El ciclo ovárico tiene un ritmo aproximadamente mensual bien establecido, pero se desconocen los mecanismos implicados en su regularidad. Un equipo científico ha constatado ahora que el ciclo menstrual depende de los ritmos circadianos internos más que de procesos externos.
Se trata de la principal conclusión de un estudio que publica la revista Science Advances, para el que se han utilizado datos de los ciclos menstruales de más de 3.000 mujeres europeas y norteamericanas. Los investigadores observaron una débil correlación entre los ciclos ováricos y lunares.
Algunos grupos creen fervientemente que el ciclo menstrual sigue las fases lunares y otros, como los biólogos, sostienen que es mucho más probable que el proceso esté ligado a los ritmos circadianos -el reloj biológico que controla los procesos fisiológicos en el cuerpo en ciclos de 24 horas-, explica un resumen de la revista.
En este trabajo, el equipo liderado por René Ecochard, de la Universidad de Lyon, refuerza esta última teoría realizando análisis estadísticos epidemiológicos sobre un conjunto de datos antiguos de 26.912 ciclos de 2.303 mujeres europeas y una base de datos más reciente de 4.786 ciclos de 721 mujeres norteamericanas.
Utilizando estos dos grandes conjuntos de datos, «encontramos pruebas de que es más probable que las características rítmicas del ciclo menstrual se expliquen por un mecanismo impulsor endógeno similar a un reloj que por cualquier otro proceso interno o externo», resumen los autores en su artículo.
Este serviría para corregir las discrepancias en la duración del ciclo menstrual, es decir, la alternancia entre ciclos más cortos con otros inusualmente más largos.
Así, los investigadores descubrieron la presencia de ‘saltos de fase’, cuando el reloj interno no consigue mantenerse sincronizado en un punto y se ‘autocorrige’ saltando bruscamente al siguiente estado estable. Los saltos de fase son indicios de un fenómeno circadiano llamado coordinación relativa.
«Del mismo modo que se necesitan unos días para compensar un desajuste entre la fase circadiana [interna] y la alternancia día-noche después de un viaje intercontinental, pueden ser necesarios varios ciclos para compensar una discrepancia entre el ciclo ovulatorio y un cronómetro interno después de que se hayan producido uno o varios ciclos de duración inusual», explican los autores.
El equipo también investigó si el ciclo lunar de 29,5 días tenía alguna relación con los ciclos ováricos y halló una correlación muy leve que variaba según los continentes.
Se observó que las mujeres europeas comenzaban a menstruar de manera más frecuente en luna creciente, mientras que las norteamericanas lo hacían en luna llena, una circunstancia que estaría más relacionada con el estilo de vida que con la luna.
«Dada la necesidad de encontrar tratamientos eficaces de la subfertilidad en la mujer, nuestros resultados deberían confirmarse en poblaciones más amplias y deberían evaluarse enfoques cronobiológicos para optimizar el ciclo ovulatorio», indican los autores.
Para la investigadora Cristina Carrasco, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Extremadura, las conclusiones del estudio resultan muy interesantes y suponen un punto de inflexión en el avance del conocimiento sobre la fisiología reproductiva femenina.
Entre las limitaciones, que los propios autores destacan, se encuentra la diferencia en las épocas en las que se recogieron las bases de datos (entre 1960-1990 para la europea, frente a los 2000 en la norteamericana), añade la investigadora, que no participa en el estudio.
Esto podría influir en los resultados obtenidos, añade Carrasco a Science Media Centre, una plataforma de recursos periodísticos científicos.
Notiespartano/800Noticias