El cuento de Monómeros ha traído colas en todo el país. Todo el mundo comenta sobre esa leyenda de la riqueza nacional que pasó a manos de los diputados con pagas millonarios para repartir a manos llenas. Esta empresa petroquímica filial de Petróleos de Venezuela que está ubicada en la desembocadura del río Magdalena, en Barranquilla, Colombia se convirtió en un Dorado para un grupo de diputados que se bañaron en las aguas de la riqueza nacional. Esta empresa que fue entregada al líder opositor Juan Guaidó en el 2019 fue a decir de Julio Borges el cerebro de PJ “Monómeros se manejó con criterios absolutamente partidistas”.
Con ese escándalo de corrupción se reyó la oposición venezolana que recibió mucho dinero procedente de la empresa de fertilizantes que se fue q la quiebra por la cantidad de dinero entregado a muchos políticos venezolanos que aparecen firmando en esos cuadernos al recibir sus tajadas millonarias.
Eso desencadenó luchas entre oposición y gobierno por la propiedad de Monómeros que manejó Guaidó por largo rato. Ese alboroto de corrupción donde suman a diputados de distintas tendencias se reveló como una gran estafa manejada por diputados venezolanos que se embolsillaron miles de dólares desde una empresa de capital venezolano. Esa jugada perversa utilizada para el enriquecimiento ilícito de políticos de la derecha venezolana bajo un esquema de extorsión y chantajes. Ahí se ensuciaron las manos muchos que todavía permanecen inmaculados ante la opinión pública y que estuvieron en el exterior gastando plata a manos llenas para satisfacer sus egos. La gente lo sabe y los marca porque son pillos que han realizado jugadas perversas para aumentar sus riquezas y hacer política con los dineros del Estado venezolano.
Con ese escándalo de grandes proporciones se iniciaron juicios penales internacionales para frenar el desangre de una empresa colombo-venezolana que empezó a desbancarse como consecuencia de las entregas a muchos líderes opositores que recibieron su parte de la torta monómera.
Esa carta está guardada y forma parte de una leyenda negra que salpica a quienes disfrazados de políticos honestos han repartido dinero a su militancia sin escrúpulos y ante la mirada de muchos que vieron correr dólares por las manos de corruptos sin alma.
La empresa Monómeros perdió un 90% de su participación en el mercado internacional y 15% del mercado local colombiano, lo que es un indicativo de la quiebra de una empresa pujante que cayó en las manos de extorsionadores políticos que exigían que para ser parte de la junta directiva debían pagar por adelantado a los diputados venezolanos como apoyo a una campaña presidencia. A su vez también le pedían dinero a los que deseaban obtener contratos y dividendos de la empresa.
Con esta leyenda negra quedaron marcados muchos seudo líderes que recibieron plata gruesa por ser fichas importantes de los partidos políticos venezolanos que buscaban salir a flote con mucho dinero en las alforjas. Ese fantasma aun persigue a muchos diputados que gozaron de lo lindo y sumaron grandes fortunas para aparecer de nuevo en el país como una especie de Niño Jesús redivivo.
Quedaron marcados por la huella de Monómeros los que recibieron los dólares de la empresa trasnacional a la cual condenaron a la quiebra forzosa por la entrega de tantos dólares a los políticos venezolanos que aún se exhiben como angelitos de la caridad ante los ojos de los venezolanos.
Cosas verdes Sancho es lo que se comenta en los corrillos políticos del país, donde los Monómeros tienen antifaces de la mentira y la perdición política. Esas son las cosas que tatúan a políticos críticos ayer y hoy sumergidos en las tinieblas porque no pueden probar ante el país su conexión con la red monómeros.
Pretender lavarse las manos con agua bendita es parta de las locuras de un festival de disfraces que se muestran ante el país como figuras de la transparencia, de la dignidad y de la pureza de alma cuando tienen las manos marcadas por el robo y la extorsión.
Le mintieron a la gente con discursos vacíos y con argumentos insulsos que no les permitió lavarse sus rostros para mostrarse como figuras de la pureza política nacional.
Con el Caso Monómeros vivió Venezuela otra serie de corruptelas que describe la realidad de una nación entregada a las manos de pillos sin alma que solo buscan la riqueza fácil y escaños políticos para satisfacer sus ambiciones de hacer riqueza fácil.
Para unos próximos comicios en el 2024 las huellas de Monómeros estarán con dedo acusador para señalar a los pillastres que usando las fuentes de la riqueza nacional convirtieron en el placer y el disfrute los dineros de la República.
Encíclica/ManuelAvila