En el contenido psicológico que hoy tratamos queremos resolver dudas sobre nuestros comportamientos, acciones y toma de decisiones, así como las de otros; esas que no conseguimos terminar de entender en muchas ocasiones, que están presentes y que hacen que nuestra vida sea un poco más difícil y costosa.
Tenemos decisiones, conclusiones o acciones que no somos capaces de saber por qué ocurren de una determinada manera si cuando racionalizamos serían totalmente diferentes. Descubriremos que muchos de nuestros comportamientos están acompañados de los sesgos cognitivos y, por lo tanto, será importante saber que existen, cómo identificarlos y cómo gestionarlos.
¿Qué son los sesgos cognitivos?
Los sesgos cognitivos, que también son conocidos como prejuicios cognitivos, son un tipo de pensamientos erróneos que hacen que nuestra realidad se perciba alterada, no racional o lógica. Este tipo de pensamientos nos llevan a construir creencias irracionales haciendo que la realidad percibida sea alterada, ya que son inconscientes, involuntarios y rápidos. Por eso nos condicionan en la interacción con el medio y con otras personas.
¿Quién tiene este tipo de creencias irracionales?
Todas las personas tenemos sesgos cognitivos; la realidad es que los sesgos cognitivos son un atajo mental que nos permite operar con agilidad ante determinados estímulos, así que todos a medida que crecemos y nuestro cerebro gana maduración tenemos tendencia a reducir el consumo de energía y minimizar los procesos para tomar decisiones. De ahí que los sesgos existan y se mantengan.
¿Por qué es importante conocerlos?
Conocer los sesgos nos va a permitir identificar cuáles son aquellos que más utilizamos en nuestro día a día y valorar así si el uso que estamos haciendo de ellos nos facilita o perjudica. Como hemos dicho, nos pueden llevar a la irracionalidad, impidiendo que tomemos decisiones lógicas o acordes con nuestras verdaderas necesidades. Si somos capaces de reconocerlos podremos hacer una elección consciente y racional de su uso o eliminar aquellos que nos dificultan nuestro crecimiento e interacción con otras personas.
¿Cuántos sesgos podemos llegar a tener?
Son muchos los sesgos y los efectos estudiados, pero vamos a trabajar sobre diez, entendiendo que estos son los utilizados poblacionalmente y los que más impacto pueden tener en nuestras vidas si no sabemos gestionarlos adecuadamente.
Un buen ejercicio para empezar a reconocer e identificar cuándo y con quién hacemos uso de los sesgos es poder ir leyendo cada uno de ellos intentando hacer un ejercicio de observación personal, ir a los ejemplos cotidianos y reconocernos en el sesgo. Así será más sencillo poder gestionarlos, reducirlos o eliminarlos.
Los sesgos en los que nos pararemos son:
1. Sesgo ilusión de serie o apofenia
Este sesgo cognitivo nos hace creer que situaciones aleatorias e individuales están conectadas con anterioridad. Además, interpretamos y vemos patrones donde no los hay si hiciéramos un análisis racional alejados del sesgo que estamos desarrollando en un determinado contexto. Llegamos a percibir conexiones en sucesos y datos aleatorios que no tienen sentido vistos desde fuera, pero que para nosotros tienen mucho sentido, ya que les otorgamos un significado determinado.
2. Sesgo de ceguera por inatención
Este sesgo aparece como consecuencia de la falta de atención: dejamos de tener en cuenta aquello que sucede a nuestro alrededor (a pesar de ser importante y llamativo) cuando estamos concentrados en una tarea, acción o iniciativa específica, que nos impide ver lo que sucede.
3. Sesgo de atribución
En el desarrollo de este sesgo pensamos con certeza absoluta que aquello que hemos conseguido y logrado es fruto de nuestro esfuerzo (los demás se esfuerzan menos) y que únicamente está bien hecho con nuestra formulación. Por lo tanto, somos nosotros quienes hacemos correctamente las cosas e, incluso, pensamos que solo nosotros tenemos las cualidades óptimas para solucionar ciertos problemas o cuestiones.
4. Sesgo de confirmación
En este tipo de sesgo cognitivo buscamos reafirmar nuestras ideas previas ante un hecho o la toma de decisiones. Es un sesgo muy común, ya que nos permite reafirmarnos desarrollando un pensamiento selectivo. Damos por válidos aquellos hechos o datos que nos otorgan correspondencia o nos facilitan el respaldo de nuestra opinión o creencia previa, negando aquellos otros datos que están fuera de nuestro radar o interpretación.
5. Sesgo de autoridad
Este sesgo cognitivo contribuye al mantenimiento de asimetrías emocionales, sobre todo en entornos laborales, pero también en contextos de mayor implicación emocional como en la familia. Hace que tendamos a conferir mayor capacidad a las personas a las que atribuimos autoridad (o la tienen) sobre nosotros; tenemos tendencia a sobreestimar la opinión de estas personas, minimizando nuestro conocimiento, experiencia o capacidad.
6. Sesgo del observador
En el desarrollo de este sesgo podemos ver perfectamente cómo somos capaces de actuar de forma muy diferente si somos protagonistas de los acontecimientos y de la toma de decisiones, o si por el contrario vivimos los hechos como secundarios (observadores); nuestra atribución y toma de decisión variará en función de nuestro nivel de implicación.
7. Sesgo de aquiescencia
Este sesgo se vincula a la necesidad que se siente al asentimiento, la aprobación, el beneplácito o la conformidad cuando se tiene que valorar una situación. Tenemos tendencia a realizar una evaluación positiva, mejoramos nuestro nivel de satisfacción cuando la escribimos. Se ha comprobado que las personas solemos tener más tendencia a elegir las opciones positivas antes que aquellas que son negativas.
8. Sesgo de anclaje
Este sesgo es también referenciado como heurístico de anclaje. Las personas tenemos tendencia a utilizar la primera información que se nos da o percibimos ante una persona o un contexto para juzgar todos los datos, acciones y actuaciones posteriores. Esta primera información va a condicionar el resto de nuestra interacción y toma de decisiones y dejamos de integrar información analizada con posterioridad.
9. Sesgo laguna de exposición
Este sesgo cognitivo nos permite seguir un patrón casi único, limitando nuestras decisiones, nuestros comportamientos y nuestras expectativas de futuro, ya que hace que nos quedemos con aquello que nos es conocido. Ponemos en valor lo que nos resulta familiar, lo valoramos por encima de todo y lo seguimos potenciando, limitando nuestro desarrollo en horizontes más desconocidos. Repetimos patrones sin cuestionarlo si son los más ajustados a nuestras necesidades.
10. Sesgo miedo a la pérdida
Este sesgo cognitivo aparece cuando evitamos perder aquello que nos es conocido y previsible, aunque sea negativo en nuestra vida, aparece un sistema basado en el miedo y terminamos decidiendo que mejor “nos quedamos como estamos”, llegamos a pensar que la situación mejorará por sí misma más adelante con tal de no activarnos. El miedo a cometer errores se manifiesta y el sesgo a la pérdida aparece con fuerza para anclarnos en lo vivido.