Una de las profesiones más dignas de la humanidad es ser Maestro poque enseñar es un oficio que implica sacrificios para que una sociedad arranque la ruta del desarrollo y que los ciudadanos aprenden a vivir en comunidad.
Desde las primeras letras hasta la educación universitaria forman parte del aprendizaje de los hombres que hasta en su lecho de muerte siguen aprendiendo lecciones de vida.
Pero injustamente los maestros han sido sometidos a la calamidad de maltratarlos con el salario hasta reducirlos a las más mínimas condiciones de miseria.
No ha valorado la sociedad política la trascendencia de la educación y hemos involucionado en el proceso educativo cuando las escuelas normales las desaparecieron, cuando a los pedagógicos los han arrinconado con presupuestos mínimos para su existencia y las universidades donde se forman recursos para el aprendizaje han sido confinadas al cierre definitivo y las instituciones de Mejoramiento Profesional del Magisterio fueron condenadas a su muerte lenta al crear instituciones paralelas politizadas que tienen el objetivo de comprimir los pensum de estudios para graduar docentes en menos de dos años.
Esa situación unida a la incorporación de jóvenes del proyecto “Chamba Juvenil” van convirtiendo el acto educativo en un proceso deformado con retazos de malformación académica como consecuencia de incorporar al aula a elementos que no cuentan con las herramientas pedagógicas para la enseñanza.
Esta cruda realidad ha terminado espantando a los portadores de la ciencia educativa del aula porque los salarios miserables, los paupérrimos beneficios y la condena a seguir modelos autoritarios y sometidos a planteamientos ideológicos hacen insostenible el oficio de ser maestro.
Hemos sido testigos del proceso de deformación educativa de los últimos años y eso unido a los parches que venían pegando los gobiernos de la democracia al permitir la entrada a la educación de personal no calificado para enseñar, eso terminó de formar un coctel de la deformación educativa de los venezolanos.
No es justo que una sociedad atrapada en las madejas de la perversión política consiga en un año electoral como el 2024 a los maestros en la misma situación calamitosa desde hace muchos años.
No es posible que se pretenda ocultar las miserias humanas que atraviesan los maestros del país con palabras cursis, con lineamientos políticos atrapados en las palabras huecas de los profanadores de tumbas que irrespetan los valores morales de hombres valiosos como Luis Beltrán Prieto Figueroa, Efraín Subero, Jesús Manuel Subero, Esther Quijada de González, Luisa Rosa de Velásquez y tanto maestro venezolano que ha puesto sus mejores esfuerzos por el desarrollo de nuestros pueblos.
No podemos continuar soportando que esta sociedad política mantenga a los maestros en el último lugar del escalafón salarial para humillar a un docente con supremas responsabilidades en el crecimiento de un país que nació para ser grande, pero que ha dejado en el camino sus mejores valores para dar paso a una clase política que ha enanizado una nación tan llena de luminosidad, pero con verrugas grotescas que nada aportan a la construcción de un país de alto nivel educacional.
Es el momento de sembrar futuro al dar a la educación el espacio que se merece no con propuestas oscurantistas que lejos de mejorar la calidad nos aleja de las fronteras del conocimiento como ocurrió con las misiones que terminaron mostrando un saco vacío de la ignorancia.
Basta de seguir permitiendo que desnaturalizados del conocimiento aparezcan en escena dando lástima ante una sociedad expectante que busca salir del atraso a cualquier costo.
No podemos seguir remando hacia la nada exhibiendo la ignorancia como un valor relevante en un escenario donde las osamentas y los cerebros vacíos muestran la cara descompuesta de un país en estado de abandono.
Hay que retomar las ideas del Maestro Prieto Figueroa para dar valoración a sus ideas que reflejan el ámbito espiritual de un maestro que nació para fortalecer la sociedad y que por mezquindad le han fusilado sus herramientas de combate contra la ignorancia porque no se quiere entender que sin conocimiento no hay sociedad.
Querer esconder a los maestros y sustituirlos por bachilleres sin el nivel de conocimiento para tener éxitos en las aulas es jugar a la maldad que pretende sepultar al país entre los escombros de una patria condenada a la nada y al caos.
Creo que es el momento de gritar a los cuatro vientos que sin maestros no hay país posible y condenar a los maestros al destierro del conocimiento es dar saltos cortos para comprometernos cada día con la suerte de una nación medio muerta.
Hay que iniciar una cruzada por rescatar la dignidad del Maestro porque se han venido equivocando repetidamente en la IV y en la V los tejedores de proyectos fatuos que solo les otorgan a los docentes cargas académicas sin sentido que, en vez de sumar conocimientos, solo agregan pesados conceptos políticos que nada dejan al desarrollo de las regiones, pues como dijo Prieto Figueroa “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.
Encíclica/ManuelAvila