Celebrada las elecciones primarias, consolidada la unidad en torno al liderazgo y la candidatura de María Corina Machado transitamos un camino lleno de acechanzas, riesgos e incertidumbre.
La dictadura socialista sigue mostrando su rostro antidemocrático y busca aferrarse al poder de forma burda, grotesca y arbitraria. El desafío en esta hora es perseverar en la lucha política, democrática y electoral. También es la hora de la unidad, el desprendimiento y la humildad.
Si bien es cierto que logramos movilizar a 2.5 millones de ciudadanos expresando su apego a la democracia, el deseo inquebrantable de cambio y el rechazo al socialismo del siglo XXI, también es cierto que necesitamos multiplicar por 3 esa cantidad significativa de ciudadanos para garantizar la victoria electoral del 2024.
Tenemos, además, que multiplicar por 8 el número de funcionarios electorales y transitar un camino escabroso a lo largo de un año, en el cual la camarilla roja inventará todo tipo de artimañas para desalentar el espíritu de participación, lucha y cambio que hemos logrado despertar en el seno de la sociedad.
El desafío de esta hora nos obliga a inscribir en el Registro Electoral a unos dos millones de jóvenes en edad de votar que aún no lo han hecho. También debemos orientar, para efectuar el cambio de centro de votación en el REP, a los dos millones de migrantes internos que han cambiado de residencia en la última década.
Examinar en cada caso la situación en la que se desenvuelve su vida, para estar seguros del lugar donde podrán votar el próximo año de modo que no se pierda ni un solo voto, por no estar cerca de su centro electoral.
Vamos a educar a la ciudadanía respecto de las técnicas y tácticas de los sistemas autoritarios para crear el desaliento y sembrar la desesperanza. Aún tenemos densos sectores de nuestra sociedad que examinan y juzgan el comportamiento de los actores políticos, sobre todo los de la cúpula del poder, como si viviésemos en una democracia.
Necesitamos crear mayor resiliencia, fortalecer el espíritu ciudadano, afirmar la convicción respecto de nuestra lucha democrática y de la ruta electoral planteada.
De esa forma podemos bloquear el alma colectiva e inmunizar a la población frente a las campañas de división y desinformación que vendrá en los próximos días y meses. Si alguna situación es mutante es la relativa a los estados emocionales de la población. No podemos confiarnos en el éxito de la jornada del pasado 22 de octubre.
Aparecerán los agentes de la dictadura mimetizados y disfrazados de “independientes” para tratar de cazar incautos y dividir el voto ciudadano.
El desafío de esta hora es el rescate de la democracia, el establecimiento pleno del estado de derecho. Lo que está planteado es la sustitución del autoritarismo y el militarismo. Logrado ese objetivo podremos entrar a un debate respecto a los modelos socio económicos que aspiramos para nuestro país.
La unidad a la que estamos convocados en esta hora es a la del restablecimiento de la convivencia civilizada. No se trata de una unidad convertida en unanimidad. No se trata de una suma amorfa que conlleva a la pérdida de la identidad de las organizaciones sociales y políticas, ni a la renuncia a la conquista de derechos específicos, ni al desarrollo de proyectos sociales, culturales, políticos y económicos sectoriales nacionales, regionales y locales.
Se trata de entender que de avanzar la instauración de la dictadura no habrá cabida para ningún derecho, ni para ningún otro tipo de proyecto que no sea la sumisión acrítica y laudatoria a la camarilla que detenta el poder.
Vamos entonces a poner de lado cualquier proyecto personal, grupal, partidista o sectorial para rescatar nuestra vida democrática y poder reconstruir nuestra amada Venezuela.
Restablecido el estado de derecho, con instituciones independientes y sometidas a los principios fundamentales de la democracia, tendremos el deber de impulsar una reforma política donde se garantice el pluralismo político y se cuente con partidos auténticamente democráticos capaces de garantizar la participación ciudadana.
Pero más allá de estos elementos estrictamente políticos e institucionales, el gran desafío de la hora presente para toda nuestra sociedad, es atender en paralelo la tragedia humanitaria compleja que padecemos y lograr la reactivación de nuestra economía; con una participación entusiasta de empresas privadas, capaces de inyectar capital, tecnología y gerencia a la deprimida actividad productiva de nuestro país.
En estas ideas considero se resume la agenda estratégica fundamental de nuestra sociedad para los meses por venir.
CésarPérezVivas