El oficialismo comienza el nuevo año buscando infructuosamente la repuesta más conveniente para explicarle a la poca militancia que aún le queda, la inexorable derrota que recibirá en las presidenciales.
Por no saber cómo enfrentar a terrible situación, Maduro se ha encargado de regar la bola de que no sabe si será el abanderado, pero en el fondo lo que intenta es abrir el abanico para que en el PSUV se echen aire otros aspirantes, entre ellos Delcy Eloina, el murciélago Lacava y, por supuesto, el hombre del mazo, aunque este último al parecer no lo dejarán ir al baile. El psiquiatra, que sí huele el fracaso, se reserva para un imposible pasado mañana.
Visto así el panorama, Maduro comprobará quiénes le están latiendo en la cueva. Pero lo cierto es que, en la barriga del monstruo, ya no tan prepotente y fiero, comienzan a surtir efecto los demoledores informes del G2 cubano anunciándoles el fin y acusando a la troika gobernante de ser los culpables de llevar al traste a la revolución.
Entre tanto, la primera combatiente, estando ya en libertad sus sobrinos y bien acomodados el resto de sus familiares, hace lo imposible por aparentar la calma chicha, luciendo los más vistosos trapos a la moda.
Mientras, a miles de kilómetros del escenario rojo, el país avanza cauteloso en la conformación de llamado que formula María Corina Machado. El de la ¡Gran Alianza Ciudadana que, de verdad, comienza a concretarse! Los venezolanos la saben necesaria y confían en ella para, finalmente, como muralla insalvable para el adversario, alzarse electoralmente en lo que ya todo el mundo advierte será un triunfo exitoso por lo arrollador y multitudinario que decidirá el retorno a Venezuela del desarrollo, del progreso, de la paz y de la libertad.
El totalitarismo, desesperado como está, ahora más que nunca actúa a lo loco. Ellos creen, todavía, que siguen teniendo mayoría entre la gente. Se tapan los ojos para no ver las gigantescas grietas que se abren en la militancia y las largas filas de migrantes abandonando la revolución, culpando de su total fracaso a la dirigencia que no la supo conducir, pero sí llenarse las alforjas con todo tipo de prebendas, fortuna aparte.
Venezuela anhela el cambio y desde ya trabaja para que, constitucional y democráticamente, pronto se concrete. Apenas unos cuantos, rodilla en tierra, siguen en el barco que, cuando comience a hundirse, buscarán salvarse.
Los venezolanos responsables, que no buscan cobrar cuentas sabrán dejar en manos de la Justicia tan espinoso asunto, confiados en que prevalecerá la verdad, nada más que la verdad porque serán jueces con clara conciencia de su verdadera misión los que habrán de imponer la ley en cada caso.
Tampoco se puede ocultar que en la Corte de Justicia Internacional se mueven lenta pero responsablemente los ya bien sustanciados documentos, que encierran todas las pruebas necesarias para juzgar a los culpables de crímenes de lesa humanidad, que todo el mundo sabe cuáles y cuántos son.
En política nunca se sabe si dos y dos son cinco y nunca cuatro, por más que los analistas intenten visualizar el camino correcto. Dan pistas, sí, que algunos asoman correctas, pero a la hora de la verdad, lo que tiene certeza es que cuando la gente decide no hay nadie que la detenga,
Y eso queridos amigos, es lo que está escrito: Venezuela ya decidió ir hasta el final con María Corina Machado como su auténtica líder.
AngelCiroGuerrero