Desde la escritura cuneiforme y sus funciones económico-administrativas hasta las riquísimas ilustraciones de los libros monásticos medievales, las letras y textos de cada pueblo son un reflejo de su esencia que cala en papel, madera y roca para llegar hasta las siguientes generaciones. La importancia que se ha dado al mundo europeo y la extensión del latín como base de las lenguas posteriores hizo que cualquier alfabeto o dialecto que se diferenciase de estos haya llamado la atención en los siglos posteriores. Este es el caso de las runas vikingas, unos símbolos que evocan magia y misterio.
Como pasa con muchos aspectos del pasado, las runas plantean un origen histórico y un origen mitológico muy diferenciados pero que, al relacionarlos, permiten comprender en profundidad la importancia que los pueblos nórdicos le daban a su alfabeto.
la Piedra de Rok, estela rúnica medieval.Bengt Olof Åradsson / Wikimedia
Origen histórico
La palabra runa significa “secreto” o “misterio”. El alfabeto rúnico, conocido como futhark por los primeros símbolos que lo componían, era el método que los pueblos germanos y del norte de Europa emplearon desde el siglo III d. C. hasta aproximadamente el siglo XVI o XVII d. C. Aunque han sido ampliamente estudiadas, su origen es relativamente incierto y son muchas las teorías que lo sitúan en un lugar u otro. Dado que algunas de las muestras más antiguas que se conservan de escritura rúnica contienen símbolos angulosos y letras capitales y está escrito de derecha a izquierda se cree que derivaría o estaría influido por los alfabetos latino o etrusco, modificados por pueblos germanos como los godos y transmitidos hasta tierras escandinavas. Los símbolos podían representar sonidos, animales, objetos o dioses.
El alfabeto base, el llamado futhark antiguo, se empleaba en el norte de Europa desde antes del siglo VIII y estaba compuesto por 24 letras divididas en tres grupos (aettir) de 8 letras cada uno. Este es el alfabeto más representativo de los vikingos, con símbolos más angulosos y rectos y que componían el lenguaje protonórdico utilizado entre los pueblos germanos y vikingos hasta el siglo XII aproximadamente. La expansión de esta lengua por otras tierras hizo que surgieran variaciones como el futhark anglosajón (con 28 letras que representaban sonidos del inglés antiguo que el futhark antiguo no podía reproducir y 33 letras a partir del siglo X) de las islas británicas durante los años de las invasiones del norte o el futhark nórdico (reducido a 16 letras al utilizar los mismos símbolos para reproducir sonidos distintos), que perduró hasta el siglo XVI. A partir de este momento, las runas pasaron a utilizarse únicamente en inscripciones rituales y vivieron un leve resurgimiento durante el Romanticismo, movimiento que trajo de vuelta las leyendas y la gloria del pasado vikingo de estos países.
Según la Enciclopedia Britannica, se tiene constancia de más de 4000 inscripciones y manuscritos rúnicos, principalmente provenientes de Noruega, Dinamarca, Suecia, Islandia y Gran Bretaña. Dos de los ejemplos más conocidos son la Piedra de Rok (Östergötland, Suecia), una estela de 2,5 metros de altura con unas 280 inscripciones rúnicas en un lado y 450 en la parte contraria, lo que lo convierte en el texto más largo de todas las piedras rúnicas halladas en Suecia; y el Codex Runicus (también de Suecia), un documento de 202 páginas del siglo XIV en el que se recoge la ley de Escania, una provincia histórica del sur de Suecia. Se trata de uno de los pocos casos de textos rúnicos escritos en pergaminos que se hayan encontrado y su contenido es la ley provincial nórdica más antigua conservada hasta la fecha.
Runas vikingasImagen: iStock Photos.
Origen mitológico
Como ya se ha dicho, la palabra runa significa “secreto” o “misterio” y como tal lo comprendían los pueblos nórdicos, como un regalo oculto entregado a los hombres por el más grande de todos sus dioses: Odín.
Cuenta la leyenda que Odín viajó hasta las ramas de Yggdrasil, el árbol mundo, para recibir del gigante Mímir los conocimientos que él poseía y que solo aquellos que bebiesen de las fuentes de la sabiduría podrían tener. El padre de todos los dioses se arrancó un ojo y lo lanzó a las fuentes para ser digno de beber, pero el resultado que obtuvo no fue suficiente para saciar sus ansias de poder y sabiduría. En un ataque de cólera, Odín acabó siendo atrapado por las raíces de Yggdrasil y quedó ahorcado de una de sus ramas y con una herida de lanza en su costado. Allí pasó nueve noches en las que, habiendo aprendido de su error, decidió rendir su soberbia y se ofreció a sí mismo como padre de todos. Tras más de una semana allí colgado, sin comer ni beber, Odín descubrió el secreto de las runas y se apoderó de ellas para, según las versiones, hacérselas llegar a los hombres como un don divino.
La relación entre Odín y las runas está recogida en varias inscripciones rúnicas como la de la Piedra de Noleby (Suecia) del siglo VII o la Edda poética, un relato en prosa escrito por Snorri Sturluson en el siglo XIII donde se recogen las principales leyendas de la mitología nórdica y las historias de los grandes héroes vikingos.