Si el 2023 fue el año de las smartglasses, el 2024 podría ser el inicio del éxito de los anillos inteligentes. Si bien era una categoría de producto que había pasado desapercibida hasta ahora, el lanzamiento del Samsung Galaxy Ring el pasado 17 de enero ha hecho que vuelvan a resurgir estos dispositivos y que todo el mundo esté hablando de ellos.
Pero ¿realmente tienen futuro o son una moda pasajera? Según apunta Custom Market Insights, la tasa de crecimiento de este tipo de wearables es del 21% de 2023 a 2032, lo que proporcionará a la industria unos 22,49 millones de dólares (20,50 millones de euros, aproximadamente).
Esto se debería a la inclusión de grandes marcas en esta categoría de producto, ya que, hasta ahora, los fabricantes de tecnología más conocidos no habían apostado por ellos y eran un producto de nicho.
Sin embargo, habían empezado a aparecer en la esfera pública desde hace un par de años con personalidades que lo portaban, como el emérito Rey Don Juan Carlos, Jack Dorsey (ex-CEO de Twitter), Cristiano Ronaldo, Miranda Kerr o Steve Chen (fundador de YouTube), entre otros.
Para qué sirven los anillos inteligentes y cuáles son sus limitaciones
Los anillos inteligentes tienen unas funcionalidades muy similares a las de las smartbands, aunque con ciertas limitaciones —al no tener pantalla o tener unas dimensiones reducidas no son capaces de aportar todas las ventajas que ofrecen estos dispositivos—.
Entre sus principales características —y dependiendo del modelo— están la monitorización del sueño, la realización de pagos contactless y la medición del ritmo cardíaco. El más destacado de todos ellos es el Oura Gen3, conocido por los extensos informes de actividad física de quien lo lleva, una autonomía de una semana y un precio desmedido (parte de los 329 euros).
«El tamaño es un arma de doble filo para los anillos inteligentes: por un lado, proporcionan un seguimiento de la salud a través del dedo que son difíciles de rastrear en la muñeca a través de una smartband, a lo que se une que aportan comodidad en un dispositivo pequeño y práctico; por otro, esas dimensiones también significan que es difícil colocar más potencia a nivel de procesador o baterías que se requieren para los dispositivos que usamos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Asimismo, la falta de una pantalla, combinada con los altos precios actuales, hará que sea muy difícil convencer a los usuarios que se cambien de una smartband a estos dispositivos (o que añadan un dispositivo extra a su vida)», comenta Runar Bjørhovde, analista de Canalys.
Carlos García Calatrava, profesor de la Universidad Carlemany e investigador del Centro Nacional de Supercomputación, cree que los smart rings pueden suponer una mejora respecto a las pulseras inteligentes, especialmente si se explota la vinculación con otros dispositivos, sirviendo estos de control gestual.
María Albalá, directora del Innovation Hub de ICEMD (Instituto de Innovación de ESIC), está en la misma línea que García Calatrava: «Una gran ventaja que ofrecen este tipo de dispositivos es la captura de movimientos de los dedos, haciendo que estos anillos se puedan usar para controlar otros dispositivos electrónicos».
Además, señala que, si se compara con un smartwatch, está claro que es mucho más pequeño, y por lo tanto «menos intrusivo».
Qué necesitan los anillos inteligentes para triunfar
Si Samsung está invirtiendo en anillos inteligentes -ojo, de momento es solo un prototipo- es que ve que esta categoría de producto tiene el suficiente potencial para popularizarse entre las masas y está forjando un camino para que otros sigan su ejemplo.
Según Business Insider, en mercados como el indio apuntan que este sector podría tener un gran auge en los próximos meses, pero ¿se contempla la misma afirmación en Europa y, más concretamente, en España?
«Ha habido varios intentos de llevar los anillos inteligentes al gran público, aunque sin mucho éxito. Los fabricantes de equipos especializados en anillos inteligentes tienen la esperanza de que la entrada de Samsung pueda proporcionar una ola de entusiasmo alrededor de esta tecnología y ofrezca una atención especial que beneficie a todos los actores. Quizás esto sea necesario para aumentar la competencia y bajar los precios a un nivel en el que el consumidor esté dispuesto a pagar», explica Bjørhovde.
El experto también cree que a corto y medio plazo, «sin duda» seguirá siendo un mercado de nicho, pero advierte que no hay que subestimar el hecho de que se podría producir un gran crecimiento si grandes fabricantes comienzan a apostar por esta tecnología. «Hasta que eso no ocurra creo que cualquier adaptación al mercado masivo en España, o en el resto de Europa, seguirá estando lejos».
Por su lado, García Calatrava opina que es posible que tengan cierto éxito en España o Europa, pero también advierte que en otros mercados existe más variedad en cuanto a marcas y precios, lo que aporta flexibilidad al consumidor.
Por lo tanto, hasta que eso no ocurra, no terminarán de triunfar en nuestro país.
«Creo que la solución a corto plazo para conseguir algo de tracción para los anillos inteligentes podría residir en algunos casos de uso únicos, en los que, por ejemplo, se especialicen únicamente en el seguimiento del sueño o en soluciones de pago NFC», propone el analista de Canalys.
Notiespartano/800Noticias