convencido de la necesidad de modificar, no de eliminar, nuestro sistema de partidos y, en fin, de imponer una severa reforma constitucional, producto de un gran debate nacional, como ocurrió con la Constitución del 61, que fue discutida en toda clase de foros regionales. Pero cuando entendí que el interés se cifraba en la reelección y en ampliar el período presidencial, me pareció que por la vía de la enmienda o de la reforma parcial podría lograrse ese objetivo y no derogando la vigente. Pero la manera como se diseñó la carta fundamental en la ANC evidenció que tal tarea se hizo de espaldas al pueblo, pues, que yo sepa, y soy del Táchira, en la región andina no hubo foro alguno respecto a las temáticas que en la ANC se discutían.
-Se impuso la mayoría. Para eso fueron elegidos.
-Indudablemente que su elección tuvo una legitimidad incuestionable, pero por la precipitada manera con que se redactó y el «mateo» final dado a su discusión, corre el riesgo de que resulte efímera, de que no sobreviva a sus propios redactores. Antes de entrar en vigencia ya se anuncia una seguidilla de enmiendas. El pueblo, que sigue confundido, va a recibir un duro golpe cuando compruebe que la nueva constitución, por ejemplo, no generará riqueza ni arreglará el caos que reina en los servicios públicos. Esa imagen de resuelve-todo que interesadamente se le diera al comienzo, para que la gente votara por su realización y que ahora desesperadamente tratan de borrarle, la dañó antes de nacer. En mi caso, yo aspiraba se impusiera una nueva política de fronteras en la cual tuviesen real participación todos los sectores que están involucrados en la frontera más viva de toda América Latina, la de San Antonio del Táchira y Ureña con el Norte de Santander, Colombia. Pero no, no será así. Continuará la imposición centralista, la toma de decisiones alejadas de la realidad que viven los pueblos situados en el límite colombo- venezolano.
-¿Por qué ocurrirían cuestiones de tal naturaleza?
-Porque muchos constituyentes llegaron al seno de la ANC sin saber qué hacer ni cómo hacer. Fue una mayoría silenciosa que decía sí a todo lo que una minoría decidía, después que recibía precisas instrucciones telefónicas o a través de declaraciones en los medios.
-¿Se refiere al presidente Chávez?
-No ocultó su interés por la marcha del proceso y todas sus recomendaciones fueron adoptadas al pie de la letra. Independientemente de sus condiciones personales, la mayoría de los constituyentes no estaban preparados para una tarea de tal naturaleza y de tan alta responsabilidad. Por eso brillaron por su silencio.
-¿Qué resultados le augura usted a la consulta del 15 de diciembre?
-Se está configurando una matriz de opinión creciente e interesante a favor del NO al texto preparado por la ANC. No sé hasta dónde se extenderá y profundizará esa posición que, entre otros, lideran algunos constituyentes como Brewer Carias, Claudio Fermín, Olavarría y Franchesqui, pero también líderes emergentes como Gerardo Blyde, que comienzan a ocupar espacios nacionales muy importantes. Lo que preocupa es que en una Venezuela donde se está hablando de que la legitimidad está por encima de la legalidad, resulte aprobada una constitución por un SI tan escuálido que la haga lucir debilitada, sin verdadero arraigo popular y termine siendo fácil pasto de cualquier incendio ocasionado por cualquier convulsión social que en cualquier momento se pueda presentar en Venezuela.
AngelCiroGuerrero