Pese las continuas advertencias policiales, miles de rusos peregrinan de manera casi religiosa a los monumentos a las víctimas de las represiones políticas en sus ciudades para rendir memoria al reo más famoso de este país, Alexéi Navalni.
«Recuerda», reza en castellano el Muro del Dolor, monumento ante el que cientos de moscovitas han depositado en los últimos días flores, fotos, carteles y velas.
Estas acciones pacíficas son muestras de duelo por su muerte del opositor el pasado viernes, pero también de repulsa por lo que muchos consideran un asesinato a manos de la cruel máquina de represión del Estado ruso.
«En Rusia depositar una simple ofrenda floral se ha vuelto algo muy peligroso», comentó Yana Nemtsova, hija del asesinado político liberal Boris Nemtsov (2015).
Estado policial
La Policía intentó frenar al principio la peregrinación, especialmente en Moscú y San Petersburgo. Detuvo a cientos de personas, sea por enarbolar pancartas críticas con el Kremlin o simplemente por desobediencia a la autoridad.
Según OVD-Info, similares acciones han tenido lugar en 140 ciudades rusas de la parte europea de Rusia y Siberia, donde decenas de personas recibieron varios días de arresto administrativo.
Como ocurre desde 2020 con la excusa del coronavirus, la Policía advirtió contra actos públicos no autorizados. No los hubo, lo máximo piquetes individuales.
Pero con el paso de los días ha tenido que ceder ante la evidencia. Son muchos los rusos que quieren presentar sus respetos al enemigo número uno del Kremlin.
Los monumentos y otros memoriales se llenan de flores durante el día, y las fuerzas del orden y los activistas del Kremlin las retiran durante la noche.
A la mañana siguiente, vuelta a empezar. Montañas de rosas y claveles, blancos y rojos, en recuerdo de Navalni. Son tantos los ramos que la nieve no consigue enterrarlos.
Monumentos a los represaliados
Nada más conocerse la noticia sobre la muerte del líder opositor, los moscovitas acudieron a la simbólica plaza de Lubianka, que acoge la sede del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB).
En ese lugar se encuentra la famosa Piedra de Solovkí, traída del homónimo archipiélago ártico donde se construyó el primer GULAG de la Unión Soviética. El monumento amaneció al día siguiente rodeado de policías.
Poco después de que los defensores de derechos humanos instalaran ese monumento en 1990, la estatua del fundador de la Cheka, Félix Dzerzhinski, desaparecía de la plaza.
«Perdón, Alexéi», es uno de los lemas que más se repiten, ya que son muchos los simpatizantes del opositor que se sienten culpables por su destino fatal.
El Muro del Dolor, que fue inaugurado por 2017 por el propio presidente, Vladímir Putin, ha sido acordonado por la Policía, que registra los bolsos y paquetes de los presentes, mientras agentes de paisano toman nota. La prensa no es bienvenida.
Acuden personas de todas las edades, pero muchos son jóvenes nacidos bajo la presidencia de Putin. Ardientes admiradores de Navalni, que se consideran la primera generación libre de la historia de Rusia. Los ojos llorosos, la mirada perdida y un silencio sepulcral.
El muro está en la Avenida Sájarov, que toma su nombre del Nobel de Paz y fundador del movimiento de derechos humanos en la URSS.
El poeta que también murió a los 47 años
Los partidarios de la oposición también recuerdan estos días que el gran poeta ruso Osip Mandelshtam murió entre rejas a los 47 años, igual que Navalni.
Por ello, acudieron a los monumentos al poeta en Moscú; Vorónezh, donde fue deportado, y Vladivostok, donde falleció en un campo de trabajo en 1938.
Mandelshtam fue condenado por un epigrama (poema satírico) en el que criticaba al líder soviético, Iósif Stalin, estrofas que el propio Boris Pasternak calificó al leerlas de «suicidio».
«Y a su alrededor una chusma de jefes con cuellos delgados/Él juega con los servicios de esos medio hombres/Unos silban, algunos maúllan y otros gimotean/Él sólo balbucea y pincha/Emite decreto tras decreto como si fueran coces/A algunos en la ingle, a otros en la frente, a algunos en las cejas o entre los ojos», reza el poema.
Navalni también desafió abiertamente al presidente ruso, Vladímir Putin, y lo pagó con su vida.
Notiespartano/EFE