En la Calle Libertad de Los Robles, exactamente en la Calle Las Pailas, puso María Guerra el único negocio de Puerto Libre en Los Robles. Si esa fue una sorpresa que los robleros nunca pudieron tener un Traki o un Mr Pride para comprar unos calcetines o unos interiores y menos una guayabera.
La competencia por la venta de licores para atender la demanda de los borrachines robleros la tenían los bares La Gloria, San Judas Tadeo, el de Félix Arocha y el Bar Marino y después El picadero y el Bar Cine Zaragoza que competía con el Bar de Chu Caché en San Fernando y la casa de Chu Brinquito en las adyacencias a Peña Blanca.
A María Guerra le tocó sacar la licencia del Puerto Libre y compartir con su hija Mary Flor la atención del Puerto Libre de Los Robles que no era sino un espacio muy pequeño donde las bebidas eran su producto más fuerte y los quesos de bola su segundo exponente de la producción holandesa y escocesa.
No se imaginaba María Guerra que estaba entrando a la historia y se le fue ese Rolling a Nicanor que vivía a cuatro casas porque nunca resaltó ni las bodegas de Los Robles, ni el único local de Puerto Libre de la población del Pilar. Y es que pocos pueblos pudieron beneficiarse de las bondades y beneficios del Puerto Libre y solo Porlamar y Juan Griego tuvieron negocios con esa denominación especial.
En el pueblo de Pampatar no conocí ningún negocio de Puerto Libre y menos en La Asunción, tampoco en Tubores, San Juan, Macanao, Coche, Antolín, García y en Gómez. Pareciera que el Puerto Libre fue concebido nada más que para Porlamar y Juan Griego, pero la roblera María Guerra no quiso dejar pasar el autobús de la historia sin anotarse un solo punto en su inclusión como dueña de un Puerto Libre. Ese pequeño espacio diminuto e incómodo fue el lugar del puerto Libre de Los Robles y el ticket para entrar a la historia del comercio roblero.
Sin dudas que la visión comercial de María Guerra no paso por alto que algún escribidor de fantasías como este cronista algún día escribiría un reconocimiento a su habilidad comercial para dotar a los pilarenses de un negocio de Puerto Libre donde sus coterráneos pudieran comprar su mercancía cada día.
Los Robles que es un pueblo de gente inteligente también tiene sus legión de borrachitos que disfrutan de sus espacios con dos Asambleas Nacionales, una frente a la Bodega de Pascualita y la otra frente a la casa de Pitoco que con el paso del tiempo se trasladó frente a la casa de María Gabina a un lado de la mata de ceiba y frente al kiosco de Obel y al lado del festejo El Picadero donde en el pasado se hacían los streptese más reconocidos de la historia del pueblo roblero.
No aguanta una crónica el negocito de María Guerra me dijo un amigo de esos que no ve hueso sano cuando analizan la historia del pueblo y quizás sería por lo diminuto del negocito que a lo mejor creían muchos que por sus dimensiones no existían como Puerto Libre. Pero la grandeza de María Guerra fue el coraje que mostró al llevar a un pueblito que muchos consideraron intrascendente en el tiempo y hasta Puerro Libre tuvo cuando ni en el Centro Comercial La Redoma funcionó algún negocio de Puerto libre hasta que llegó La Ballena con su variedad de productos.
Hoy cuando veo a los robleros que caminan como hormigas en fila india a comprar sus botellas a Sigo Costa Azul o al Prolicor de la Aldonza Manrique recuerdo a María Guerra, a Pitoco, a Chelías Urbáez, a Estilita Martínez, a Marielba, a Félix Arocha, a Chila García, a Mingo el de Juan Martínez, a Chuito Martínez y a los que vendieron licor en Los Robles por años.
Por eso cobra trascendencia el acto de María Guerra de ponerle fácil las cosas a los robleros en su pequeñín espacio de 2×2 donde apenas cabían las botellas de escocés y los rones nacionales tan vendidos en Los Robles.
En estos días leía un artículo muy viejo de Nicanor “Los Robles está perdido” donde Nicanor cuenta la violación hecha por 25 zagaletones que violaban a una muchacha de 16 años y que me hizo recordar el cuento de García Márquez “La Cándida Eréndira y su abuela desalmada”. Y me provocó escribir sobre el deterioro en el tiempo de los pueblos nuestros que se perdieron en el lodazal de la historia y que forman parte del deterioro moral de estas tierras que cambiaron las lecturas de Horacio Quiroga, el Decamerón de Bocacchío, Don quijote y El Amadis de Gaula, María de Jorge Isacc y tantas obras de la literatura por la Gaceta Hípica y La Fusta.
Por eso cuando recuerdo el negocio de Puerto Libre de María Guerra y la cantidad de bares que rodeaban al pueblo de Los Robles solo me queda expresar que Los Robles está perdido en el tiempo cuando veo a la juventud sumergida en el envite y azar, en los gallos, los caballos, la droga y el alcohol solo nos queda resignarnos y encomendarnos a Dios.
Hoy solo quise recordar el puerto Libre de María Guerra y rendirle honores a una mujer que emprendió caminos y pudo abrir el único Puerto Libre de Los Robles para entrar a la historia con su placa que no le dio riquezas, pero si satisfacciones a su creadora por haber entrado a la historia como la única con un negocio de Puerto Libre aunque fuera en un espacio de 4 X 4.
El escrito de Nicanor “Los Robles está perdido viene al calco cuando vemos los dos bandos de robleros consumiendo alcohol en plena Plaza Bolívar o Luisa Cáceres y que han sido catalogados por los críticos del pueblo como las dos Asambleas Nacionales la de la oposición y la del gobierno. A eso hay que agregarle el escaso acceso a la lectura y el cambio de los libros del siglo de oro por la Gaceta Hípica y La Fusta y la Bíblia por las barajas, la guaraña y el tapaito.
Eso es lo que nos queda y nadie escarmienta por cabeza de otro cuando los borrachos tomaron el pueblo para convertirlo en un cementerio del olvido, pues como escribió este cronista “El pueblo se fue secando de a poquito hasta encontrar su forma de extinguirse, de hacerse invisible entre lo sagrado y lo profano, donde solo la crítica entre ellos fue horadando su existencia hasta que las hormigas se comieron hasta las entrañas de los ignorantes que ardieron en medio de la plaza como el judas que Viviano Ferrer hizo trizas con su machete para hacer respetar su dignidad”.
Encíclica/ManuelAvila


