La corrupción está enquistada en todos los intersticios de la sociedad. No puede negarse lo que es una vergonzosa realidad, que la viene sufriendo Venezuela, con mayor crecimiento en los años que tristemente lleva soportando la revolución que, bajo engañosos cantos de sirena, lideró el ya ido a partir de 1999.
Fractura moral que con toda propiedad en los tiempos recientes tiene en Tareck El Aissami al mayor jefe de la banda criminal que nos robó más de 23 mil millones de dólares. Lo cual es irremediablemente cierto.
Pero, hay que decirlo, con mucha seriedad, si se quiere que el robo, latrocinio y demás yerbas malas que tanto daño le están haciendo a la república comience a desaparecer: la ley debe castigar, de acuerdo a la fechoría cometida, a quien resulte del todo culpable, sin miramiento alguno de posición social o partidista.
De no ser así, vale la pregunta: ¿con cuál clase de moral se puede pedir castigo para algún chavista corrupto y no para cualquier opositor que también haya asaltado el tesoro público?
Los venezolanos, ya sin asombro alguno, vemos cómo el Fiscal del régimen, en sus tediosas puestas en escena, informa de lo que hace a favor de “la decencia pública”, es decir, de las resultas de la investigación que adelanta en contra de la corrupción que, insistimos, si es cierto que corroe las entrañas del país.
Pero, cosa rara, lo hace –por decirlo de alguna manera –utilizando “pinzas” y no globalmente. Porque el daño es global, dado que se sabe que la corrupción campea en todas las esferas de la administración pública.
¿O será que son tantos, pero tantos-tantos los involucrados, de mil maneras, que el fiscal no puede meter la mano, o el dedo acusador, por ejemplo, en la Asamblea Nacional, en el TSJ, en los altísimos niveles del poder, en los organismos de inteligencia militar y policiales? De todos modos, se agradece lo que gestiona.
Lo que no se le perdona es que utilice su ejercicio para atacar, ofender y calificar de corrupta a toda la oposición y nunca un adjetivo, aunque sea el más decente, de los miles de indecentes que perfectamente los retrata, en contra del asaltante de cuello blanco, pistola, carnet de altísimo nivel y destacada figura de la claque gobernante.
El caso del ex huésped de Fuerte Tiuna y ahora prisionero, es clase aparte, pues se nota que el fiscal llega hasta el hueso en su insistencia sobre los intentos desestabilizadores, es decir tumbar al presidente Maduro y no en lo amoral de su cuantioso robo y cientos de negociados que hicieron multimillonario al que fue dueño de Pdvsa y a sus familiares, empobreciendo mucho más al pueblo.
El fiscal acusa y pide el peso de la ley, incluyendo su extradición, por ahora, de dos connotados dirigentes políticos, Julio Borges y Leopoldo López quienes, según el “sapeo” hecho por Samark López Bello, son corruptos pues, de acuerdo a la investigación, ambos metieron las manos en operaciones de venta de petróleo, recibiendo “coimas” por más de 1.500 millones de dólares.
Estos personajes, que no es la primera vez que se mencionan en tal clase de cuestiones raras, cuya actividad pública está tan desprestigiada como sus propios y respectivos mensajes políticos, que hablan de libertad, de progreso y de justicia, que para un gran sector de la disidencia venezolana ni son ciertos ni menos buscan favorecer al pueblo, vienen protagonizando la otra historia, la historia negra, valga decir, de la oposición venezolana: la que se mueve entre la tragicomedia y el afán no solo de acaparar liderazgo de cualquier forma, sino de pretender llegar al poder por las trastiendas y no por la calle del medio.
De resultar culpables, porque la documentación requerida en cada caso así lo sustenta, tienen que recibir todo el peso de la ley y, ojalá, puedan ser sentenciados a prisión sino hoy sí mañana, cuando en vez de justicia revolucionaria exista la justicia democrática porque su delito, si de verdad lo cometieron, no puede quedar impune.
Será un férreo ejemplo para los venezolanos de hoy y de mañana, sin lugar a dudas.
El país no puede seguir soportando que esta clase de ciudadanos, estén ubicados en cualquiera de las dos aceras, sigan actuando de la manera en que lo hacen, creyéndose predestinados a la gloria, impartiendo directrices e interviniendo en los asuntos de la nueva república que está próxima a instaurarse electoral y democráticamente en Venezuela, por decisión de la mayoría ciudadana que se cifra en una votación favorable que habrá de superar el 80 por ciento que dejará atrás y para siempre el intento socialista de comunizar a Venezuela.
Si son corruptos, que les caiga la ley, definitivamente. A ellos y a todos los que son como ellos.
AngelCiroGuerrero