
La agamia es una potente declaración de independencia juvenil. Más que una elección, es un acto de resistencia contra las normas impuestas y las relaciones tradicionales. Es, sin más, una afirmación de libertad sin ataduras preestablecidas.
Quienes la practican critican la ideología romántica al sugerir que el enamoramiento no permite que las personas actúen racionalmente. Incluso, llegan a argumentar que el amor, lejos de ser un sentimiento, es una doctrina que dicta cómo deben ser las relaciones. Por ende, limita la libertad de elegir con quién se desea establecer vínculos afectivos.
Se trata, según informa La Nación de Argentina, de un modelo basado en la no formación de pareja que, pese a ser cada vez más aceptado, exige sacrificios dado que supone ir en contra de los estándares vinculares vigentes.
¿Qué es la agamia?
La palabra viene del griego, ’a’ (“no” o “sin”) y ’gamos’ (“unión íntima” o “matrimonio”). Hace referencia a la falta de interés que tiene un individuo por formar una relación amorosa/romántica con otra persona.
Se oponen al sistema monógamo heteronormativo y ven la pareja como una estructura innecesaria.
La comunicadora española y conductora del podcast feminista Saldremos mejores, Nerea Pérez de las Heras, hace énfasis en que la agamia es una forma de microfeminismo en su programa.
“Es la sustitución de la jerarquía de las relaciones y los afectos que nos ha impuesto el patriarcado y que pone a la pareja heterosexual arriba de todo”, expresa.

Este fenómeno, más que una simple preferencia, es un grito de independencia contra las estructuras convencionales
No hay príncipe azul
Por su parte, “cuestionan la posibilidad de relacionarse a través del amor romántico y de la pareja», informa la sexóloga y licenciada en Psicología, Sandra López.
A la par, explica que estos individuos conciben la noción de matrimonio como una limitación de la libertad individual y el no reconocimiento a la diversidad de las relaciones.
Respecto de la mirada feminista del fenómeno, Laura Messina, psicoanalista de adultos, coincide con que este tipo de movimientos sociales han puesto bajo la lupa el “cuento de hadas” que se les inculca a los niños desde pequeños.
“La creencia del príncipe azul o de la ‘media naranja’ se fue rompiendo hasta dejar obsoleto el ideal de casarse y tener hijos por el de disponer de independencia para desarrollarse como persona”, declara.
“Permite que quien la implemente no necesite de un otro para alcanzar la completitud; que adquiera la capacidad de estar solo y conocerse en profundidad», añade.
Sin embargo, la experta advierte: “No tener pareja como condición pone en evidencia alguna clase de problema vincular. Tener como premisa el no estar románticamente o evitar conocer a alguien es una forma de rechazo que puede estar fundamentada en experiencias pasadas”.
El miedo como base de todo
El temor a la vulnerabilidad (al daño, la traición o el compromiso) a menudo precede a la agamia. Quienes evaden estas inseguridades optan por una solución radical.
Messina advierte que corrientes como la agamia revelan una intolerancia a la imperfección ajena.
«Prefieren la ruptura o la soledad antes que el esfuerzo del diálogo y la superación conjunta que implica el amor verdadero, que es aceptar al otro sin exigir su transformación caprichosa».

La agamia se caracteriza por la ausencia de lo que se conoce como gamos, una unión entre dos personas que tiene al matrimonio como punto de referencia.
Agamia: ni poliamor ni soltería
Diferencia con estar soltero:
- Quien está soltero se encuentra en búsqueda o aspira a dar con un individuo con el que pueda entablar un vínculo amoroso. Asimismo, entiende su soltería como un periodo de transición.
- Los agámicos parten de la premisa de que tener una pareja y/o estar en búsqueda de una condiciona su expresión vital, limitando sus comportamientos.
Diferencia con el poliamor:
- El poliamor defiende la idea de tener dos o más parejas, mientras que la agamia se aleja del concepto de relación y amor. “El poliamor acepta la posibilidad de amar a muchas personas al mismo tiempo sin tener la exclusividad de la monogamia mientras que la otra corriente niega esa idea”, señala Messina.
- Quienes se consideran agámicos no tienen por objetivo aniquilar completamente los vínculos, sino más bien explorar los tipos de uniones personales que se encuentren, pero de manera libre.
Notiespartano/ELNACIONAL