El insomnio es un problema alarmantemente extendido en nuestra sociedad, que impacta de manera grave la calidad de vida de miles de personas. Aunque se trata de una condición compleja y multifactorial, a menudo es sintomático de miedo, estados de estrés y ansiedad en la persona que lo padece.
Precisamente, el coach del sueño y entrenador mental Juan Ortín Meneses explica, en su libro Para soñar hay que dormir, que muchas veces son nuestros miedos los que nos impiden conciliar adecuadamente el sueño y perjudican nuestro descanso.
Específicamente, el autor dice que son cuatro los tipos básicos de miedo que tienen este efecto negativo en nuestro sueño diario, en función del tipo de personalidad de cada persona.
1. El miedo a perder
Ortín argumenta que el miedo a perder es el que mueve a actuar a las personas «de carácter dominante»: «La inseguridad y el orgullo se asocian al miedo a perder», dice.
«Las reacciones psicosomáticas asociadas al miedo a perder (miedo a perder el territorio, a perder el trabajo, a perder los logros alcanzados, a perder el dinero, a perder la pareja, etc.) provocan alteraciones físicas como un aumento de la frecuencia cardíaca, alteraciones del ritmo respiratorio, redistribución de la circulación (palidez o enrojecimiento de la piel), deseo de agredir, bloqueo de la razón, sensación de presión en el pecho, aumento del tono de voz, tensión muscular, irascibilidad, desasosiego, incomodidad física y estrés entre otras manifestaciones», añade.
2. El miedo a enfrentar
Por el contrario, el coach defiende que el miedo a enfrentar es el propio de «la persona sumisa». Sus manifestaciones psicosomáticas, entonces, incluyen algunas como «rubor, incapacidad de sostener la mirada, sudoración, temblor en la voz, sensación de vacío en el vientre, debilidad general, confusión mental, cansancio, lentitud, pesadez, depresión o incluso deseo de morir».
Siempre según Ortín, este tipo de personas «se despertará en mitad de la noche porque sabe que tiene algo sin resolver», y tiene riesgo de sufrir enfermedades físicas como «acné, cáncer, miomatosis uterina, tumores prostáticos, enfermedades autoinmunes, baja función de la hormona del crecimiento, adicciones, alergias, accidentes, miopía, patologías de los senos, etc».
3. El miedo al abandono
Continuando en esta línea, el entrenador mental opina que «el miedo al abandono es la forma instintiva de responder ante las amenazas del arquetipo de la persona dependiente».
«Sus reacciones psicosomáticas son deseo de venganza, llanto, presión en las sienes, opresión en el pecho, inclinación de la posición corporal y abatimiento y falta de ánimo en general», prosigue: «Este tipo de personas podrá desarrollar enfermedades como tumores pancreáticos, cardiopatías, infecciones, gripes, accidentes, inmunodeficiencia, estreñimiento, problemas en las manos, síndrome del túnel carpiano, dolores musculares, anemia, hipermetropía, neumonía, osteoporosis etc.».
4. El miedo a morir
Finalmente, Ortín dice que el cuarto miedo sería el miedo a morir, «la respuesta instintiva ante las situaciones amenazantes de las personas medrosas o dubitativas», con reacciones psicosomáticas como «vómito, pérdida del apetito, sensación de vacío en el vientre, diarrea, sudor, parálisis y escalofríos, cabello erizado, dificultad para respirar, palidez en el rostro, lagunas mentales, pérdida de la voz, ritmo cardíaco acelerado, desmayo o incapacidad para razonar».
A esto agrega: «Estas personas son hipocondriacas y ven conspiraciones por todos lados; creen que los demás les tienen manía y que el mundo es un lugar hostil lleno de peligros que están al acecho».
Notiespartano/20Minutos