Porlamar la Ciudad Marinera tiene rato de espaldas al mar. Esa obra del Paseo del Mar la hicieron Pedro José y Eligio y los remates que le hizo el último alcalde.
Eso es lo que ha torcido el rumbo de Porlamar por años los cambios de gobierno municipal que han llevado a improvisaciones y planificaciones locas de los que pudieron hacer tanto por la Ciudad Marinera.
Unos tomaron el rumbo de las obras fastuosas, otros de sus intereses particulares y los más osados solo interesados en los gastos fastuosos que hicieron en la campaña electoral.
De la gente se ocuparon unos pocos que terminaron entendiendo que Porlamar es ingobernable por las dimensiones de sus barriadas y zonas populares que obligan a los alcaldes a meter chola afondo para solventar los problemas humanos de la gente como son la miseria y el hambre.
Esa trilogía de Pedro José, Eligio y Alfredito de los cuales el más adelantado en estudios fue el futbolista de Conejeros que aprendió a bailar al ritmo de la Ciudad viendo en el mando a Pedro José y a Eligio que terminaron entendiendo las condiciones selváticas de una Ciudad Marinera que navegó entre dos aguas: la opulencia y la pobreza.
Si a eso le agregamos que de aquella camada de intelectuales de la Porlamar de ayer solo no fue quedando ni si quiera la Sociedad Progreso que era una legión de sabios inconformes que siempre elevaron sus palabras y sus discursos para que los mandatarios agarraran el rumbo correcto de la historia.
No era fácil gobernar con la Sociedad Progreso con el silbato del reclamo a tiempo para que Porlamar saliera adelante en medio de las dificultades.
Pero esos alcaldes entre ellos Bittar, Longart y los tres mosqueteros de la política social tuvieron amor por la Porlamaridad y por su gente.
De eso no quedan dudas y esa parte filosófica del asunto muestra que las lágrimas de ayer por Alfredo también incluían a Pedro José y Eligio del Valle, dos alcaldes sin grandes títulos nobiliarios, ni la riqueza de las nuevas castas porlamarenses para gobernar de cara a la gente.
Esa Porlamar pobretona que camina arrastrando los pies porque no aguanta la pela de la crisis que le carcome el alma a los pueblos en estos tiempos sigue de pie acompañando la tragedia por la muerte del hijo de Conejeros en quien habían puesto de nuevo la mirada para superar el trago amargo de la estafa mentirosa del último mandatario que desgobernó la ciudad para hundirla en la desidia y el no ser de la política.
Por eso las lágrimas y los gritos de los porlamarenses inundaron la Ciudad esto tres días 6, 7 y 8 donde las barriadas se desbordaron con el dolor en el alma para acompañar a uno de sus líderes que entendió las arremetidas de la crisis y empuñó su libertad de conciencia ayudar a su pueblo.
Las muestras de dolor de una Ciudad deshumanizada que lloró lágrimas de sangre para acompañar al adeco que los acompañó durante 24 años en la gobernanza insular.
Tres períodos como concejal, dos de acalde y uno de gobernador fueron suficientes para que Porlamar y Margarita conocieran al futbolista de Conejeros que fue capaz de aguantar los embates de la crisis para ayudar a su gente.
Con su fallones en la gobernanza anduvo por 24 años el muchacho que empezó en las filas del partido líder y luego dio el salto a la AD de otros tiempos para empinarse por encima de baluartes de la política que quisieron ir con él a batallar en las arenas calientes de la política.
Lo vi de cerca en grandes discusiones con Tobías Bolívar y Jesús González cuando el partido imponía líneas a sus alcaldes para que agarraran líneas maestras de una organización que tuvo el mayor respaldo popular en la historia nacional.
Pero el de Conejeros supo tejer sus hilos para llegar a la meta cada vez que competía con figuras que lo superaban en academia y habilidad.
La compleja tarea de aceptar ser candidato a la Gobernación en medio de la crisis y con la espada de Damocles del Gobierno Nacional sobre su cuello no fue una decisión fácil, pero las fuerzas políticas de Nueva Esparta lo impulsaron a aceptar el reto de gobernar sin recursos.
Qué tiempos tan complejos le correspondieron al de Porlamar y lo aceptó cambiando el eslogan “Por Nueva Esparta de mis amores”.
Y es que Alfredito fue una circunstancia que debía enfrentarse al General Carlos Mata Figueroa con toda la fuerza política de la maquinaria del PSUV y superó el obstáculo obteniendo un triunfo que no se veía fácil para ese momento.
Aceptar el reto por compromiso con Nueva Esparta era lo más complejo y lo hizo para terminar remendando las redes con bejucos porque no había alambre para zurcir las dificultades económicas del momento.
Esa fue una carrera con obstáculos que Alfredo Díaz aceptó por su compromiso con la democracia y quizás por satisfacer su ego de político de ambiciones grandes.
Todo eso pasó en tan poco tiempo porque un hombre con 56 años comprimió su paso por la vida para llegar donde otros no pudieron llegar con mayor poder económico e intelectual.
Solo con su liderazgo social penetrando las barriadas nariñenses y enfrentando obstáculos pudo salir adelante para que la fuerza de la ola lo elevara hasta el nivel más alto de la gobernanza insular.
Esa actuación refleja a un líder de los de abajo que con un partido que era fuerte en aquel momento logró escalar posiciones importantes en la vida política margariteña para ponerse en el nivel de Morel Rodríguez Avila Rafael “Fucho” Tovar y Virgilio Avila Vivas como los más ganadores de la historia insular.
Y es que nuestros políticos no provienen de élites del poder económico sino de hijos de humildes hogares y los que crean que solo con dinero se ganan elecciones están bien errados porque los liderazgos no nacen con dólares, sino curtiéndose en las barrriadas que es donde se sabe si el merey verde mancha.
Lejos de lo que pueden decir los críticos y analistas en el llanto de Porlamar quedó pintada a carboncillo el liderazgo de un gobernador, alcalde y concejal que la gente lloró con pasión, con dolor en el alma en un episodio irrepetible que solo vimos cuando enterraron a Rafael” Fucho” Tovar en el Cementerio de Pedro González. Esa es la verdad de lo que vi en Margarita desde que se anunció la muerte inesperada del hijo de Conejeros.
Porlamar seguirá llorando por días a su alcalde y las aguas salobres de la Bahía de Porlamar lavarán las heridas de un mal momento que le arrebató en este momento estelar de la política venezolana a una figura de la democracia que supo tejer y destejer sus propias hazañas.
Escribo sobre un papel de medio luto y mis letras salen bostezando sueños y recordando momentos de esperanzas, compartiendo ideas y dibujando imágenes de lo irreversible político cuando la esperanza por la lucha estuvo presente con ideas que cristalizaron propuestas ganadoras.
Todo quedó atrás en el tiempo corto del soplo de la vida y cuando la sombra de la muerte que nos acompaña se suelta para dejarnos sin habla y sin magia”.
Encíclica/ManuelAvila


