Los condilomas, también conocidos como verrugas genitales, es la infección de transmisión sexual (ITS) más frecuente del mundo. Se estima que entre el 5 y el 10% de la población tendrá al menos un episodio a lo largo de su vida, según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). En el caso de las mujeres, aunque este problema no se asocia al cáncer de cuello de útero, sí es cierto que puede provocar una lesión precursora de este tumor.
En concreto, los condilomas están causados por el Virus del Papiloma Humano (VPH). “Existen más de 150, lo que se conoce como genotipos, que son variaciones del mismo virus. Dentro de ellos, hay algunos que pueden producir verrugas, siendo los más frecuentes el 6 y el 11”, explica Raquel Oliva, miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y profesora de la Universidad de Murcia (UM). La ginecóloga destaca la necesidad de explicar a las mujeres que la infección por el VPH es relativamente frecuente, sobre todo si no están vacunadas.
“Sin la vacunación, esta infección se puede producir hasta en el 80% de las mujeres sexualmente activas. Una de las cosas más importantes que hay que aclarar es que muchas personas eliminan la infección sin dar ningún síntoma. Se contagian, pero su propia inmunidad consigue eliminar tanto el virus que se asocia a las verrugas, como el virus que se relaciona con lesiones precursoras del cáncer de cuello de útero ”, señala.
Como se ha mencionado, muchas de las pacientes con esta ITS son asintomáticas, “solo si se tocaran la vulva notarían una sobreelevación, normalmente rugosa y dura”, aclara la experta, quien agrega que es habitual que estas lesiones vuelvan a aparecer durante los dos años siguientes al primer brote. A pesar de ello, tampoco es extraño que haya mujeres que sufran picor en la zona o prurito. En cuanto a la localización, se suelen encontrar en los pliegues de la vulva, alrededor de la entrada de la vagina o del ano, incluso en el interior de las paredes vaginales y en el cuello uterino.
Un aspecto importante a considerar es el tamaño del condiloma. “Puede haber verrugas desde un milímetro hasta varios centímetros”, indica Oliva. En este sentido, aunque normalmente para el tratamiento o el diagnóstico no hace falta analizar estas lesiones, será necesario en caso de que las mismas “sean muy grandes o muy sintomáticas porque pueden simular una verruga, pero que se trate de otra cosa”. Por ello, insiste la especialista, es fundamental acudir a un ginecólogo en cuanto detectemos una lesión en la vulva.
Tratamiento de las verrugas genitales
Las verrugas genitales se pueden tratar de diversas formas. Oliva distingue entre aquellos tratamientos a los que la paciente puede recurrir desde casa y los que se aplican desde la consulta. “Dentro de los que se utilizan desde casa también los hay de varios tipos. En general, son inmunomoduladores, lo que quiere decir que tienen la función de intentar eliminar la lesión, pero también de aclarar en parte la carga viral”, detalla la ginecóloga.
Generalmente, hay dos tipos de medicamentos inmunomoduladores: el imiquimod y las sinecatequinas. Recetar uno u otro dependerá de la eficacia que tenga sobre cada caso y de la disposición de la paciente (algunos de estos tópicos deben utilizarse varias veces al día y otros, en cambio, se emplean de forma más espaciada en el tiempo). “Como hay un arsenal, intentamos explicar a nuestra paciente qué opciones tenemos”, afirma la especialista, quien advierte que la crema debe aplicarse únicamente en la zona del condiloma. De lo contrario, puede quemar el resto de la mucosa. Con este tratamiento, las verrugas suelen caer y desaparecer en seis u ocho semanas.
En cuanto a los tratamientos que se realizan en la consulta, la ginecóloga afirma que con frecuencia se hace uso del ácido tricloroacético en una concentración alta aplicado directamente sobre la verruga. Se trata de un líquido que la paciente no puede utilizar en casa porque es muy fuerte y, por tanto, corre el riesgo de lesionarse.
Entre los tratamientos destructivos, el ideal sería la vaporización del condiloma con láser “porque va a conseguir vaporizar la lesión sin dejar ninguna secuela”, cosa que sí ocurre con el bisturí eléctrico, “que puede volver más blanquecina la zona donde estaba la verruga”, subraya Oliva. Asimismo, la experta comenta que la intervención con láser es muy poco dolorosa y para lo que solo haría falta un poco de crema anestésica previa. “El problema es que se trata de una tecnología muy avanzada que no está disponible en la mayoría de los sitios de medicina pública, por lo que muchas mujeres no tienen acceso a la misma”, lamenta.
La exéresis (extirpación quirúrgica) con bisturí eléctrico es otra manera de abordar los condilomas. ¿En qué casos sería una opción? “Cuando las lesiones son muy grandes y ningún tópico es capaz de eliminarlas o cuando queremos analizarlas para asegurarnos de que son benignas”, responde la ginecóloga. Las pacientes pasarían por quirófano para extirpar todas las verrugas, que se pueden extender, sobre todo en personas inmunodeprimidas. “Una paciente que esté infectada por el VIH tiene menos inmunidad, lo que puede hacer que las verrugas sean muy extensas”, ejemplifica.
Por último, la especialista declara que, en ausencia de tratamiento, puede desaparecer hasta un cuarto de las lesiones, pero dejar que ocurra esto y no acudir al ginecólogo es algo que no aconseja por dos motivos: “Primero, porque, como hemos comentado, debemos asegurarnos de que se trate de un condiloma y, segundo, porque dejar las verrugas puede hacer que se extiendan”.