Cada temporada tiene su dieta. Teniendo en cuenta que el ayuno intermitente parece haber llegado para quedarse, que las dietas detox (tan de moda hace unos años) han perdido fuelle y que las keto suelen ser difíciles de seguir, esta primavera-verano la reina de las dietas parece ser la inversa. La promesa de esta dieta, pensada para hacer después de haber finalizado una pauta de adelgazamiento y haber conseguido el peso deseado, es que se puede seguir perdiendo peso comiendo de forma abundante.
El objetivo de la dieta inversa es, pues, mantener el peso deseado tras un período de adelgazamiento mediante un sistema que consiste en incrementar el aporte calórico paulatinamente (entre 50 y 100 calorías semanales) consiguiendo, teóricamente, acelerar el metabolismo basal. Según la nutricionista Susana León esta afirmación no tiene ningún tipo de fundamento científico. “El metabolismo se mantiene activo haciendo ejercicio físico y manteniendo una masa muscular sana, pero no aumenta por comer más. Sí puede llegar a suceder lo contrario: que se ralentice por comer poco”, explica.
¿Qué entendemos concretamente por acelerar o ralentizar el metabolismo? Si nos atenemos a la definición de la RAE, el metabolismo es el “conjunto de reacciones químicas que efectúan las células de los seres vivos con el fin de sintetizar o degradar sustancias”. Por tanto, son todas aquellas reacciones químicas que tienen lugar en las células del cuerpo para convertir los alimentos en energía. Las redes están llenas de consejos y trucos para acelerar el metabolismo basal, con el objetivo de conseguir que nuestro cuerpo queme calorías con rapidez, incluso cuando estamos en reposo.
León recomienda huir de soluciones supuestamente milagrosas, ya que para calcular el metabolismo de cada persona se necesitan una serie de datos que se obtienen a través de una báscula de bioimpedancia bioeléctrica. “Estos aparatos aportan una serie de datos que, bien analizados por un profesional que sepa interpretarlos, son cruciales a la hora de conocer cuál es nuestro gasto energético basal y el gasto energético por la actividad física no ligada al ejercicio, cosa que se calcula sabiendo el porcentaje de masa muscular y de grasa corporal, además de la actividad física diaria”. No parece buena idea, pues, embarcarse en una dieta que promete acelerar el metabolismo basal comiendo sin saber exactamente cuáles son nuestras necesidades calóricas en función de todos estos factores, además del sexo y la edad, entre otros.
La ciencia, sin embargo, sí que avala algunas maneras de acelerar el metabolismo. Una de ellas es pedalear. Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Copenhague, esta actividad da lugar a un incremento en los niveles de la hormona FGF21, responsable de estimular el metabolismo, mucho más que levantar peso. Otra investigación, en esta ocasión realizada por la American Academy of Sleep Medicine and Sleep Research Society asegura que una correcta higiene del sueño es fundamental para la recuperación de todos los procesos del organismo y tiene también un impacto decisivo en el metabolismo.
Para León, la dieta inversa puede ser una dieta recomendable y equilibrada, más allá de sus discutibles promesas sobre su capacidad de acelerar el metabolismo comiendo. “En realidad no es más que una dieta equilibrada, con un aporte calórico correcto que nos permita mantenernos en el peso deseado, pero con ese plus marketiniano que, por algún motivo, acaba resultando atractivo. Además, nos parece más moderna, ya que tiene ese punto restrictivo que obliga a contar calorías, cosa que a muchas personas les gusta porque les hace sentir que están a dieta y que se están cuidando”, explica León, para quien “una alimentación saludable y equilibrada jamás debería pasar por el control estricto del número de calorías ingeridas”.
La especialista recuerda que a grandes rasgos las bases de la dieta inversa son las de cualquier plan de alimentación equilibrado. “La idea es recuperar una alimentación normalizada tras un periodo de restricción calórica, siempre desde un enfoque saludable y con un aumento paulatino de las calorías. Esto se traduce en apostar por los hidratos de carbono complejos de bajo índice glucémico, proteínas de alto valor biológico, grasas saludables y fibra. Además, también se recomienda que nos mantengamos activos físicamente. Todo ello es cien por cien correcto”, explica León.