Candela, es el nombre de la nieta de Jorge “Bocha” Ignacio, que de pequeña sintió atracción por los vehículos y jugaba con un karting Jeep a pedal que tenía un defecto: Era muy pesado y le costaba moverlo. Entonces, el abuelo que desde los 21 años trabajó de mecánico, le colocó un motor eléctrico.
Jorge y Candela iban a con el vehículo a jugar a la Plaza Terán, en el barrio porteño de Villa Real en Argentina y no pudieron evitar llamar la atención de los pequeños de la zona.
“Abuelo, todos los chicos me piden subirse y no tengo lugar. Fabrícame un colectivo”, le reclamó la pequeña. “¡Imposible!”, respondió con certeza Jorge.
Sin embargo, según publica el medio digital FiloNews, la idea le quedó resonando en la cabeza hasta que un día se volcó a la acción. El primer resultado fue un prototipo con motor Zanella, que seguía siendo pequeño porque tenía lugar para la conductora y un asiento más.
Luego de cuatro años y medio, fabricó el colectivo más pequeño del mundo, una réplica de un interno de la línea 109 -como se ve en la foto- donde trabaja como mecánico desde hace tres años.
El vehículo tiene capacidad para siete pasajeros, motor de Gilera, frenos de Fiat Duna y asientos de karting. El chasis y la carrocería fueron creados por él. El colectivo fue pintado con el mismo proceso que requiere uno original.
Con este mini autobus Jorge se dio el gusto de hacer el recorrido del 109 de Liniers hasta el Correo Central mientras la Policía lo escoltaba en el camino. Tiene la patente de la Gilera, pero no está autorizado para circular en la vía pública, salvo que pida permiso.
Candela creció y no conduce más su colectivo, así que desde hace algunos meses el abuelo lo lleva los fines de semana a la Plaza Terán, donde varios pequeños pasean y se sacan fotos.