Ante la ausencia del boletín epidemiológico desde el año 2016, la ONG Convite busca cooperar en la detección de los mayores problemas de salud que afectan a los venezolanos.
La directora de proyectos de Convite, Francelia Ruíz, destaca que han levantado información que impacta el acceso de los ciudadanos al derecho a la salud, como lo es la escasez de medicinas, y que afectan también el derecho a la vida.
“Ahora estamos incorporando también hepatitis y VIH a este monitoreo… Hemos instalado en ocho estados del país salas situacionales de monitoreo epidemiológico, no pretendemos sustituir el rol del Estado. Es el Estado quien tiene la responsabilidad y la función de brindar a la ciudadanía datos epidemiológicos actualizados y accesibles”, señala.
El Sistema Alternativo de Monitoreo Epidemiológico es otro proyecto que presenta Convite como una forma de obtener datos y hacer seguimiento de enfermedades de notificación obligatoria sin liberar de responsabilidad al Estado.
Ruiz reconoce que hay riesgos como ONG al hacer seguimiento y documentar información que el gobierno ha calificado como de “seguridad de Estado”, pero aseguran que sus proyectos son transparentes y auditables con protección de la fuente.
“Es más costoso el no documentar esta información”, asegura.
Los reportes de la organización han servido para generar acciones que abordan directamente los problemas de salud, por ejemplo el acceso al agua potable.
El presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología, Manuel Figuera, afirma que es absurdo privar a la población de la información epidemiológica creyendo que es inadecuado, pues genera problemas en las políticas de prevención de enfermedades.
“En Venezuela no sabemos de qué se están muriendo las personas… Entonces qué pasa si estamos a ciegas, simplemente tenemos cifras que creemos o no creemos”, expresa.
Huniades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, asegura que el país tiene un mayor retorno de inversión cuando destina a fondos a la vacunación que cuando lo hace a programas de gobierno como los bonos económicos.
“Usted vacuna a un niño viviendo en la pobreza, el retorno es 16 dólares; esto está estudiado a nivel mundial. Porque el muchacho no se muere, porque el muchacho no necesita medicamento porque le previene una enfermedad, la mamá no deja de ir a trabajar o el papá, al que le toque cuidar el muchacho. Entonces es una farmacoeconomía cosa que no han entendido todavía los diferentes ministros”, apuntó.