La momia de Guano, una de las más famosas de Ecuador, ha abierto una incógnita sobre su identidad, tras un reciente análisis a su vestimenta que ha hecho tambalear la creencia de que pertenecía al fraile español Lázaro de Santofimia. «No sabemos» quién es, confiesan ahora los expertos.
De 156 centímetros, con ancho de tórax de 36 centímetros y cabeza de 32 centímetros, la momia fue hallada en 1949 mientras se removían los escombros de un terremoto y, por su estado natural de momificación, se convirtió en el primer cadáver en su tipo.
Se creía que la momia pertenecía al fray Lázaro, quien desde mediados del siglo XVI había sido el guardián de la iglesia y del antiguo convento de la Asunción, ubicado en la población de Guano, una de las más históricas de la provincia andina de Chimborazo, que se encuentra en el centro de Ecuador.
Y se asume que tras enfermar y morir, su cuerpo fue sepultado en los muros del convento, cuenta a Efe la directora de Investigación e Innovación del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), María Ordóñez, quien participó en el nuevo estudio, que arrancó en 2019 con la participación del científico francés Philippe Charlier.
Artritis reumatoide
Ordóñez y Charlier ampliaron estudios realizados por la National Geographic, que entre 2013 y 2014 sacó radiografías de la momia, y por la Universidad San Francisco de Quito, que en 2019 hizo tomografías «para tratar de entender a un nivel más allá de lo visible todas las patologías que tenía este individuo».
Las primeras conclusiones del nuevo estudio dan cuenta de un caso bastante temprano de artritis reumatoide, y que la causa de muerte probablemente está ligada a una infección bucal muy fuerte, que tiene además relación con el pañuelo que tiene la momia en la cara.
El INPC tomó muestras de la ropa pues «la manera en que está hecha, habla mucho del momento histórico», dijo Ordónez, doctora en arqueología por la Universidad de Leiden (Países Bajos), al anotar que preparan ya un artículo sobre el tema para su publicación oficial.
Sumando la datación de carbono 14 -que arrojó un rango entre 1735 y 1802- y el estudio del tipo de prendas, «de algodón, algunas hechas a máquina», se ubica a la persona «en un período en el que ya está empezando una cierta industria del textil», explicó.
«La ropa que usa puede ser de una persona del clero, que habitaba en ese espacio, pero no necesariamente de san Lázaro», que vivió en 1600, especifica Ordóñez.
¿Quién es la momia?
Con esos datos, entonces… ¿quién es la momia?: «No sabemos, un personaje, puede haber sido un miembro del clero, como puede haber sido una persona asociada con el convento», responde a Efe.
Quizá nunca se sepa quién es la momia, dice la también máster en antropología forense por la Universidad de Cranfield (Reino Unido), al avanzar que el análisis del ADN apunta a una ascendencia mixta.
Por ello, especulan que «se trataba de una persona mestiza con más ascendencia europea que indígena, pero mestiza», por lo que creen que «lo más probable es que no sea san Lázaro», aunque tampoco se atreve a asegurarlo completamente.
«Si es que encontramos otro registro que diga que la fecha en que tenemos marcada la muerte de san Lázaro es incorrecta, o que alguien hace una nueva datación de carbono y tenemos fechas que compiten, siempre se puede revisar», anota al reiterar que el estudio «al momento indica que, en efecto, no es San Lázaro».
Conservación «sorprendente»
Gracias a la gran cantidad de cal que había en el convento, «la momia que conservamos en Guano es totalmente natural, no ha tenido la ayuda del hombre», dice a Efe la guía Verónica Guapulema en el museo situado en el complejo arqueológico la Asunción, que incluye la primera iglesia franciscana de Guano, a tres horas de Quito.
Allí, la momia está extendida en cúbito dorsal (boca arriba), con la cabeza semi inclinada hacia adelante, tiene los brazos cruzados y se puede, incluso, ver parte de la piel momificada y de los huesos expuestos, sobre todo de las piernas.
Con un escáner descubrieron que la momia conserva el cerebro, seco sobre un costado, el corazón, parte del pulmón, los riñones y la próstata.
Catalina Tello, directora del INPC, asegura a Efe que el «estado de conservación de la momia es sorprendente» y, aunque el nuevo estudio abrió un enigma sobre la identidad, la datación permitió descartar la hipótesis de que podía ser el eslabón perdido para comprender la expansión en Europa de la poliartritis reumatoide, dijo Ordóñez.