El consumo de tabaco continúa siendo un problema de salud pública que incide de forma directa en la calidad de vida de la persona fumadora. Pero, ¿qué efectos provoca la nicotina en el cabello y cómo influye este hábito en nuestra salud capilar? ¿Está directamente relacionado el tabaco con la caída del cabello?
Está comprobado que el consumo habitual de tabaco provoca un envejecimiento prematuro del cuero cabelludo. “El tabaco es, junto con la radiación solar, uno de los principales factores extrínsecos de envejecimiento de nuestros tejidos, debido a que las sustancias tóxicas que contiene pueden alterar el ADN de las células de los folículos pilosos desde dentro, alterando su metabolismo”, explica el doctor Joaquín Domínguez, de la clínica Hospital Capilar.
Por otro lado, añade el doctor Domínguez, el tabaco también puede afectar a la estructura externa del pelo por fuera, lo que favorecerá el envejecimiento prematuro del cabello y, al mismo tiempo, puede afectar al ciclo de crecimiento del folículo. Esto ocurre porque los productos químicos tóxicos presentes en el humo del cigarrillo pueden generar daños en la microcirculación de los folículos pilosos del cuero cabelludo, impidiendo que lleguen los nutrientes necesarios y alterando, por extensión, la correcta formación del nuevo cabello.
Así, al reducirse la circulación sanguínea, las vitaminas, aminoácidos y nutrientes que nutren el bulbo piloso tienen mayor dificultad para llegar a éste, lo que afecta en su correcta nutrición y produce, además, un efecto indirecto sobre el crecimiento capilar, contribuyendo a su miniaturización.
Además, existen estudios que afirman que el tabaco acelera la evolución y adelanta la aparición de la alopecia androgénica, ya que las sustancias nocivas del tabaco alteran los mecanismos implicados en la producción de estrógenos, incentivando la pérdida de pelo. Según el doctor Domínguez: “Las principales sustancias tóxicas del tabaco, como la nicotina y la cotinina, pueden afectar al ADN celular, al acumularse en el pelo, afectar su ciclo celular y provocar mutaciones en el ADN mitocondrial de los folículos pilosos. Además, el tabaco produce una disminución de los niveles de vitamina A, llegando a favorecer la atrofia dérmica, el acortamiento del lecho capilar y alterando la cantidad y calidad del colágeno y elastina”.
A esto habría que sumar que las sustancias nocivas del tabaco que se acumulan sobre el pelo y el cuero cabelludo hacen que éste se reseque y aceleran el proceso de envejecimiento del tallo del cabello, generándose una pérdida de brillo y vitalidad a nivel externo y, en general, una mayor fragilidad de la fibra capilar que contribuye a su caída.
Por otro lado, cabe recalcar que el estrés oxidativo, provocado por factores como la contaminación o el humo del tabaco, daña e incentiva el envejecimiento del melanocito, la célula que se encarga de producir el pigmento que da color al pelo. Una circunstancia que favorece la aparición de canas, al alterarse el metabolismo de estas células y sus enzimas.
El tabaco, por tanto, actúa como un agravante o acelerador de la alopecia, más que como su causante directo. “No obstante, los efectos negativos del tabaco en nuestro pelo solo se pueden revertir abandonando el hábito tóxico de fumar, por lo que es fundamental incrementar la conciencia y el conocimiento público de la relación existente entre el consumo de tabaco y la alopecia, con el fin de estimular el abandono de este hábito entre la población”, defiende el especialista de Hospital Capilar.
¿Qué recomiendan los expertos para paliar los efectos del tabaco en el organismo? Se aconseja llevar una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, proteínas y alimentos ricos en vitamina C; así como beber mucha agua, practicar deporte con regularidad para favorecer la circulación sanguínea y, por último, prestar especial atención al lavado diario del cabello, con el fin de eliminar los restos del tabaco.
Tabaco e injerto capilar
Ser fumador también puede ser perjudicial a la hora de someterse a un injerto capilar, ya que, al disminuir el flujo sanguíneo, el tabaco hace que se dificulte y ralentice la cicatrización e, incluso, puede producir la aparición de más costras; lo que afectará al resultado final del trasplante. Sin embargo, el hecho más negativo que pueden producir los aditivos del tabaco en esta intervención es la disminución en cuanto al porcentaje de folículos injertados, al alterarse la microvascularización de los mismos y del lecho vascular de la piel del cuero cabelludo.
Por ello, desde Hospital Capilar recomiendan no fumar en los quince días previos a la intervención, así como intentar evitarlo durante el primer mes tras someterse al mismo. “Es importante destacar que, si el hábito de fumar se mantiene en el tiempo tras la intervención, se podrían incrementar las posibilidades de dañar los resultados a largo plazo”, concluye el especialista.