Qué desfachatez el ir tan lejos, en primera clase, es decir con todas las comodidades, y gratis para más ñapa, a meter la mentira más grande del mundo a presidentes y diputados, junto al inefable Gerardo Blayde, en la sede del Parlamento Europeo, allá en Bruselas.
Qué cara, por lo limpia, se supone, de la vicepresidenta al ir tan tranquila, así actúan los irresponsables, a tratar de engañar diciendo que la revolución no es culpable, que en los 25 que ya van a cumplir, refundaron Venezuela, porque al llegar al poder, la encontraron destruida, sumida por culpa de la democracia en el abandono, arrojada al despeñadero de donde ellos, los chavistas, con esfuerzo redoblado, amor por el pueblo y sin robarse una locha, la encontraron y rescataron.
Que actitud tan infame (sinónimos dixi: perversa, perverso, maligna, maligno, mala, malo, siniestra, siniestro) la de la funcionaria, que esta vez no tocó tierra española ni llevaba pesadas maletas, salvo el tradicional fajo de euros para la compra de chucherías, además de un discurso plagado de mentiras que le ganaron aplausos, desde luego, incluyendo el dado por el representante de Fospuca y los dos besos en los cachetes que le diese su amiguito, el que dentro de unos días dejará La Moncloa al gallego Feijóo, que lo sacará de allí a punta de votos.
Qué demostración de cinismo, procacidad, contumelia, imprudencia, descaro, desvergüenza, e insolencia la de esta hermana del psiquiatra que, cuan inteligente Goebbels, el súper ministro de Hitler, ya armó la sentencia y se la entregó al TSJ para tratar de llevar al paredón la Primaria, esta vez impelidos por el miedo, que también quiere decir arrastrados, que los oficialistas le tienen a María Corina Machado quien, junto a millones de ciudadanos le propiciarán la derrota más grande de toda la historia, al régimen el venidero 22 de octubre.
Derrota que también sufrirá, de manera aplastante, el águila del Zulia, que sí caza moscas, esperando que Maduro lo designe su contrincante, por ser el más fácil de vencer sin problema alguno.
Hasta dónde llega el atrevimiento de ir tan lejos a meter embustes del tamaño de una catedral, por decir lo menos, y pretender que es mentira que a Venezuela la sometieron a un craso retroceso en todo sentido; que se impuso la represión, la persecución, la cárcel, la tortura, el desfalco, el derroche, la gigantesca corrupción, el irrespeto brutal a la propiedad privada, que incluyó la muerte del modesto productor Brito, el Gandhi venezolano, verdadero mártir a quien dejó morir el gobierno que dijo llegaba a proteger al campo y al campesino.
Un régimen que quebró la economía al extremo que aún no se recupera, por más propaganda en contrario; el cometimiento de crímenes de lesa humanidad, con más de 8 mil testimonios como irrebatibles pruebas; la entrega del Esequibo a Guyana, hecha públicamente por Chávez y el olvido, a conveniencia ideológica de Maduro sobre nuestra Reclamación.
Pero en Venezuela no pasa nada.
Sólo que el régimen ya no encuentra qué hacer, dentro de la locura en que últimamente viven el presidente, los hermanitos Rodríguez y el cancerbero Diosdado, muertos de miedo ante la avalancha de votos, que intentarán inútilmente detener para que no los arrolle definitivamente porque, ¿qué harán ante los millones de ciudadanos exigiéndoles por última vez, Constitución en mano, que quieren votar para botarlos? ¿Se atreverán a lanzar el fósforo que incendie la pradera? ¿Serán el elefante entrando a una cristalería? ¿Le arrebatarán el dulce a un niño? ¿Le pegarán a una anciana que intenta flamear el tricolor? O, como dijo el del mazo, ¿ni por las buenas ni por las malas entregarán el mando? ¿Acaso olvidan que desde ya son reos de la justicia, la que les aplicará la Corte, cerquita de Bruselas, por cierto, donde Delsy fue a decir, sin vergüenza alguna, que en Venezuela no pasa nada? ¿Se le olvidaría que ella y su hermanito declararon haberse sumado a la revolución tan solo para consumar su venganza personal? ¡Y miren cómo lo han logrado!
Pero tranquilos, panas, que en Venezuela no ha pasado…nada bueno, sino todo lo peor. Que nada ni nadie podrá desmentir lo ejecutado (sí, lo que huele a ejecución) por esta quinta república que fenecerá el 2024, fecha en que los rojos habrán de entregar el poder. Por las buenas o por las malas.
Las malas para ellos es la ley, es la Constitución, es el reclamo de multitudes en la plaza pública; es no saber qué hacer frente a la mayoría de gobiernos de la tierra que reclamarán libertad para Venezuela donde, según la hermana del hermano, aquí no ha pasado nada.
¡Ah! Al cronista se le olvidaba que Lula al fin reconoció la verdad: Venezuela está cansada. Le faltó decir, hastiada de sufrir al régimen que la destruyó, la burló, la engañó y sometió a los venezolanos. Pero tranquilos, no necesitamos tus consejos, Lula, porque, aquí, a pesar de todo, no ha pasado nada.
AngelCiroGuerrero