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Muy sencillo: vino a servir, como siempre lo ha hecho, cada vez que el pueblo lo requiere. Y cumple, sin duda alguna. Su acción de gobernante, que toda Nueva Esparta conoce y aplaude, está a la vista. Se basa en concreciones. Las realiza siguiendo el plan que le presenta a la comunidad, basado en lo que la gente quiere ver resuelto. A lo largo de sus gestiones, en los once municipios están los resultados.
Es un hombre de decisiones a las cuales llega una vez que indaga sobre cualquier asunto de trascendental importancia para el pueblo. Va a lo profundo. Porque es responsable, investiga. Para garantizar la factibilidad de lo planteado, se asegura lo presupuestario tanto como en el campo técnico, Una vez legalmente conforme, se compromete. El plazo de ejecución se cumple con rigurosa puntualidad. Es su modo de actuar. Es decir, avanza. Como lo hacen los auténticos líderes, por encima de las dificultades, honrando el compromiso adquirido.
Está claro que al pueblo hay que resolverle sus reivindicaciones. Que son muchas en un estado como el nuestro, porque sus dos últimos gobernantes que lo antecedieron no accionaron como prometieron, No se preocuparon por emprender, aunque contaron con buenos presupuestos, en prioridades para el pueblo.
Los insulares, cansados de tanta desidia de un general que ganó sus medallas en no se sabe cuáles guerras y de otro irresponsable que se pasó el tiempo peleando para disimular su ineptitud decidieron, en abierta mayoría, llevar de nuevo a Morel a la Gobernación, dada la desastrosa situación en que se encontraban Margarita y Coche.
Algunos de los muchos ejemplos: Las escuelas que Morel había construido –más de cien- superando en calidad y equipamiento, incluyendo computadoras y presupuesto para el mantenimiento- a las edificadas por los gobernadores en los restantes estados de la república, estaban sumidas en el abandono.
Los planes de becas para escolares, liceístas y estudiantes universitarios, paralizados. Otro tanto, sin funcionamiento alguno, los vagones del Tren de la Salud. Los ambulatorios, en paupérrimas condiciones.
No hubo respuestas a la crisis que nacionalmente crecía, con su carga negativa, regionalmente. De allí que empeorara la situación de la vida económica y social de nuestras islas. En número, altamente peligroso para el bienestar de comerciantes y consumidores, como nunca antes, se fueron bajando las santamarías en los bulevares, calles y avenidas, antes bulliciosas. El cliente era el silencio, junto a la amargura de sus propietarios, ocasionando la parálisis del progreso y desarrollo.
La Margarita, que venía creciendo bajo “El Efecto Morel”, así denominada la tarea emprendida por el verdadero gobernador del pueblo, a la llegada de sus dos sustitutos, que no se sabe cómo ganaron, se paralizó.
De esta cruda realidad tiene la culpa el militar que defraudó a todo el mundo, comenzando por sus propios jefes, y su sucesor que tampoco supo qué hacer, por lo que no hizo nada. Ambos cargan en sus conciencias el haber perdido el tiempo en regodearse en el poder uno y el otro en confrontar al gobierno central que le reclamaba su comprobada inercia.
Mientras, los pescadores y campesinos abandonados a la buena de Dios. Sin la ayuda técnica, sin el crédito indispensable para la adquisición de motores y de trenes para el duro oficio de faenar en la mar; ni para la producción de alimentos en sus conucos. Y en las comunidades se acrecentó la problemática.
Hasta que Morel llegó por mandato del pueblo y comenzó a recuperar el tiempo perdido. A solucionar la dura situación confrontada y, en poco tiempo la tarea emprendida, desde el primer día, empezó a mostrar resultados: Se abrieron las puertas de una nueva Gobernación, realmente al servicio de todos. El ejercicio de su gestión, en los cuatro años próximos a cumplirse, así lo prueban.
Se fue agilizando el funcionamiento en cada una de las Direcciones; aplicando los correctivos necesarios en los organismos dependientes del ejecutivo regional. Comenzó a desarrollarse un plan que incluyó, desde las más urgentes reparaciones a la construcción de las obras públicas con mayor urgencia en los once municipios. Una labor que, nuevamente, aplaudió el pueblo agradecido.
Regresó la entrega de la cesta alimentaria en los sectores populares, la reparación de viviendas; los vagones del Tren de la Salud de nuevo llegando a todos los rincones para prestar atención en distintas especialidades de salud, distribuyendo gratuitamente medicinas, y se acondicionaron los ambulatorios.
Los obreros y empleados vieron a Morel, frente al gobierno nacional, sin dobleces, con firmeza, respeto por delante y cumplimiento de la legislación en todo caso, reclamando lo referente a recursos para resolver deudas pendientes. La paz sindical, porque hay diálogo positivo, otra vez reina. En suma, los gremios tienen en Morel a su mayor aliado, como debe ser.
Su gobierno, altamente democrático, con lineamientos claros y de verdadero acento social, es una realidad irrebatible. Tal cual, y en su tiempo, Chávez lo reconoció y llamó a igualar por sus gobernadores.
Ahora, ante la margariteñidad, así puede comprobarse, que en cada uno de sus sectores tiene firme mayoría, Morel ha decidido presentar su candidatura a la reelección. Le avala mucha gente que no quiere que el progreso y desarrollo hasta ahora alcanzado, dentro del gran proceso socioeconómico de recuperación que en Nueva Esparta viene adelantándose, se quiebre, se estanque o se pierda.
Por eso Morel debe continuar al frente de los destinos regionales. Es un firme deseo muy acendrado en todos los sectores de la vida insular. Que nadie puede negar, porque salta a la vista.
Es una realidad, una verdad igualmente irrebatible, irrefutable, imbatible e incuestionable. Así lo asegura la gente en todos los pueblos de Margarita y Coche.
Morel, el demócrata que así ha sido desde que decidió, cuando muchacho, que sería político, siempre ha servido a los insulares. Afirmar que su tarea gubernamental ha estado dirigida a beneficiarlos resulta tan cierto como cierto ha sido, en el presente ejercicio el retorno de la recuperación económica y social neoespartana.
Negarlo, advierte la gente, es negar que la mar sea inmensa, honda y su agua salada
AngelCiroGuerrero