Además de la persecución, como buen sabueso policial, que para eso sí sirve, de Diosdado Cabello en contra de María Corina y los discursitos cliché del psiquiatra insistiendo -como Goebbels- en que la ya escasa militancia del chavismo le crean cierto lo que son mentiras, Nicolás Maduro está también comenzando a salir, ahora, pero muy esporádicamente, en la búsqueda de votos, que los sabe escasos, para ver si supera la gigantesca ventaja que le lleva –toda una “morena”, pues- el candidato del pueblo, que es mayoría, Edmundo González Urrutia.
La diferencia estriba, sencillamente, en que el que quiere seguir en Miraflores trata de hacerle ver a los venezolanos, que lo observan en las cuñas oficiales y en los noticieros afines de algún modo a su gobierno, no son giras electorales las suyas sino simple y llanamente visitas “sorpresa”, que, según el abanderado rojo, nadie le prepara ni organiza sino él y sólo él es quién decide sitio y hora para hacerse presente.
Y, ¡Oh milagro!, en medio de una poblada que le espera, rodilla en tierra, para recibirle en la ciudad escogida por los encargados de reclutar en los organismos públicos a los funcionarios, junto a los transportados en autobuses, incluso llegados de estados vecinos, conformen “la multitud” que los especialistas en videos de propaganda de televisión se encargan luego de “agrandar” medianamente en lo posible.
Maduro, que anda predicando que será en su próximo gobierno, porque piensa que ganará el 28-J, cuando iniciará la conversión de Venezuela en un nuevo país donde la bonanza habrá de ser la reina, a propósito, olvida señalar el por qué no ha podido, hasta el presente, disminuir los altísimos niveles que ya han alcanzado en el país los problemas de salud, de educación, de alimentación y de servicios públicos.
Sin olvidar que la economía sigue dando traspiés, aunque el vocerío del régimen se empeña en asegurar que todo marcha sobre rieles. Seguramente en el tren hacia Tinaco que Diosdado no quiere decir en qué andén súper secreto tiene escondido.
Las “sorpresas”, hasta la fecha cree Maduro que le han reportado buenos resultados. Ya por lo menos se baja del jeep de campaña y abraza a unos cuantos – ¿serán todos escoltas? — que se les nota el fingido alboroto, síntoma rojo de la “emoción” que les produce el saludo del presidente del partido oficialista.
Pero todo el mundo que aprecia la escena sabe, incluyendo a casi las tres cuartas partes de la asamblea, que también “sorpresivamente” se escenifica, que el jefe “no va pal baile”, así estén pagos los músicos.
Todo porque ya en esas escuálidas “manifestaciones” no hay alegría de la buena, como en otros tiempos cuando la revolución movilizaba multitudes; y menos solidaridad porque lo saben culpable de haber triplicado el gran desmadre en que dejó el ya ido a Venezuela.
Es decir, de antemano está raspado en el examen de cuál su obra de gobierno, cuyo jurado, implacable, es el propio pueblo.
Si el hermano de Delcy, que ahora es quién lleva la batuta, está pensando que se “la come” como jefe de campaña de Maduro, cargo que le siquitrilló a Diosdado, está muy equivocado.
Rodríguez, Maduro, la combatiente y la Vice, creyéndose que sería una fenomenal estrategia, inventaron lo de las visitas “sorpresa” a las ciudades donde, los del Psuv local les garantizan cierta asistencia de militantes, porque en el resto del país ya es público y notorio que la gente los está abandonando de a montones.
La del Psuv en apoyo de Maduro, es una campaña, que lo muestran muy, pero muy alejado de lo que antes, cuando botaban la plata por la ventana y si les hacían falta votos engordaban las cifras oficiales, era el partido que las ganaba todas, con o sin fraude por delante.
Lo minusválido que está quedando el chavismo no tiene sino un solo resultado: es la pérdida, enorme, gigantesca, del respaldo popular, el que le venía dando y sin medida, la gente humilde en caseríos, aldeas, pueblos y ciudades desde el momento mismo en que apareció Chávez.
Porque lo creyeron realmente el salvador por todos esperado. Lo cual resultó incierto y, a su sustituto, el heredero, le están dando el gran rechazo a una gestión nula, aunque se le adjudican algunos resultados que, por ser pocos, no hacen peso alguno en la balanza.
Está muy cuesta arriba para Maduro acercarse, por lo menos, a la mitad de la ventaja electoral que le lleva Edmundo González Urrutia y que María Corina Machado le hace crecer a diario en toda la república.
Y valga la pregunta: ¿Por qué Cilita no ayuda a su marido, si ella es buena “come candela”, que lo demostró pidiendo la libertad de Chávez, preso por liderar el 4-F; cuando presidió la Asamblea Legislativa, sin recordar que allí empleó a media familia; rogó y rezó por la vida del comandante cuando los militares impusieron a Carmona Estanga? La verdad es que su silencio preocupa pues, que se sepa, detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, de acuerdo con el adagio que siempre resulta acertado. Según la historia…
AngelCiroGuerrero