El líder ruso, Vladímir Putin, frenó la rebelión de los mercenarios del Grupo Wagner pero evidencia la fragilidad de su sistema, tras comprobarse que en 24 horas un grupo armado puede tomar una ciudad rusa y acercarse a Moscú.
“Tuvo lugar una situación revolucionaria. Una sublevación en Moscú podía haber cambiado el poder. Dejamos escapar la posibilidad, esto es un menos. Pero el régimen se debilitó a consecuencia de eso, esto es un más”, escribió en su canal de Telegram el conocido empresario opositor ruso Mijaíl Jodorkovski.
No obstante, el exmagnate, quien fuera el hombre más rico de Rusia hasta su condena y exilio, afirmó que “surgirán más situaciones como esta”. “Y hay que estar más preparados para ellas”, advirtió.
Jodorkovski calificó de “impotentes dañiños” a los opositores que no se atrevieron a ayudar al jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, a derrocar a Putin y tomar el poder y afirmó que son como “arena dentro de la dinamita, ni explotan ni dejan explotar”.
Más preguntas que respuestas
Lo cierto es que la situación creada por la rebelión de Wagner genera más preguntas que respuestas.
Los wagneritas cruzaron sin resistencia alguna la frontera, entraron en Rostov en el Don y ocuparon sin un solo disparo el Estado Mayor y otros objetivos militares, desplazaron al menos cuatro columnas militares casi hasta Moscú sin sufrir una baja, pero derribando varios helicópteros y un avión militar ruso.
Hubieran llegado a la capital rusa de no decidir Prigozhin, tras conversaciones con el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, dar media vuelta a las columnas, tras llegar a acuerdos que no reportan mucho provecho ni a los wagneritas ni a su jefe, solo para “evitar un derramamiento de sangre”.
Notiespartano/EFE