Miles de brasileños se entregaron este domingo al gozo de un carnaval anticipado que tomó las calles dos semanas antes de los desfiles de las escuelas de samba en Río de Janeiro, que pondrán fin a la mayor fiesta popular del país.
En Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia, Belo Horizonte y en casi todo el noreste del país, cientos de comparsas y bandas de amigos recorrieron las calles al ritmo de tambores y dieron así el puntapié inicial para una farra que promete prolongarse durante los próximos 15 días.
La fiesta había empezado tímidamente el sábado, pero este domingo explotó en el centro de Río de Janeiro, donde la banda de la popular cantante Lexa congregó durante unas cinco horas a una multitud calculada por las autoridades en cerca de medio millón de personas.
En algunas ciudades, como en el caso de Brasilia, estos grupos de bulliciosos juerguistas no salían a la calle desde 2020, pues en los últimos tres años no fueron autorizados a desfilar debido a medidas preventivas adoptadas frente a la pandemia de covid-19.
Sambódromo
Sobre todo en Río de Janeiro, estas bandas conocidas como «blocos» son para muchos la expresión más auténtica y popular del Carnaval y se contraponen al «Sambódromo», que le puso precio a la fiesta y les dio un carácter «profesional» a las escuelas de samba.
Los desfiles del Sambódromo serán celebrados los días 19 y 20 de febrero, cuando se presentarán las doce escuelas de samba que están en el Grupo Especial, una suerte de primera división del Carnaval.
La llamada «pasarela del samba» tiene capacidad para unas 73.000 personas y las entradas para los desfiles de este año, cuyo precio mínimo equivale a 60 dólares, se agotaron hace ya más de una semana.
Al margen de la superestructura y la parafernalia del Sambódromo, miles de personas animarán durante las próximas dos semanas las fiestas en las calles, detrás de los percusionistas de los blocos con su entusiasmo e irreverencia.
Notiespartano/800Noticias