Cuando Pedro Claver Cedeño empezó a recopilar parte de la historia de Nueva Esparta en su columna “Margarita en la historia”, sabía que trascendería porque estaba acumulando saberes que tendrían importancia capital en el futuro de la región.
Comenzó a realizar esas investigaciones con su carrera periodística que le dio la oportunidad de plasmar en el papel de periódico cada día los acontecimientos que marcaron el rumbo de la historia regional.
Hizo el trabajo de Jesús Manuel Subero en un pequeño espacio periodístico que sonaba trillado por la insistencia del cronista vallero que visualizó lo que significarían estas publicaciones a futuro.
Al principio parecían columnas de trámite, pero sabíamos lo que conocíamos a Pedro Claver que el profesor de matemática sabía algo de dimensiones y cálculos en el plano lo que le permitía seguir trabajando con insistencia por años hasta que la familia Caribazo con sentido de oportunidad vio con acierto lo que otros no vieron como fue la publicación desde esa casa editorial del libro “Margarita en la historia”.
Esa publicación no la hicieron ni las Gobernación, ni las alcaldías los acostumbrados a editar libros en la región.
No tuvieron la visión, ni nadie de los sabios que acompañan siempre a los gobiernos se percataron que era el libro de Pedro Claver la obra más importante para tener los planos históricos del tránsito de Margarita en su historia.
Quizás si la empresa privada representada en el Diario EL Caribazo y los organismos oficiales se hubiesen unido el número de libros hubiese sido mayor y muchas bibliotecas, universidades y escuelas tuvieran acceso a esa fuente del conocimiento.
Así no fue y en una oportunidad tuve que acudir a Pedro Claver ya en su lecho de enfermo para que me consiguiera un ejemplar para la BPC “Loreto Prieto Higuerey” porque se percató la presidenta de la biblioteca, profesora Mildred Véliz que ni un solo ejemplar de tan importante ejemplar estaba en el recinto y era necesario contar con esa obra para la consulta de los usuarios del sistema bibliotecario del estado.
Ese acontecimiento realizado en las instalaciones del Diario Caribazo en Porlamar en las cercanías del Hotel Bella Vista contó con la presencia de personalidades de la vida pública margariteña porque todos sabían de la visionaria obra que el Cronista Vallero había esculpido en hojas de periódico estaban haciendo diana en la sociedad margariteña.
Ya la obra había crecido en el contenido y la habilidad de Belkis Blondell y su hijo hizo que se montara un escenario favorable para el Cronista y periodista Pedro Claver y con eso se le rendía honores a un maestro de la educación que supo hilar fino para compilar tanta historia suelta por los caminos de Margarita.
Sabía Pedro Claver que la tarea no había terminado porque falta mucha tela por cortar en una Margarita donde hay fábulas históricas, fechas descuadradas, desorden cronológico, inventos de historiadores y cronistas que se inventan sus propios acontecimientos y acciones y muchos saltos de la historia que forman parte de los acertijos indescifrables del acontecer insular. Eso lo sabía Pedro y lo conversamos varias veces.
El prólogo del Maestro de los Símbolos fue un honor a la amistad que nació entre Pedro Claver y Arturo Millán en la Escuela “Monseñor Eduardo Vásquez” de Las Piedras del Valle donde laboró Luisa Elena Benitez en 1979 y donde se tranzó una amistad entre dos margariteños de valía.
Con esa excelsa introducción marcó Arturo con el sello de la amistad fraternal la trascendencia de una obra grandiosa que tiene rato desde el 2015 sirviendo de faro de luz a muchos historiadores, cronistas, profesores, alumnos y sobre todo a periodistas y locutores que la citan cada día en sus programas radiales. Unos le dan su reconocimiento al autor y otros se hacen los Willy Mays para no señalar la fuente de la información y eso es válido en la tierra de avispados que sustraen información y se olvidad que deben pagar su paso por el conocimiento.
Una revisión importante por parte del presidente de la Asociación de Cronistas Heraclio Narváez y Mirimari Paradas que hicieron las correcciones de forma y fondo para que la obra saliera fortalecida de los fogones de la Cruz Grande y de la Editorial Mabel.
La obra publicada el 1 de septiembre de 2015 salió a la calle con grandes expectativas y por muchos días se habló en la isla de la significación de este libro “Margarita en la historia” para la investigación académica e histórica de la sociedad margariteña.
No fueron suficiente los ejemplares porque ya para la fecha el costo editorial era alto y no tuvo fuerzas la editorial Mabel para replicar tan importante aporte a la insularidad.
Más allá del bautizo y el reconocimiento de sus colegas periodistas y colegas profesores no tuvo tanta proyección oficial como se hubiese querido y nadie más ofreció la posibilidad de reeditar la obra cuando se sabía de la utilidad de un libro que marca el antes y el después de una realidad donde se reconstruyó la historia de una Margarita que toda la vida ha navegado entre la literaturización y los cuentos fabulados de los pescadores de miserias historicistas para vanagloriarse de logros que ya existían en la oralidad insular y en fuentes documentales existentes en la España peninsular.
Por esas diatribas en el tiempo de cuentacuentos de la historia y cronistas con oficio que han visto la picardía de cerca en eso de inventar historietas fabuladas.
Por varias razones la obra “Margarita en la Historia” vino a poner orden en el desorden y se convirtió en el libro de cabecera de muchos que usan la historia como trampolín de vida para traficar influencias y negociar modelos periclitados usados en la Margarita cosmética para que los buhoneros de la historia encuentren fórmulas de vida en shows y actos caricaturescos de la insularidad.
También representa esta obra un modelo de la sincronicidad histórica que permite a muchos orientarse a la hora de los discursos, conversatorios y encuentros de intelectuales donde se alzan el copete los juglares que creen saber más que Dios.
Por eso es mejor pasar agachados en medio de la tormenta cuando se habla de guacamayas y cotorras y nadie suelta ni una metáfora para tejer historia de la modernidad venezolana.
Ahí está la obra “Margarita en la Historia” como el resultado de la investigación seria realizada por un pescador de información que un día decidió dejar una obra para la posteridad y lo logró por su tenacidad y constancia.
Honores a Pedro Claver Cedeño que trascendió con su obra y dejó un legado de importancia capital para la posteridad insular y por supuesto la felicidad interior que le dejó a Pedro Claver la cristalización de su sueño de dejarle a Margarita una obra de esta magnitud y como dijo Pablo Neruda el Poeta Chileno “Decidí enamorarme de la vida, es la única que no me va a dejar sin antes hacerlo yo”.
Encíclica/ManuelAvila


