En el marco del programa taller Caracas en 5 tiempos y del proceso que ha venido desarrollando la Comisión Especial para la Recuperación de los espacios de la Universidad Central de Venezuela, la Fundación Museos Nacionales, ente del despacho Cultural, a través del Museo Nacional de Arquitectura Juan Pedro Posani realizó un recorrido por la UCV.
La jornada inició en el reloj del rectorado, primera pieza restaurada por ser emblema de esta casa de estudios, luego continuó por una ruta marcada por los tiempos arquitectónicos en los que estuvo inmerso el maestro Carlos Raúl Villanueva, es decir la primera y segunda modernidad así como por elementos inspirados en la época colonial tales como patios y corredores, entre otros y finalizó en la Casona Ibarra, estructura histórica donde permaneció un tiempo nuestro Libertador Simón Bolívar y que formó parte de las propiedades de la Hacienda Ibarra, en cuyos terrenos se construyó la UCV.
Los arquitectos Martín Padrón, María Teresa Novoa, Eduardo Gil y el ingeniero restaurador Alfonso Olivares, fueron los encargados de brindar las informaciones y orientaciones sobre las distintas aristas de la ciudad universitaria.
Los espíritus de los maestros Villanueva y de dos de sus emblemáticos colaboradores como lo fueron Mateo Manaure (plástica) y Juan Pedro Posani (arquitectura), estuvieron presentes a través de sus ideas, metáforas, anécdotas y frases. Y el paseo fue un viaje como decía Villanueva a ” la arquitectura que es como un tapiz donde los hilos aparecen desaparecen y se cruzan” y “Los patios siguen los movimientos musicales”. Una casa de estudios donde, entre muchas otras cosas, Posani dibujó el reloj y Manaure se enfrentó al reto del color y como le dijo Villanueva, destruyó la policromía y dió otra dimensión a los colores.
La bitácora del Musarq partió de la explicación del proceso de la restauración del reloj, emblema tanto de la UCV como de la modernidad, por estar hecha su base escultórica en concreto, material que tiene su apogeo en el siglo XX; luego brindaron detalles de la negligencia a la que se llegó en la UCV, a los abusos e irrespeto, tales como las pegatinas y propagandas que se pueden apreciar en documentos y testimonios como la Revista Punto en su número 59.
El recorrido siguió por la zona médica como el decanato de medicina, Instituto Anatomopatológico, Instituto de Medicina Tropical, el Hospital Clínico Universitario y la antigua escuela de enfermería paseando a los visitantes por las nociones urbanísticas y arquitectónicas del maestro Villanueva características de la primera modernidad tradicional de los años 40 donde destacan, entre otros elementos la policromía y materiales como el yeso y en lo que refiere a la integración de la plástica la figuración del maestro Francisco Narváez.
La explicación de esa efervescencia del maestro Villanueva por estar a la vanguardia llevó al próximo paso de ese recorrido por ese tejido mágico de la arquitectura con la segunda modernidad de los años 50, evidente en la lluvia de colores y en la integración artística de la geometría, el neoplasticismo y el abstraccionismo con la participación de artistas nacionales y foráneos contemporáneos con Villanueva.
“Participaron por lo menos dos generaciones de artistas internacionales y tres de nacionales. Y los nacionales estuvieron a la altura en esa confrontación.” “Se unió una pandilla de creadores. Todo era inédito y de ruptura sobre sus obras.”
Abundaron las anécdotas sobre maestros de las artes visuales nacionales como los referidos anteriormente Narváez y Manaure, entre otros, y de foráneos como Antoine Pevsner, Víctor Vasarely , Alexander Calder, Jean Arp y Fernand Léger.
En lo que refiere a la arquitectura también fue profusa la mención hacia la fuerte inspiración y admiración del maestro Villanueva hacia el maestro Óscar Niemeyer y la presencia de algunas rampas y estructuras que le rinden tributo.
La ruta siguió por el pasillo número 5 el que colapsó y dió origen a la Comisión Especial de Recuperación y prosiguió hasta el corredor desde donde se visualiza el estadio universitario “se construyó para albergar los Juegos deportivos bolivarianos en 1951”. Luego se habló de las residencias pensadas primero para los deportistas, luego pasaron a los estudiantes, actuales escuelas de comunicación y nutrición; se siguió hasta la explicación de las baldosas de la Biblioteca Gustavo Leal; el comedor, el complejo de la piscina donde también se pensó para otras actividades como el esgrima, etc.
El recorrido culminó en la Casona Ibarra, en su historia “el trapiche; el ducto de sus gases que Villanueva aprovechó para la piscina; las pernoctaciones de Simón Bolívar; los planos originarios y cómo se estructurará en tres zonas en su restauración, teniendo una función específica cada una, entre ellas exposiciones y eventos y resguardo de documentos, etc. Estás serían: histórica, patrimonial y caballeriza”.