El desarrollo del país, no se interrumpió durante los diez años de dictadura perezjimenista. Por el contrario, se le debe adjudicar algunas obras de capital importancia, aunque se distinguió por la represión, la persecución, tortura y asesinato.
Muy por el contrario, en los veinticuatro años del chavismo, Venezuela fue paralizada. El retroceso ha sido enorme en todos los ámbitos, sin discusión alguna. Negarlo es un absurdo. No hay discusión posible al respecto.
Sobran las pruebas. Los informes, tanto en lo económico como en lo social, con los cuales los más variados organismos internacionales examinan el crecimiento de las naciones, son todos verdaderamente negativos.
De paso, el régimen totalitarista, supera los niveles de violaciones de los derechos humanos llevados a cabo por la siniestra Seguridad Nacional. A la fecha, incontables los presos políticos, los asesinados por la policía, en cualquiera de sus niveles, además de los crímenes cometidos por los organismos militares y civiles, todos pugnando por ser el más siniestro.
En suma, la revolución que ganó el poder, gracias a la democracia, descuella, sin lugar a dudas, como el gobierno –si así puede llamarse- que, además de pésimo administrador, resulta tan corrupto como enfermizo perseguidor, por lo implacable, de quienes le adversan y se resisten al dominio comunista.
No hay manera de hacerle entender que gobernar no es ni improvisar ni tampoco implantar acciones sin sustentación alguna en realidades; que los gobernados no son simples piezas de su tablero personal en una suerte de ajedrez donde siempre gana porque tiene todo muy bien cuadrado para que su trampa le brinde la victoria.
Es un desgobierno que llegó para acabar con lo establecido, que sí funcionaba, ofreciendo transformaciones a diestra y siniestra que, en sumatoria perniciosa, resultaron abiertamente perjudiciales para la inmensa mayoría de los venezolanos, salvo el grupete de vivianes que, asumiendo de golpe un liderazgo que nunca habían ejercido, blandiendo una bandera y pregonando una ideología siempre rechazada por lo cruel e inhumana, terminan burlándose del pueblo que les confió, engañado, la victoria.
El chavista es un modo que, al examinarse con toda la fuerza de querer encontrarle sentido, queda al descubierto que solo es la repetición de viejas prácticas, todas dolorosas en sus resultados, del gobierno cubano, sustentado en el más atrasado, paupérrimo y decimonono sistema comunista soviético, el que finalmente cayó derribado por sus propias miserias, hecho polvo como el muro aquél, el de la vergüenza. Cómo terminará esta clase de regímenes que aún quedan sobre la faz de la tierra, una verdad incontrovertible.
Pensadores, analistas, estudiosos en todos los campos del pensamiento humano, no encuentra explicación que pueda interpretarse como defensa o valoración positiva de esta suerte de chicha con limonada, para emplear refrán tan criollo que muy bien define el despelote, con el cual estos señores gobiernan.
Y lo peor, de cómo pudieron destrozar al país, que era un país al cual la democracia, el buen gobierno que llevaron a cabo verdaderos presidentes ajustados a la regla, fueron desarrollando, en todos los niveles del crecimiento del progreso, y así entrase bien encaminado al nuevo milenio.
Todo el daño ocasionado, imperdonable situación a la fue llevada Venezuela desde 1999 al presente, tiene nombre y apellido: el esperpento llamado socialismo del siglo XXI, que la ha colocado tristemente en posición deleznable cuando, hasta 1998, fecha en que la democracia fue suplantada, era una nación de muy alta perspectiva en el orden mundial, no tanto por su riqueza petrolera, sino por su abierta libertad, civismo, respeto y reconocido esfuerzo de sus mujeres y hombres, empeñados en hacerla grande, empoderada, libre y de verdad soberana.
Esa antipatriótica tarea, tan inexplicable acción, tan impropia en el mundo actual, es el resultado de votar, conscientes o no, por aspirantes a tiranos, con solo un fin en sus vidas, subyugar a un pueblo que los cree sus salvadores.
También imperdonables lo son, por pecados capitales, entre otros, que el ya ido autorizase a Guyana emprender un amplio programa de desarrollo en Nuestro Esequibo, todo por satisfacer su fallida aspiración de liderazgo continental, fortaleciendo para siempre la apetencia guyanesa de apropiarse definitivamente de esa franja territorial que es de Venezuela desde tiempo inmemorable.
Lo es, asimismo, el cometimiento continuado de violaciones a la Carta Magna; la apropiación de hatos, fincas, haciendas, empresas e industrias; el irrespeto a los tratados e instituciones de carácter internacional; a personalidades mundiales que no le son afines ni menos aplauden las torpezas que a diario comete el régimen chavista; el no resolver, sino acrecentar mucho más la situación penitenciaria y por indolencia dejar que crezca la inseguridad; las grosera invasión, total, de los poderes públicos, convirtiendo los tribunales en sitios para la injusticia y, sin que ya nadie se asombre, en abrirle las puertas a la más gruesa, inmensa y gigantesca corrupción, como pocas habidas en el mundo.
Ya citamos que la represión, la persecución, la cárcel, tortura y el asesinato son, igualmente, puntos negros que, la Corte Penal Internacional califica de crímenes de lesa humanidad, por los cuales está a punto de responsabilizar, con sufrientes pruebas, a un gran número de culpables, todos integrantes destacados de la claque gobernante.
El país, cansado de tan pesada carga de vicisitudes, que genera de a continuo la perversa gestión revolucionaria, clama por el pronto encuentro de la gran solución, que es la electoral, el verdadero deseo nacional, sincero y justo, que le ponga término al sufrimiento.
Pero, de una vez por todas, con la firmeza de no ceder, bajo ninguna forma, ni a chantajes ni acomodos de última hora, que intente perpetrar el deslucido gobierno en su alocada pretensión de perpetuarse en el poder. Los venezolanos responsables, sabrán muy bien defender que nada malévolo ocurra y estarán pendientes, muy pendientes, de que ningún precandidato caiga en la tentación de acomodarse con el gobierno, previo a la elección primaria y así intentar ganar la candidatura.
Pasará a la historia como el gran traidor. Será quien le entregue al chavismo, otra vez y en bandeja de plata, el poder. Imperdonable.
AngelCiroGuerrero