El empeño y la fuerza del presidente del Instituto de Cultura de Nueva Esparta Heraclio Narváez y la Asociación de Cronistas con Juan José Hasan como impulsor de esta propuesta se tradujo en el decreto N 0892-2024 emitido por el Gobernador de Nueva Esparta, Morel Rodríguez Avila para patentar la propuesta de la Semana de la Gastronomía Margariteña.
Muchos viajes a la Gobernación y largos debates en la Asociación de Cronistas permitieron cosechar una siembra que no tenía otro objetivo que hacer historia al reconocer a las 5 divinas personas de la gastronomía los esfuerzos que realizaron para convertir el turismo, la cultura y la historia de Nueva Esparta en un referente importante en el ámbito culinario nacional e internacional.
Es que cuando Margarita era monte y culebras con un turismo insignificante y donde se valoraban las playas y nuestra cocina margariteña por allá por los años 60, los protagonistas de la terapia del paladar en la isla eran Francisca “Chica” Guerra, Rómulo Castillo, Deogracia “Gacho” Salazar, Ceverino “Cachicato” Suárez y Dorina Marín.
Con esos cinco baluartes de la sazón margariteña salimos a batallar para conquistar el turismo que venía la isla. Eran los tiempos cuando llegaban los autobuses pulman full de visitantes extranjeros provenientes de Estados Unidos, de Canadá, de Colombia y de las Islas del Caribe.
Recuerdo la Margarita de los años 60 como si estuviese viendo una película porque me correspondió en Los Robles atender a los turistas que llegaban a conocer la iglesia Nuestra Señora del Pilar y la Pilarica de plata dorada que los escribidores de folletos turísticos para la época le vendían que era una estatuilla de oro y que la había traído Juana la Loca a Los Robles.
Venían turistas a la isla con frecuencia y no era a comprar trapos en el Puerto Libre, sino a conocer sus playas, sus paisajes, su gastronomía que eran exquisiteces y sobre todo sus sitios históricos. Eso nos da una campanada en el tiempo y nos hace regresar al verdadero turismo que es vender al margariteño como un ser humano noble que por siempre atendió a los turistas con amor y se fue ganando el afecto de quienes nos visitaban.
Eso indica que el turismo que venía a la isla no traía en mente comprar ropa, perfumes y calzados, pues fue en ese momento cuando se produjo la desconexión con la verdadera esencia del destino Margarita Island.
Por eso el impulso a la gastronomía es un tema capital en la transformación de la visión sobre el turismo insular porque es necesario volver a la filosofía inicial de vender como destino a una Margarita, Coche y Cubagua con sus atractivos naturales, históricos, culturales y gastronómicos y por supuesto sus espacios de diversión.
Volver a reencontrarnos con el arte culinario margariteño es el secreto de vender a Margarita con su cultura gastronómica porque el turismo que venía la isla lo hacía atrapado por el paladar que todavía es uno de los factores que hacen venir a los turistas a la isla.
Eso no ha sido explotado en los últimos tiempos porque es más fácil vender centros comerciales y productos importados que nuestra fortaleza que reposa en la cocina margariteña, en la artesanía y en las tradiciones de estos pueblos insulares.
Quién no recuerda las comidas de sus abuelas con su fogón que existía en todas las casas de Margarita y donde estaban los secretos milenarios de nuestra cocina. En esos espacios cargados de cenizas y el olor a leña los de nuestra generación saboreamos el verdadero placer del paladar margariteño donde no solo el tarkarí de chivo con orégano, el pato guisado y el pebre de conejo formaban parte de la esencia de la cocina margariteña.
Por eso cobra valor la decisión del Gobernador Morel Rodríguez Avila al decretar la Semana de la Cocina Margariteña y el reconocimiento a Chica Guerra con la Orden gastronómica que hace honores a la creadora del Pastel de Chucho.
Estamos entrando de nuevo en la conciencia de valorar lo nuestro al atrapar a los turistas que nos visitan por el paladar y como me decía un amigo maracucho en esto días “Me mude a la isla porque siempre me trajeron mis padres de vacaciones y esa atracción por el pescado fresco, la comida margariteña, el olor a leña fresca y las cenizas volando por los aires de los fogones de la Margarita nunca podré olvidarlos porque esas visiones maravillosas me marcaron para siempre”. Esa es la misma sensación cuando entras a la rada del casco histórico de La Asunción y el olor a pan aliñado y a dulces se te mete por todos los sentidos hasta hacerte volar por mundo inexplorados de la panadería insular.
Esa es nuestra Margarita con sus manjares y exquisiteces que cultivan la locura sensorial de los visitantes que quedan hechizados en nuestros restaurantes por la mágica expresión de nuestra gastronomía típica que en Chica Guerra, Gacho, Rómulo Castillo, Cachicato, Dorina y más recientemente Rubén Santiago conformaron la élite de la cocina margariteña. Esa historia culinaria la sintetizó Rubén Santiago en su libro “La Vuelta a la Isla en 80 platos” donde están plasmadas las recetas más importantes de la cocina tropical de la Margarita de siempre.
Sin dudas que hay espacios comerciales gastronómicos que forman parte de la esencia de la cocina margariteña y sitio obligado es la arepera de “Los Hermanos Moya” donde Elio, Oscar y Sócrates junto a familiares los protagonistas junto a toda su familia han mantenido vivo el legado de su padre Don Elio Moya.
No solo es una referencia nacional donde personalidades de todo rango social han venido a la isla a degustar de este producto made in Margarita y que goza de fama internacional con la presencia de personajes de reconocido prestigio.
No puedo dejar de mencionar la arepera de Asunción “Chona” González que por años fue una parada obligada para quienes transitaban por los caminos de San Juan Bautista y donde los margariteños tuvieron un espacio gastronómico de relevancia comercial.
Encíclica/ManuelAvila