El método Trager es una propuesta de autodescubrimiento para quienes quieren conocer y ocuparse de sus necesidades profundas.
Lleva el nombre de su creador, Milton Trager, doctor y fisioterapeuta estadounidense que en los años cuarenta y cincuenta, tratando a personas con problemas neuromusculares, desarrolló este trabajo corporal preguntándose: ¿Cómo podría hacer que el movimiento resultara más fácil? ¿Y más suave? ¿ Y más ligero?.
Para Milton, la fuente de las tensiones está en la mente. Desde que nacemos, incluso en la gestación, llevamos a ella de forma inconsciente un sinfín de experiencias que dan forma a nuestra vida. Por ello no definió su técnica como un masaje propiamente, sino como un diálogo.
Qué es el método Trager y para qué sirve
El método trager, a través del tacto cariñoso y un monótono balanceo, intenta proporcionar a la mente momentos agradables que ayudan a relajar el cuerpo y a hacer que los movimientos sean más espontáneos y placenteros.
«La camilla acoge al que recibe y las manos proporcionan el tacto y el movimiento en las diferentes partes del cuerpo. Es como la corriente de las olas cuando flotamos tumbados en el mar; se balancea desde los pies a la cabeza en un movimiento ondulatorio y repetitivo.
Si confiamos y nos dejamos llevar por él, se siente como si fuéramos más ligeros, como si brazos y piernas se alargaran, como si estuviéramos huecos por dentro. Descansamos. Así es el movimiento Trager», apunta Luis Romera.
Cómo es una sesión de Método Trager
Las sesiones, que duran aproximadamente una hora y media, se dividen en dos partes.
En la primera, el practicante realiza una serie de movimientos, estiramientos y presiones suaves. No utiliza aceites ni cremas, únicamente sus manos y su voz.
Empieza entonces el diálogo entre practicante y cliente, a veces a través de la palabra, pero casi siempre a través del tacto y el movimiento.
Se pregunta de forma silenciosa al cuello, al brazo, a la pierna, a cada parte del cuerpo, que responde de forma inconsciente, permitiendo o bloqueando el movimiento.
La sesión transcurre así en función de la respuesta. No hay nada establecido.
El practicante trabaja en un estado que en Trager se conoce como hooh-up, parecido a un estado meditativo, desdé donde no interfiere en la voluntad del cliente.
Nunca le obliga a realizar movimientos que resulten incómodos o dolorosos. «Es el respeto por la persona que tenemos delante lo que guía las manos, no nuestra voluntad de hacer», aclara Luis.
Después del trabajo en la camilla, se invita al cliente a levantarse y a ser consciente del cambio que ha experimentado su cuerpo. De acuerdo con el practicante, se buscan movimientos (no ejercicios gimnásticos) que recuerden las sensaciones recibidas.
Se trata de que con el tiempo la persona tenga recursos propios para trabajar en casa, en la oficina o en la calle que le ayuden a volver a un estado más relajado, ligero y despierto cuando lo necesite y saber contrarrestar así las tensiones que vayan apareciendo en el día a día.
Notiespartano/800Noticias