Kourtney Kardashian y Travis Barker celebran su tercera boda y, ahora, sí, la pareja ha echado el resto con una espectacular celebración de cuatro días en un castillo de la localidad italiana de Portofino.
Solo una semana después de casarse en Santa Bárbara (California) y un mes y medio después de su enlace simbólico, pero divertidísimo, en Las Vegas,el matrimonio ha viajado hasta Europa para ofrecer la fiesta definitiva,que comenzó en la noche ayer y continúa este sábado con un almuerzo preboda al que los novios y los invitados han llegado a bordo de una lancha luciendo looks de lo más rompedores.
Las reinas de lo transgresor, por supuesto, han sido las Kardashian-Jenner. El matrimonio apostaba esta mañana por un estilismo de color negro en ambos casos, ella luciendo un vestido corto ajustado de tirantes con escote de la firma Dolce & Gabbana en cuya parte del abdomen se apreciaba el icono religioso clásico de una virgen.
Acompañaba Kourtney su atuendo con guantes de ópera y un velo con el ribete de encaje azul, mientras estaba rodeada por algunos de los pequeños que han acudido al enlace.
El novio, por su parte, llevaba una especie de túnica oscura con botones, collar de eslabones de cadenas metalizadas y gafas de sol en esta jornada inolvidable para todos ellos. Kim Kardashian también ha sido fotografiada mientras caminaba rumbo al almuerzo, presumiendo de transparencias con un ‘total black’ hasta los tobillos y uno de sus hombros al descubierto.
Y Kim
No faltaban sus nuevos mechones rubio platino en el pelo, que se los teñía así para la glamurosa y ecléctica Gala MET del pasado 2 de mayo. El grupo se dirigía a la Abadía de San Fruttuoso, un pequeño pueblo de pescadores ubicado en las laderas de la montaña y que accesible solo por mar o a pie a través de los senderos. Allí, el matrimonio recibirá una bendición especial antes de casarse