El sexting se ha extendido con el auge de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea. En sentido amplio, consiste en compartir mensajes, fotografías o vídeos de carácter sexual a través de internet. Y, más concretamente, el envío de imágenes propias de tipo erótico o sexual.
Los expertos en psicología, educación y ciberseguridad recalcan que no hay por qué satanizar esta práctica de forma automática, siempre y cuando se efectúe entre personas adultas y de forma consentida. Las alarmas se encienden cuando la protagonizan adolescentes, e incluso preadolescentes, que son los que más se exponen a ella. Según Miriam Labrado, psicóloga de Siquia, el rango de edad se situaría, sobre todo, “entre los 10 y los 18 años, justo las etapas en las que los jóvenes están más enganchados al móvil y comienzan a explorar su sexualidad”.
José Martín Aguado, profesor y tutor de adolescentes y miembro del equipo de Empantallados.com, cita un estudio realizado en 2018 por la Universidad del País Vasco en colaboración con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), según el cual “poco más de 1 de cada 4 menores realizaron sexting, siendo esta una circunstancia estructurada en función de la edad: cuanto mayores son los chicos, más probable es que hayan recibido o envíado este tipo de mensajes”. Así, se aprecian “notables diferencias entre la franja de 11 y 12 años (12%) y la de 15 a 17 (45%)”.
Peligros a los que se exponen quienes envían imágenes íntimas
El sexting se basa, al menos en un primer momento, en el consentimiento. Las imágenes se envían a personas que cuentan con la total confianza del emisor. Por ejemplo, a modo de juego erótico. “De primeras nadie se plantea que ese contenido vaya a salir de ese círculo tan cercano”, expresa Martín Aguado. “El problema suele aparecer a posteriori, cuando la persona a quien se lo has enviado decide exponerlo por venganza, porque ya no sigue siendo tu pareja y se ha quedado resentido o quiere chantajearte exigiendo el envío de más imágenes íntimas”.
De hecho, tal y como subraya el experto, “a partir del momento en que el contenido está en la red, escapa de tu control”. De ahí que recomiende a los adolescentes “que ni siquiera se realicen esas fotos y grabaciones: tu intimidad es para ti y no para compartirla por medios tecnológicos”.
Muchos adolescentes acaban convirtiéndose en víctimas de extorsión sexual o sextorsión porque, según Labrado, “piensan que su relación no terminará”. La psicóloga comenta que otro de los principales riesgos a los que se exponen es el grooming o abuso sexual a menores a través de la red, “muy invisibilizado pero cada vez más común”. En esta modalidad, el agresor “utiliza las redes sociales para hacerse pasar por un menor y, poco a poco, ganarse la confianza del adolescente hasta llegar al envío o demanda de imágenes de contenido sexual. Una vez en su poder, el agresor puede utilizar el material para difundirlo, venderlo o extorsionar al menor”.
Perfil de los adolescentes y preadolescentes que practican el sexting
Debido a su juventud, las personas que practican sexting suelen ser “poco conscientes de los riesgos a los que se someten”, indica la psicóloga. En cuanto a la personalidad, señala dos perfiles diferenciados:
- Por un lado, jóvenes muy extrovertidos, con facilidad para confiar en los demás.
- Pero también jóvenes emocionalmente inestables y con dificultades para establecer relaciones en persona, que confían en las redes sociales para hacer amigos y desarrollar relaciones románticas o afectivo-sexuales. “Éste último perfil va a menudo ligado con la baja autoestima y, por lo tanto, una gran necesidad de aprobación por parte de sus iguales, buscada a partir del físico y de la sexualidad”, precisa Labrado. Al fin y al cabo, “la presión social a estas edades es muy potente” y resulta clave fomentar “la capacidad del adolescente de no dejarse llevar y tomar sus propias decisiones”.
Implicaciones psicológicas de esta práctica sexual
Cuando un niño o adolescente envía fotos o vídeos de contenido sexual y se hacen públicas, puede acabar siendo acosado, humillado y vejado, lo que le lleva a sentir una gran culpa y síntomas depresivos.
Dependiendo de la personalidad del afectado y de las circunstancias en las que se difundan sus imágenes íntimas, puede sufrir ansiedad, depresión e, incluso, ideaciones suicidas.
Labrado insiste en que los más jóvenes son especialmente vulnerables al sexting porque “la adolescencia es una etapa algo convulsa y es común que la autoestima se resienta y los adolescentes hagan cualquier cosa por encajar, incluso si les desagrada”.
Mensajes clave para prevenir riesgos en adolescentes
En opinión de Martín Aguado, “los padres y profesores estamos cada vez más concienciados sobre estos temas y procuramos formarnos para educar a nuestros hijos para que eviten conductas que conlleven un riesgo asociado”. Sin embargo, “lo propio de los adolescentes es que adolecen en muchas ocasiones de sentido común y son más propensos a correr riesgos innecesarios”. Por eso, considera necesario que desde el momento en que tengan móvil se les transmitan los siguientes mensajes en relación al sexting:
- Todo lo que se comparte en internet, chats o redes sociales puede ser visto por cientos de personas. “Que piensen, antes de nada, si lo que van a hacer avergonzaría a sus padres”, apunta el profesor.
- No se debe hablar con extraños por medio de chats, redes sociales o videojuegos. “El contacto con extraños da pie a que nuestros hijos sean manipulados o engañados y sean forzados a enviar fotos comprometidas”.
- Inculcarles el respeto por su cuerpo y su intimidad. Nadie tiene derecho a obligarles a hacer algo que ellos no quieren hacer.
Asimismo, tal y como apostilla Labrado, es fundamental hacer saber a los adolescentes “que no están solos”. Padres y profesores deben transmitirles “que les apoyan y que pueden contar con ellos si tienen dudas sobre su sexualidad o si tienen problemas de cualquier tipo”.
Beneficios del sexting en adultos
La psicóloga de Siquia aclara que “el sexting en sí es una práctica sexual como otra cualquiera, que no debería demonizarse”. Para los adultos que lo llevan a cabo, el envío de fotos íntimas o subidas de tono puede constituir una forma de precalentamiento antes del sexo en persona, o bien una modalidad para que las parejas que viven alejadas fortalezcan sus vínculos. Labrado recomienda adoptar ciertas precauciones para que esta práctica sea más segura:
- Asegurarse de que el receptor del contenido sea quien nosotros queremos.
- Guardar y enviar el material encriptado a través de plataformas seguras.
- No mostrar partes identificativas en las imágenes: cara, tatuajes… De este modo, en caso de difusión las consecuencias serán menos dañinas.