
El cambio de rostro de un país no se hace con misiones, mal formando docentes o pagando sumas miserables a los tejedores del conocimiento.
Llama la atención que en encuestas nacionales el estado Nueva Esparta ocupe niveles muy bajos en el rendimiento académico, donde encierran el futuro de nuestra entidad en el subsuelo.
Creer que construyendo escuelas y sin mejorar los salarios del docente se puede crecer en educación es nadar contra la corriente, pues es evidente que es importante tener instituciones bonitas, pero con maestros ganados para sembrar conocimiento en las neuronas de los estudiantes.
Es necesarios volver a la competencia escolar donde cada estudiante trate de ser el mejor de la clase y por eso los grandes esfuerzos de los escolares para sobresalir en las notas y con docentes bien formados que eleven su nivel de exigencia para que solo aprueben los estudiantes que trabajen para conseguir las notas más elevadas.
Propiciar la competencia en el aula impulsa a los estudiantes a la investigación, a la documentación y a la necesidad de tener soportes que le den prestigio a la profesión de docente.
Eso pasa por elevar la calidad académica de los educadores que mientras más información lleven al aula verán mejores resultados a la hora de cultivar mejores frutos en la escolaridad.
En materia educativa Nueva Esparta pasó a ocupar lugares sotaneros en la educación venezolana y deja sobre el tapete que no solo es fundamental rehabilitar escuelas, sino sembrar conocimientos entre los docentes para alcanzar niveles importantes en materia educativa.
No basta con hacer escuelas nuevas, sino que es necesario dar mejores sueldos a los maestros para elevar el nivel académico de los egresados de las escuelas venezolanas.
Cosa nada fácil si partimos del principio que la ONAPRE ha sido una institución limitadora de los beneficios de los docentes sin importarle que esas son las fichas más importantes para el desarrollo de la nación.
Cuando las naciones entiendan que tener ciudadanos formados en el mejor instrumento para tener una sociedad sólida en valores y principios entraremos en la ruta del desarrollo.
Antes de eso no podemos hablar de avanzar porque con misiones y con docentes sub pagados no hay posibilidad alguna de lograr los cambios que una sociedad necesita para trascender en lo humano.
Hay que revisar las escuelas nacionales, regionales y municipales para formar el verdadero diagnóstico de la escuela venezolana y no es lanzando amenazas al aire que no se le darán días libres a los maestros para hacer actividades fuera del aula, ni siquiera para celebrar las fechas patrias y menos para consultas políticas.
La escuela venezolana vine muriendo de a poquito ante la mirada de sus propias autoridades y ante la sorda y ciega visión de los nuevos genios de la educación que atomizan programas de estudio, transforman currículas y generan cambios estructurales en función de la política.
Por ahora tenemos una gran brecha entre la escuela pública y la privada porque los docentes de las escuelas privadas tienen mejores remuneraciones y trabajan con amor en espacios confortables donde no hay pupitres comidos de cigarrón, cátedras desgastadas por el tiempo y pizarrones sin la pintura suficiente para aguantar un tizazo cualquiera.
El sueldo de los maestros forma parta de la miseria nacional y tener a estos profesionales a pan y agua es tejer un futuro oscuro para las próximas generaciones de ciudadanos que por recibir conocimientos muy básicos no terminan de cristalizar una formación suficiente para poder abordar la formación universitaria.
Con nuestros maestros bajo los niveles de sobrevivencia económica no quedan dudas que la escuela entró desde hace rato en una caída libre que nos lleva directamente a las profundidades del mar. Y eso va pegado a la escasa literatura a la cual tienen acceso nuestros docentes que sí no tienen como comer bien, tampoco van a tener el oxígeno suficiente para comprar textos de lectura que le permitan abrir su cerebro al conocimiento universal.
La pobre escuela venezolana paga los platos rotos de la evolución educativa y hoy conseguimos con frecuencia a docentes encapsulados en la nada educativa y fingiendo entregar información de nivel a los estudiantes cuando en verdad son solo fintas académicas que no llevan una verdadera carga del conocimiento al futuro de la patria.
La escuela tradicional venezolana ha muerto, pero nadie la ha suplido esta etapa por la que viene pasando la escolaridad con ausencias semanales importantes que lejos de mantener el nivel de conocimiento de nuestros estudiantes, solo se ocupan de rellenar espacios para justificar los salarios miserables que perciben por ser los cuidadores del conocimiento.
Hoy cuando la empresa privada en Nueva Esparta reparte unas sillas y escritorios a las escuelas de los distintos municipios se alborotan los maestros porque todos quieren escuelas modernas y los instrumentos básicos para tener escuelas decentes.
Eso es lo que hay y la moraleja del escrito es que no basta con reclamar que los maestros trabajen cada día hasta en las fechas patrias, sino que es necesario dignificar al docente y mejorar las condiciones de las escuelas para poder sembrar futuro, pues educar es formar para la vida y que los ciudadanos desarrollen un nivel de conocimiento que les permita elevarse en una sociedad donde la gente no termina de entender que sembrar futuro es lo fundamental para esculpir una sociedad de alto nivel.
Es la hora de recuperar la educación como forma de crecer porque poner a cualquier mampleta a dirigir los destinos de la actividad educativa es perder el tiempo cuando lo que se necesita es magia para levantar un aparato educativo encerrado en sus propias pústulas de la inacción social. No es la hora de hacer política en las escuelas, sino de elevar la calidad académica para construir un mejor país.
No basta con inflar de postgrados y doctorados a nuestros maestros sino de recuperar la pasión por la enseñanza para formar a nuestros estudiantes que nos permitan hablar de una sociedad de primera con libertad de conciencia y capacidad para discernir sobre el futuro de la nación, pues como dijo Luis Villalba Villalba “Más educación en la política, y menos política en la educación”.
Encíclica/ManuelAvila