Los cigarrillos electrónicos se comercializan libremente en España, a diferencia del tabaco, que solo se puede adquirir en los estancos. Las únicas salvedades son la venta transfronteriza y la dispensación a menores de 18 años. Los expertos del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) advierten de la falsa sensación de inocuidad que rodea a estos productos, cuyo consumo puede ser especialmente perjudicial en niños y adolescentes. El principal gancho para los más jóvenes es la extensísima gama de sabores que pueden degustar al vapear.
Según los datos recogidos por el Informe 2021 sobre alcohol, tabaco y drogas ilegales en España, elaborado por la Delegación del Gobiernos para el Plan Nacional sobre Drogas, el 10,5% de la población de 15 a 64 años (12,0% de los hombres y 8,9% de las mujeres) ha consumido cigarrillos electrónicos (con o sin nicotina) alguna vez en la vida. El grupo de 15 a 24 años es el que muestra las mayores prevalencias de consumo.
En esta franja de edad, la última Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España, Estudes, refleja que más del 44% de los estudiantes de 14 a 18 años ha consumido cigarrillos electrónicos alguna vez. Aunque esta cifra es algo inferior a la obtenida en la edición previa del sondeo, se ha producido un claro aumento global en la última década.
Sabores especialmente pensados para los más jóvenes
Andrés Zamorano, presidente del CNPT, considera especialmente preocupante la tendencia al alza del vapeo entre los más jóvenes por dos motivos: por los compuestos perjudiciales para la salud que contienen y porque pueden ser la puerta de entrada hacia la adicción al tabaco. “Son productos muy atractivos para los niños y adolescentes”, asegura. La secuencia es con frecuencia la siguiente: se empieza por los dispositivos sin nicotina, al cabo del tiempo se añade esta sustancia (de hecho, legalmente se considera que los cigarrillos electrónicos son dispositivos susceptibles de liberación de nicotina) y, finalmente, se cierra el recorrido con los productos tradicionales del tabaco.
Los dispositivos de vapeo consisten en un pequeño depósito o cartucho que contiene el líquido con o sin nicotina, propilenglicol, glicerina, saborizantes y otros compuestos químicos y que, mediante un sistema electrónico con una batería y un atomizador, vaporiza la mezcla. Se utilizan inhalando el aerosol producido y emitiendo una parte de él al ambiente.
La cantidad de sabores disponibles es prácticamente infinita. Según ha podido constatar Zamorano, “hay más de15.000 saborizantes”. Algunos de los más populares son los de frutas, canela, tabaco, alcohol, café, chocolate, mantequilla, caramelo, menta, nube de algodón… Además, tienen diseños muy coloridos y llamativos y muchos dispositivos son similares a un USB.
El presidente de la organización que agrupa a las principales entidades que luchan contra el tabaquismo en España precisa que, cuando estos saborizantes se calientan, “se producen aldehídos, que son cancerígenos”. Algunos de los sabores, como la canela y la cereza, “se ha demostrado que tienen más efectos sobre la disfunción vascular o neumonitis; es decir, efectos cardiovasculares y pulmonares”.
Otra cuestión importante es que los compuestos saborizantes “reaccionan entre ellos e, incluso, con el medio ambiente, lo que puede dar lugar a otras sustancias tóxicas”.
Efectos perjudiciales de los cigarrillos electrónicos
Los compuestos que dan sabor no son los únicos elementos potencialmente dañinos para la salud de los dispositivos de vapeo. Según el informe Cigarrillos electrónicos: situación actual, evidencia disponible y regulación, publicado por el Ministerio de Sanidad en 2022, “en general, estos productos se publicitan como inocuos, pero suponen un riesgo para la salud, asociado tanto al uso como a la exposición al aerosol que emiten”. Los principales efectos reflejados en este documento son:
- A corto plazo, efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco. No obstante, son necesarios más estudios para conocer los efectos a largo plazo.
- Se han encontrado sustancias cancerígenas tanto en los líquidos como en el aerosol de los cigarrillos electrónicos.
- Se han descrito numerosas intoxicaciones y efectos adversos relacionados con estos productos, algunos de ellos graves.
- La utilización de estos productos genera la emisión de propilenglicol, partículas PM 2,5 (partículas ultrafinas), nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar los espacios cerrados, con los consecuentes riesgos por exposición pasiva.
Riesgos cardiovasculares, pulmonares y oncológicos
Zamorano aclara que el humo blanco que sale cuando se vapea no es vapor. “Se ha querido crear esa confusión, pero no es vapor de agua, sino un aerosol, es decir, una suspensión de productos sólidos o líquidos que incluye sustancias que son perjudiciales para la salud”.
El presidente del CNPT resalta que las sustancias que facilitan la vaporización, como el propilenglicol y la glicerina, cuando se calientan generan acroleínas, “que producen inflamación pulmonar crónica, reducen la inmunidad y aumentan la secreción de moco”. Por lo tanto, concluye, los cigarrillos electrónicos “no son inocuos en absoluto”.
Estos dispositivos también contienen con frecuencia mentol, que produce sensación de frescor y desde mayo de 2020 está prohibido en el tabaco en toda Europa.
Otros ingredientes habituales son las nitrosaminas, que son cancerígenas, y los metales pesados. En concreto, en los aerosoles de los cigarrillos electrónicos se ha encontrado plomo, cromo, níquel y cobre, que según expone Zamorano pueden producir “trastornos neurológicos, cardiovasculares, respiratorios y oncológicos”.
¿Cigarrillos electrónicos para dejar de fumar?
El CNPT se ha marcado como objetivo “que los cigarrillos electrónicos se igualen a los productos del tabaco en todos los aspectos”. Zamorano celebra que el Ministerio de Sanidad esté considerando restringir su venta a los estancos, alejando los dispositivos de vapeo tanto de otros establecimientos como de internet. Asimismo, considera que debería legislarse su uso en los establecimientos hosteleros, ya que “actualmente no están prohibidos en los restaurantes”.
Por otro lado, como médico experto en deshabituación tabáquica explica que no hay evidencias “de que los cigarrillos electrónicos sirvan para dejar de fumar; ni son seguros ni son eficaces para este propósito”. Es más, se ha comprobado que “el 80-90% de los usuarios de cigarrillos electrónicos son fumadores duales: vapean cigarrillos electrónicos con o sin nicotina y, además, fuman cigarrillos convencionales”.