Lula da Silva, quien de la cárcel, donde estuvo preso por ladrón, saltó a la presidencia del Brasil, en declaración que le increpan millones de sus paisanos y de medio mundo también, afirma muy orondo que no sea cierto que Nicolás Maduro ejerza, de modo alguno, un gobierno totalitarista. Por el contrario, sin que su mentirosa afirmación le estremezca, al tratar de explicar que en Venezuela sí existe democracia, deja por sentado que el chavismo respeta los derechos humanos, no persigue a la disidencia, no ataca la libertad de prensa y menos a la Iglesia.
Pretende hacer creer a los desprevenidos que el país, que antes fuese uno de los más ricos del planeta, ahora es pobre de solemnidad, donde más de las tres cuartas partes de su población atraviesa toda suerte de calamidades, incluyendo la feroz inflación, hambre, inseguridad, desidia en materia de Educación y de Salud, y falta de servicios públicos. Sostiene, con admirable desparpajo, que su socio en entregarle a Venezuela -como él hace con el Brasil-a Rusia, Irán, China y Turquía, por ahora, es una adecuada estrategia, que sacará a nuestra sufrida nación de la crisis más terrible que haya sufrido en toda su historia contemporánea.
Porque, es lo que trata de que se le acepte, Maduro está en la línea correcta (le faltó valor para decir la que pauta el comunismo) que busca derrotar al capitalismo y, una vez desaparecido su principal abanderado, el imperialismo norteamericano, entonces, al igual que todos los pueblos del mundo, Venezuela estará libre.
Culpa de la situación que Maduro enfrenta al estar siendo investigado por la Corte Penal Internacional, a una “narrativa” que sus adversarios se han encargado de inventar y difundir.
Insiste en que esa “narrativa” ha logrado victimizar al heredero de Chávez al extremo que lo ha arrinconado contra las cuerdas, -y no lo dice, pero lo piensa,- las mismas que habrán de atarlo cuando Karim Khan, como presidente de la CPI, dicte su sentencia.
Para Lula, esa “narrativa” es la que no deja gobernar a Maduro del modo en que, según lo admite, está beneficiando a Venezuela con planes y programas que la van conduciendo por un camino progresista al desarrollo, dentro de una democracia, a la bolivariana, faltando decir que es la mejor del mundo.
La “narrativa” en cuestión, también es culpable de la muerte de prisioneros políticos, lanzados desde lo más alto de los edificios donde funcionan organismos policiales; de presos que “se suicidan” en sus celdas; y de militares tan cruelmente torturados, que casi fallecen en el tribunal al ser llevados ante jueces probadamente parciales.
Es a esa “narrativa”, que así la califica el inefable Lula, a quien se le debe pedir cuentas y no a Maduro que, en su concepto, está gobernando de manera acertada y… punto.
primerísimo lugar de jerarquía, por invitar y recibir con honores a Maduro, a quien consideran un presidente para nada democrático. Además, la mayoría parlamentaria rechazó, a gritos, la presencia en Brasil del mandatario invitado. Los más conspicuos líderes de la oposición en el Congreso patentizaron su total aversión a la visita y, para colmo, la escolta del hijo de Chávez la emprendió a empujones contra la prensa, llevándose por el medio a una reconocida periodista, destacada militante izquierdista, por cierto.
La fea escena fue la “guinda” que faltaba.
Los presidentes de Uruguay, Lacalle y de Chile, Boric, en tono moderado pero muy acertado por la profundidad crítica de lo expresado, le respondieron a Lula desmontando toda la “narrativa” disertada por el jefe de estado brasilero.. En suma no es del mundo desconocida la acción nada democrática de Maduro, faltandoles decir que Lula dijo lo que dijo con la expresa intención de lavarle la cara a su amigo, al cual quiso abrirle las puertas del mundo que se le están cerrando.
En ese intento, de plano se equivocó de largo a largo.
AngelCiroGuerrero