Todavía Nueva Esparta recuerda con mucho afecto la visión de FONDENE, El Fondo para el Desarrollo del Estado Nueva Esparta, una institución que con ese 1% que dejaba como dividendo el Puerto Libre de Margarita hacía maravillas por la cultura y la identidad margariteña e iba más lejos al realizar donativos para la salud y el bienestar social de los neoespartanos.
El Fondo para el Desarrollo de Nueva Esparta nace como Asociación Civil por iniciativa de los importadores del Puerto Libre de Margarita que en 1973 firmaron un acuerdo con el Ministerio de Hacienda donde entregaban el 1% del valor de sus importaciones para promover el desarrollo insular.
Esa era retribución que los empresarios le daban a Margarita por ser el espacio donde estaban sus negocios y una manera de compensar la invasión de empresas que le transformó de la noche a la mañana la cara a nuestra isla.
Esa Asociación Civil sin fines de lucro del sector privado se ocuparía de realizar actividades de interés social, económico, científico, artístico, artístico, investigación, histórico, literario y en todas las manifestaciones socio culturales y comunitarias.
Con FONDENE se revolucionó la isla de Margarita y muchos osados hablan de Margarita antes y después de esta institución, pues fue intensa su actividad después del 73 cuando en los espacios culturales y deportivos de Margarita estuvo presente la mano amiga de FONDENE.
Historias sobraron para elevarlo como institución por su aporte al desarrollo de Margarita y otros levantaron leyendas que unidas a la mediocridad en oportunidades y a la crítica perversa en otras, permitieron conocer de boca de sus protagonistas historietas de distintos matices.
Lo cierto fue que FONDENE nació en el 73 con todos los honores y se convirtió rápidamente en una referencia nacional porque sus directivos se trajeron de Caracas a muchos intelectuales en su mayoría del ala comunista para formar grupos élites que manejaron a su antojo la cultura insular.
Así nació la Revista Ínsula que coordinó la periodista caraqueña Liliam Melcones y tuvo como aliados a Earle Herrera, Roberto Malaver, Lira Sosa y tantos otros que medraron en las aguas azulosas de la Bahía de Pampatar.
Esta revista estuvo concebida con la idea de reforzar la identidad insular y que desde su sede ubicada en la vieja edificación de la Aduana de Pampatar y desde ese centro del poder económico regional empezaron a fluir ideas que sonaron en los distintos campos de la sociedad margariteña.
En septiembre de 1970 cuando se creó la Zona Franca de Margarita nadie llegó a creer que este experimento institucional crecería tan abismalmente y que mediante el decreto 691 de enero del 75 se agregó el Puerto Libre de Margarita al Régimen Aduanero Nacional y permitiría establecer el Puerto Libre Industrial y un Puerto Libre Comercial.
La explosión del Puerto Libre reventó en toda Venezuela y Margarita pasó a convertirse en el destino turístico más importante no solo del país, sino del Caribe.
Porlamar la capital comercial cambió su atuendo de vieja antañona con casas de techos rojos y fachadas coloniales para ser arropada por ventiscas de todo tipo y los almacenes lujosos con pantallas de neón que transformaron en una especie de circo gitano la Ciudad Marinera.
Esa Porlamar maquillada de colores se erigía como una dama de alcurnia que empezó a vender sus casas por precios irrisorios que en poco tiempo se volvían sal y agua. Esa Zona Franca vino como un tornado a llevarse todo por el medio y los insulares para quienes fue diseñado en teoría el negocio empezaron a quedar relegados porque nunca tuvimos la fuerza económica para competir con los grandes empresarios del LIbano, de Turquía, del Caribe y de Caracas.
Las fachadas con luces de neón y colores vistosos le cambiaron el rostro a la Ciudad Marinera que con la riqueza de las inversiones dejaron atrás las costumbres y las tradiciones para que desparecieran por arte de magia hasta los personajes populares como Pin, Juanita La Tumba Gobiernos, Pata de Pollo, Savicnac Hasta los chicheros, vendedores de dulces y mercancías del campo se los tragó la bruma para dar paso a palanquines enormes con cornetas y zancos altísimos.
Apenas quedó La Maricutana como una muestra de la tradición porlamarense que vio desaparecer hasta la Sociedad Progreso, una cuna de intelectuales que defendían la Ciudad y más nunca levantaron un grito para fortificar estos espacios molidos por el paso del tiempo.
Por supuesto que esa Porlamar de ayer que ni punto de comparación con la vorágine del Puerto Libre, pues evidente que hay que comparar momentos para visualizar las mutaciones de una Ciudad fantasmal pérdida en el tiempo.
La Casa Central de FONDENE empezó a transformarse con ese 1% de aportes de las importaciones y de la vieja Aduana se levantó una fachada majestuosa desde donde brotaban políticas sociales importantes para la región.
Ya para finales de los 90 y comienzos del 2000 empezó la quiebra masiva del Puerto Libre y las auditorías técnicas realizadas por el Gobierno del Presidente Chávez terminó asestándole un zarpazo a este régimen preferencial que albergó por años a mafias enconchadas en falsas empresas de maletín que propiciaron el derrumbe del Puerto Libre.
Se acabó la fiesta de los dólares preferenciales y vino el cierre inminente y con ello la muerte del Puerto Libre y de FONDENE para dejar en el recuerdo la historia de esplendor de la Margarita cosmopolita.
Se apagaron las luces de neón y Patricio y El Chino con su Orbe Publicidad perdieron una clientela que desbordaba sus posibilidades de atender a tantos servicios a la vez.
Porlamar quedó de nuevo al desnudo sin ropaje y solo viejas fachadas del recuerdo cuelgan como símbolo de un pasado glorioso. pero un porlamarense con traje de guerrero, el Cronista de las Artes, Arturo Millán fue quien impidió que una comisión de oficiales vestidos de verde para aquella época llevaran hasta el vertedero de basura del Piache dos camiones cargados de obras de la pintura que habían ganado el premio Fondene y otras que habían participado en los distintos concursos que hacía la institución que realizaba estos certámenes donde pintores, escultores y escritores podían competir para medir sus condiciones artísticas ante jurados de prestigio nacional.
Esas son las mismas obras de pintura que muchas se conservan en el secuestrado Museo “Francisco Narváez” y donde algunas han pasado a manos particulares y algunos las han llevado como souvenirs a Estados Unidos y Europa donde algunos margariteños pudientes tienen sus amigotes,
Por esas y muchas razones el Cronista de las Artes que ha podido ser el gran asesor de esta institución se retiró para dejar de ser el custodio del Museo Narváez y dejar que el arte se muera a menguas en manos de los hechiceros de la tragedia del arte margariteño.
A FONDENE lo seguimos recordando como una de las grandes instituciones de la historia insular y por eso muchos dicen haciendo juegos de memoria “A malaya quién pudiera”, para sintetizar con un refrán el sueño de volver a la prosperidad cultural en Nueva Esparta.
Hoy cuando nuestra cultura está abandonada por falta de recursos y porque siempre la educación y la cultura formarán parte de la negación de los gobernantes de todo el país a construir una nación de avanzada es cuando notamos la ausencia de FONDENE, una institución que dejó huellas de dinosaurio por los caminos de Margarita, pues como dijo Efraín Subero en ensayo “Porque es mejor decirlo de una sola vez” ” Me quedaré como siempre en el sollozo, en el silencio.
En la soledad íngrima, consciente, enriquecida. Plena. Me quedaré sin haber ido, sin haber llegado a ninguna parte y siempre huyendo de todas partes, sin tener por qué. Me encontrarán un día quién sabe cómo, los malditos libros meditabundos haciéndome que veo la perspectiva sin formar parte de ninguna parte”.
Encíclica/ManuelAvila


