La tasa de pobreza en Argentina se ubicó en el primer semestre en el 52,9 %, la tasa más alta desde 2003, uno de los peores efectos del cóctel de ajuste económico y elevada inflación que ha caracterizado al primer medio año del Gobierno de Javier Milei, que considera una «herencia» la dramática situación social.
De acuerdo a un informe difundido este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la tasa que mide el sector de la población que no alcanza a cubrir sus necesidades básicas de alimentos y servicios creció 11,2 puntos porcentuales con respecto al segundo semestre de 2023 y saltó 12,8 puntos con respecto a la primera mitad del año pasado.
La tasa de pobreza del 52,9 % registrada en el primer semestre es la más alta desde el primer semestre de 2003, cuando el índice fue del 54 % bajo una serie estadística anterior a la actual.
En tanto, la tasa de indigencia se ubicó en la primera mitad del año en el 18,1 %, 6,2 puntos por encima del semestre anterior y con un ascenso de 8,8 puntos en la comparación interanual, constituyendo el valor más alto desde el segundo semestre de 2003.
La medición, cuyos resultados se difundieron este jueves, tiene en cuenta el nivel de vida en los 31 centros urbanos más poblados del país, lo que abarca a 29,6 millones de personas, sobre una población total en Argentina de unas 47 millones de personas.
Si se extrapola la tasa de pobreza urbana a toda la población, en Argentina había en el primer semestre 24,8 millones de pobres, 5,4 millones más que a finales de 2023, cuando Milei asumió la Presidencia del país.
El número de indigentes, en tanto, creció en 3 millones en solo medio año.
Dado que el Indec mide la pobreza con base a la capacidad de acceso a la cesta básica, los indicadores sociales tienen una vinculación directa con la evolución de los ingresos de los hogares y del coste de alimentos y servicios.
En el primer semestre, el valor de la cesta básica de alimentos y servicios, que marca la línea de la pobreza, tuvo en ese período un incremento del 76,1 %, mientras que el valor de la cesta alimentaria que marca la línea de la indigencia creció un 63,4 %.
A la par del severo ajuste puesto en marcha por Milei para intentar estabilizar los desequilibrios macroeconómicos de Argentina, la economía del país suramericano se contrajo en el primer semestre un 3,4 %, mientras que el desempleo se ubicó en el segundo trimestre en el 7,6 %, con un salto de 1,4 puntos en términos interanuales.
Los datos del mercado de trabajo muestran además destrucción de puestos de empleo formales, mayor informalidad laboral y más personas trabajando por cuenta propia.
En estos dos últimos grupos los ingresos son menores y pierden claramente la carrera contra la inflación, empujando a la pobreza a miles de personas, incluso a aquellos con un trabajo.
El Gobierno de Milei admitió que la tasa de pobreza conocida este jueves refleja la «cruda realidad» que vive la sociedad argentina, pero la achaca a las anteriores administraciones y no a las políticas actuales.
«El Gobierno heredó una situación desastrosa. (…) La inflación es más pobreza para los más pobres. La mejor manera de luchar contra la pobreza es, primero, luchar contra la inflación», sostuvo este jueves en rueda de prensa el portavoz presidencial, Manuel Adorni.
El portavoz alegó que Milei, con sus políticas de disciplina fiscal y monetaria, logró evitar una hiperinflación que, de haberse dado, hubiera disparado la tasa de pobreza al 95 %.
«Hubiéramos entrado en un mar de pobreza absoluto si no se evitaba la hiperinflación», aseguró.
Quienes no entienden de argumentos macroeconómicos son los casi siete de cada diez niños menores de 14 años que hoy por hoy son pobres ni los tres de cada diez que, en ese grupo de la población, ni siquiera cubren sus necesidades diarias de alimentación.
El segundo grupo de mayor vulnerabilidad es el de los jóvenes: el 60,7 % de los argentinos entre 15 y 29 años es pobre y el 21,2 % es indigente.
Notiespartano/efe