
A medida que pasan los días salen a la luz nuevos detalles de los maltratos que recibieron los migrantes venezolanos que fueron trasladados por el Gobierno de Estados Unidos (EEUU), presidido por Donald Trump, a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador.
La revista estadounidense Time publicó un artículo titulado “Lo que vivieron los venezolanos deportados a El Salvador”, en el cual el fotoperiodista Philip Holsinger mostró la llegada de los connacionales y compartió sus impresiones sobre el accionar de las autoridades.
Holsinger sostuvo que los rostros de los venezolanos “eran los de hombres que de ninguna manera esperaban lo que vieron al principio: un mar de soldados y policías, un ejército entero reunido para detenerlos”.
El fotoperiodista insistió que, para un venezolano arrancado de EEUU, debió parecer una distopía ver policías y soldados durante kilómetros en la oscuridad del bosque. Esto último en referencia al traslado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
Al entrar al patio de admisión de la cárcel, agregó Holsinger, el director de prisiones dio órdenes a una asamblea de cientos de guardias que demostraran a los venezolanos “quiénes tenían el control”.
La admisión empezó con bofetadas, aseguró el fotoperiodista, al tiempo que narró el momento en que un joven ―que no era un ‘monstruo tatuado’― sollozó cuando un guardia lo empujó al suelo: “No soy pandillero. Soy gay. Soy barbero”.
También detalló que los venezolanos estuvieron encadenados por los tobillos y las muñecas. “Con cada caída venía una patada, una bofetada, un empujón. Los guardias los agarraban del cuello y empujaban los cuerpos contra los laterales de los autobuses mientras obligaban a los detenidos a avanzar. No hubo sangre, pero la violencia tenía ritmo, como un teatro de terror”, subrayó.
Dentro de la sala de admisión, añadió, se abalanzaron los funcionarios sobre los venezolanos con afeitadoras eléctricas para cortarles el cabello a toda prisa. “El hombre que decía ser barbero empezó a gemir, juntando las manos en señal de oración mientras se le caía el pelo. Le abofetearon. El hombre preguntó por su madre, luego se tapó la cara con las manos encadenadas y lloró mientras lo abofeteaban de nuevo”, recordó.
Acto seguido, fueron desnudados y muchos empezaron a llorar. En palabras de Holsinger, estos hombres, en dos horas, “envejecieron diez años”. Luego entraron de a 80 sujetos por celdas con tablones de acero como literas, sin colchonetas, sábanas, almohadas, sin llamadas telefónicas ni visitas.
“Era un exilio a otro mundo, un lugar tan frío y lejano que bien podrían haber sido enviados al espacio, sin nombre y olvidados. Con mi cámara en la mano, fue como si los viera convertirse en fantasmas”, concluyó.
Los migrantes venezolanos, vale acotar, fueron enviados por la administración estadounidense al país centroamericano, bajo la polémica Ley de Enemigos Extranjeros y con la anuencia del presidente Nayib Bukele, acusándolos de supuestamente formar parte del extinto Tren de Aragua.
VLC/CiudadValencia/Time