Los venezolanos, agobiados como están por la terrible situación que han vivido en estos últimos veinticuatro años, los más crudos, duros, de represión política, crisis económica, roto en mil pedazos el débil tejido social y miles de millones de dólares robados por el jeque Ali Baba y hasta ahora sus 60 ladrones, que sí están presos pero el jefe no, definitivamente decidieron plantarse firmes ante tanto agravio del gobierno.
Es público y notorio que una inmensa mayoría está totalmente de acuerdo en que la vía que los ha de llevar a una salida, civilizada y organizada, pero firme y democrática es la electoral. El objetivo se alcanzará, de eso no cabe duda, aunque los opresores del pueblo intentan burlarse una vez más, que no les resultará posible, y crean que podrán impedir el triunfo de la democracia frente al comunismo
Quien ponga en duda que los millones de venezolanos quieren elecciones, es porque todavía está creyendo en cuentos chinos, que son igualitos a cuentos cubanos, árabes, turcos, iraníes y rusos, o sencillamente perdió la fe en que es realmente posible salvar a Venezuela. Y mucha culpa al respecto tiene un grupo, afortunadamente mínimo de opinadores, y otros que quizás disociados piensan de este modo al escuchar auto alabarse al régimen que no pierde ocasión en intentar tapar sus reiterados y abismales errores con su continua prédica, tan grosera como mentirosa. Pero la verdad es una sola: a la fecha: la fuerza del gobierno a diario disminuye y lo que otrora era un caudaloso río ahora es un modesto arroyuelo. Que poco a poco se va secando..
Es tanto el fraude y la depredación cometido contra el país, que más del 82 por ciento de su gente rechaza al presidente. De sus ministros, gerentes y directores de organismos y empresas públicas en conjunto, la sumatoria es altamente funesta. Lo indican las encuestas.
Diariamente se aprecia cuánto de descompuesto está el gobierno y cómo el desorden abunda a extremos que resultará supremamente difícil desenredar la madeja en la cual los revolucionarios convirtieron el manejo del Estado. La corrupción campea. Está en cualquier intersticio, como plaga de comején carcomiendo todo hasta desmoronar al propio régimen. Una vergonzante realidad.
Lo que en estos días se desarrolla está siendo visto con profundo rechazo por millones de ciudadanos honestos y de acendrada moral en todo el mundo. Los mismos que hasta 1998, sabían a Venezuela soberana, pacifista, democrática, respetuosa con todas las naciones; apegada a su constitución y leyes; de gente, trabajadora insigne, con un gobierno desarrollando planes y programas de verdadero crecimiento nacional y severa defensora de los Derechos Humanos. Por supuesto que la razzia contra los ladrones, que el presidente y el liderazgo de su partido -que no toda su militancia lo siente así- pretende hacer pasar como una lucha anti corrupción, Si fuese realmente indiscutible se le estaría globalmente reconociendo, medida que debería haber tomado, el occiso comandante y desde que lo reemplazó el actualmente debilitado presidente.
Pero no lo hicieron. Su negativa abrió las compuertas al desmadre. Desde entonces al presente, casi resulta imposible cuantificar lo sustraído. Es una cantidad que podría estar superando ya los 700 mil millones de dólares, entre lo atracado, lo dilapidado y lo regalado de manera irresponsable en la compra de solidaridades. Por eso no hay plata para aumentar el salario a los trabajadores, al servicio del Estado Menos para financiar la venidera campaña del oficialismo, lo único que le importa y preocupa al gobierno. Esto último es lo que provocó la razzia para tratar de recuperar parte de lo sustraído por los ahora vestidos con la braga naranja que están cantando en tribunales, mientras el jefe de la banda está libre, aunque altamente vigilado en Fuerte Tiuna.
Lo que no pudo esconder el gobierno de toda esta trama es su verdadero objetivo. Lo trató de cubrir con la captura de los corruptos en cuestión, propinándole un fuerte mazazo a quien fue llenando la cueva del tesoro para asegurarse su acceso al poder, en su afán de birlarle al camarada mayor su incontrolable apego a la presidencia. En fin, el contra golpe de estado perfecto: Lo desarmó y ahora está buscando por todos los rincones dónde tiene los reales escondidos. Lo que ocurrió, según los investigadores, historiadores y analistas, es muy típico en los gobiernos totalitaristas, donde en la lucha por el poder sus contrincantes no se eximen de ningún desafuero, incluyendo la alta traición. Pero en poco tiempo alguno de los presos, cantará en voz alta la verdad y nada más que la verdad, obligado por el remordimiento y el miedo a una larga condena.
El tinglado quedó descubierto y está siendo manejado a conveniencia por la justicia revolucionaria. El gobierno seguirá insistiendo en que busca detener la corrupción, lo cual es incierto. Se insiste: si lo fuera el aplauso sería atronador.
El verdadero libreto es el otro. Es la feroz pelea por la silla. Sin embargo, de este bochornoso proceso está surgiendo algo que ya es público y notorio::un reforzamiento indeclinable de los venezolanos por resolver la aguda situación política, mediante la salida electoral, comenzando por que se transforme de raíz el cuestionado Consejo Nacional Electoral.
Por lo pronto, para las primarias donde el pueblo habrá de seleccionar, sin presión alguna, a la mujer o al hombre que lo representará en la elección presidencial, deberá el gobierno permitir la inscripción en el Registro Electoral a más de 3 millones de jóvenes que acaban de cumplir los 18 años de edad; reconocer que sólo tiene 100 mil personas registradas de los más de cuatro millones de los que que se vieron obligados a marcharse al exterior, y tienen derecho a sufragar, amparados por la constitución; y quitar los impedimentos o inhabilitaciones por ilegales que ha colocado como minas para obstruir la inscripción de algunos candidatos.
Por su parte, y sobre la marcha, porque se apresura el día, la Comisión designada por la sociedad civil, tendrá que definir la forma en que se realizarán las primarias, -que debe ser manual, es grito unánime- sin participación alguna del CNE oficialista, y llevado a cabo con la extrema vigilancia de la propia ciudadanía.
Firmes los venezolanos, amurallados con esa democrática medida, la presión que se desarrollará día a día, adquiere dimensiones gigantescas exigiendo al gobierno garantizar, con un depurado organismo que tenga una data confiable, que estará blindado por todas las bases legales y constitucionales, capaz de certificar que los comicios presidenciales serán totalmente libres y transparentes. Tanto que, a la hora del conteo de los votos nadie podrá, por más que lo intente, cambiar los resultados que esta vez, de manera probadamente irreversible, le darán la victoria al pueblo para que Venezuela sea nuevamente libre.
AngelCiroGuerrero