En efecto, lo es. Por representar, con todas las credenciales que exige la Constitución, la moral pública y sobre todo el inmensa deseo y la indeclinable decisión de la mayoría de venezolanos de un cambio que nos regrese la democracia y devuelva el progreso y desarrollo que la roja revolución socialista, que de bolivariana no tuvo ni tiene y menos tendrá a su favor éxito alguno, nos robó grosera, descarada y dramáticamente.
Asimismo, porque Edmundo González Urrutia es un ciudadano cabal, venezolano por los cuatro costados, que puede mostrar su cédula y su raigambre sin preocupación alguna, nacido en La Victoria, estado Aragua; unánimemente aceptado por las fuerzas políticas de oposición democrática para asumir el mando de la nación en las elecciones presidenciales del 28 de julio.
De amplia formación académica y experimentado ejercicio como servidor público, es un reconocido diplomático que, dentro de la Cancillería cumplió una excelente tarea y otro tanto en el exterior representando a Venezuela en Argentina y Argelia.
Intelectual reconocido; eficaz estratega, acertado consejero, hombre de decisiones, tiene ya sobre sus hombros la pesada, delicada y patriótica misión de enrumbar al país por la correcta senda de la paz nacional, directamente encaminada al encuentro de la Tierra de Gracia que nos la merecemos todos los que sí amamos y nos duele Venezuela.
Edmundo González Urrutia llega a tan comprometido sitial liderando a más de las tres cuartas partes de los venezolanos, que de verdad así lo señalan las encuestas y que sin mentira alguna es lo que se escucha en las calles, como acertada propuesta, jugada magistral de María Corina Machado, abiertamente respaldada por la Plataforma Unitaria, en respuesta clara y determinante, por lo demás demostración de suma inteligencia y acerada valentía frente al régimen.
Su aceptación al llamado que le formula la república en hora de gran tribulación y de peligro inminente para la paz y la libertad nacional lo ha hecho con la mayor humildad posible, recordándonos quizás al Cincinato que era llamado por el Senado romano cada vez que el imperio se veía amenazado; entonces viajaba a Roma para sustituir a los que no servían y después de sanear los grandes entuertos de los Césares, corruptos, dictadores y megalómanos, regresaba feliz a su humilde granja donde ganaba con esfuerzo diario su sustento.
Le habrá de corresponder llevar a cabo una tarea bíblica. Recibirá un país a las puertas del barranco, reinando la desidia, la irresponsabilidad, la inseguridad y una altísima corrupción en todos los estamentos de un régimen que equivocó de plano la conducción de los intereses mayores de la nación, los cuales manejó a su antojo, tratando de imponer a la fuerza un socialismo decadente, pernicioso y malévolo que quebró gravemente la estructura del Estado, en su intento represor en todo sentido de destruir la democracia.
En su primer Mensaje a la nación marcó el rumbo: trabajo, orden y libertad. Palabras sencillas, pero de hondo sentido, determinantes. “Este es el momento de lograr una transición democrática en paz para los venezolanos».
Dijo no tenerle miedo a Maduro ni a su gobierno pero si mira “con reservas debido a la responsabilidad que conlleva eso”, y en “ese sentido” advierte que “quienes están en el poder ven a la oposición más como unos enemigos que como adversarios”, las cuales “son circunstancias que te pone la vida», pero «es subalterno al lado del desafío que tenemos por delante» y, aseguró: «Venezuela necesita dejar a un lado la pugnacidad, la diatriba política, la confrontación que han caracterizado los últimos 25 años”.
Reiteró ser el candidato de la unidad y no de una fracción política y reconoció que “la cara visible de la campaña será la misma María Corina Machado”, indicando que “todos estamos haciendo un esfuerzo unitario para no solo dar la sensación, sino la impresión de que somos una candidatura unitaria que busca la transición»” y subrayó los siguientes lineamientos que, en su opinión, atenderá con prioridad:
La Recuperación económica. La Salud y Educación. Los Servicios Básicos, (agua y electricidad “que sin ellos se daña la vida diaria e impiden el crecimiento económico”). La Migración. La Libertad de Expresión (“Una Venezuela de todos donde nadie sienta temor a ser perseguido por sus ideas”) La Independencia de los Poderes Públicos (“para tener una democracia plena”) y Justicia y libertad de los presos políticos.
Edmundo González Urrutia, tal como lo apunta su gran amigo Germán Freitas Núñez, cronista del pueblo natal del abanderado de toda Venezuela, es “el candidato de La Victoria” y, sin lugar a dudas, con más del 80 por ciento del total de votos, el seguro presidente de la república. Anótenlo…
AngelCiroGuerrero