Con una sesión especial ofrecida por el Concejo Municipal de Mariño, el Colegio Nacional de Periodistas, seccional Nueva Esparta, culminó las actividades formales de clebración del Dia Nacional del Periodista.
La ocasión reunió a comunicadores sociales de la región, así como represnetantes de diversos sectores que acompañaron a los periodistas, como una manera de también reconocer su labor.
El acto tuvo como oradora de orden a la Magister Silvimar Campos, quien fue presentada por el también periodista y Premio regional «Batalla de Masiete» 2025, Mario Guillén, destacando los valores humanos y profesionales de su diaria compañera.
El cierre de la activdad se hizo con varios minutos de aplauso, ante las palabras contundentes del discurso de la colega Silvimar Campos, quien además de destacar el transitar del periodismo, dejó reflexiones y tareas en las que trabajar para que el periodismo siempre pueda ser una profesión al servicio de la gente y la sociedad.
Mucho me pregunté cómo comenzar este discurso dada la importancia del mismo y por la relevancia de este acto que hoy se nos ofrece en homenaje por el día del Periodista en nuestro hermoso país, Venezuela… y después de darle tantas vueltas me dije: Pues por el principio, no hay de otra… y no, no me refiero a comenzar a hablar desde cuándo o por qué celebramos este día, pues lo conocemos y lo honramos, porque para saber dónde estamos y hacia dónde vamos es preciso saber de dónde venimos. Hoy agradezco por esa parte de la historia que hizo que el 27 de junio en Venezuela se brinde homenaje a los periodistas.
Y el principio, el mío, es responder ¿por qué soy periodista? y a veces esa pregunta no tiene respuesta… simplemente, porque así lo soñé, lo anhelé, era conseguir ese preciado título que me iba a permitir estar en los medios, pero más allá de eso, tener la posibilidad de estar cerca de la gente, escucharles sus realidades y convertirlas en noticia.
A veces esas realidades nos golpean porque somos humanos, aunque a veces nos crean superhéroes, como Superman…
Al principio no fue fácil… me gradué de bachiller apenas cumpliendo los 16 y mi mamá, en paz descanse, mamá gallina, siempre me apoyó en todo, menos que me fuera de la isla a estudiar lo que tanto quería… periodismo o comunicación social… era la forma de cuidar a su muchachita, que no le pasara nada en una ciudad extraña y grande como caracas u otra donde si había la carrera… pasaron los años y con dos títulos a cuestas… logré el tercero, como dicen por ahí, a la tercera va la vencida… y con constancia y dedicación lo logré… logré ese título, con honores, cum laude.
De niña siempre escuché que el periodismo era el 4to poder , después del Ejecutivo, Legislativo y Judicial y pienso… qué responsabilidad tan grande para los hombres y mujeres que fueron, son y deberían seguir siendo guardianes de la verdad.
El término 4to poder tiene su origen en el Reino Unido del siglo XVIII, donde se refería a la prensa como una fuerza influyente junto a la nobleza, el clero y el parlamento, tamaña responsabilidad, me ratifico. En Venezuela y otros países latinoamericanos ha sido constante para destacar la importancia de la prensa en el equilibrio de poderes y la defensa de la democracia. Hoy por hoy el ejercicio del periodismo en nuestro país se ha vuelto riesgoso, pues ha existido presión, censura, cierre de medios y polarización creciente lo que nos hace reflexionar sobre la verdadera independencia y papel actual del periodismo como cuarto poder en el país. A veces sentimos temor, repito, no somos Superman.
Sin embargo seguimos, como testarudos, portando nuestras armas: cámaras, celulares, balitas, trípodes pero principalmente nuestra mayor arma el compromiso con la sociedad, con nuestro país. Porque aunque muchas cosas han evolucionado y en la calle haya mucha gente con un celular y tomen una foto o un video y lo suban a una red social, somos nosotros, los periodistas, los que estamos preparados y capacitados para ser vigilantes del poder: informando a la ciudadanía sobre acciones y decisiones de los gobernantes e instituciones. Tenemos la formación para generar opinión pública, moldeando percepciones y actitudes de la población.
Denunciando irregularidades: revelando injusticias y violación de derechos humanos y siendo servidores de la democracia, facilitando acceso a la información, promoviendo la participación ciudadana y por supuesto el debate plural.
Los periodistas somos, por esencia, generadores de cambio. Cada nota, cada reportaje, cada investigación tiene el potencial de mover conciencias, de denunciar injusticias, de impulsar la rendición de cuentas y de, en última instancia, transformar realidades.
Aunque suene a cliché somos los ojos y oídos de la ciudadanía, los que se atreven a mirar donde otros desvían la vista, los que preguntamos lo que muchos callan. Es esa búsqueda incansable de la verdad lo que nos convierte en agentes indispensables para el progreso y la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Con el paso de los años otras tantas cosas han cambiado, fundamentalmente las relacionadas con la tecnología que a muchos nos mantiene en una encrucijada sin precedentes.
Las redes sociales, la inteligencia artificial y el omnipresente teléfono celular han redefinido el panorama de la comunicación. Algunos podrían ver estos avances como una amenaza, pero para el periodista, son una oportunidad sin igual. Sin embargo, esta nueva era nos exige una adaptabilidad constante.
Y me pregunto, ¿cómo avanzar a la par de la tecnología y no morir en el intento?
Dominando la multicanalidad: ya no basta con escribir bien o hablar correctamente. Debemos ser capaces de narrar historias en formatos diversos: texto, video, audio, infografías. Nuestro teléfono celular se ha convertido en una extensión de nuestra capacidad de reportar, permitiéndonos documentar la realidad en tiempo real y desde cualquier lugar.
Discerniendo en la era de la desinformación: la proliferación de noticias falsas y la manipulación de la información son desafíos críticos. Los periodistas somos la primera línea de defensa contra la desinformación. Debemos perfeccionar nuestras habilidades de verificación de datos, de fact-checking, y de alfabetización digital para guiar a nuestra audiencia a través del ruido y hacia la verdad.
También en estos tiempos, colegas, se hace necesario mostrar la ética inquebrantable: en este entorno veloz, la ética periodística se vuelve más crucial que nunca. La inmediatez no puede sacrificar la rigurosidad. Debemos mantenernos firmes en nuestros principios de objetividad, imparcialidad y responsabilidad, priorizando siempre el impacto social de nuestras palabras.
Quizá nos da miedo pero tenemos que abrazar la inteligencia artificial como herramienta: la ia no es para reemplazarnos, sino para potenciar nuestra labor. Podemos utilizarla para analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones, o incluso para automatizar tareas repetitivas, liberándonos para concentrarnos en lo verdaderamente humano: la investigación profunda, el análisis crítico y la conexión empática con las historias.
Nuestra labor es importante porque, incluso en esta era de información instantánea, la gente sigue necesitando a alguien que interprete los hechos, que contextualice la realidad y que dé voz a las narrativas que de otro modo quedarían silenciadas. Somos los garantes de la democracia, los vigilantes del poder y los cronistas de nuestra historia.
En este camino de informar y transformar, es fundamental recordar a quién nos debemos. Nosotros, los periodistas, somos la voz de la gente, no la de los partidos políticos. Nuestra lealtad no está con ideologías, ni con grupos de poder, ni con figuras públicas. Nuestra única y verdadera lealtad es con la verdad y, por ende, con los ciudadanos a quienes servimos.
Existimos para escudriñar los hechos, para presentar todas las perspectivas y para asegurar que la información llegue sin filtros ni manipulaciones a cada hogar, a cada mente. Somos los ojos de la sociedad, velando por sus intereses y sus derechos, y esa misión es innegociable pues nos debemos a la gente, hoy y siempre.
Hoy, y lo hago en nombre de mis colegas, agradezco a quienes se tomaron un tiempo para honrar nuestra labor, para celebrar nuestra profesión…
Hoy, agradezco ser periodista, agradezco las experiencias, los tropiezos, los aciertos e incluso los malos ratos, esos también te enseñan, te abren la mente a ver que no todo lo que parece bueno es bueno y no todo lo que parece malo lo es y eso aplica a todo, a situaciones y hasta a personas.
Agradezco que, aun y cuando cada vez sean menos los medios de comunicación tradicionales, tengo la fortuna de estar en una cabina de radio y en una pantalla de televisión. Que afortunada soy de no tener un pergamino o título solo para colgarlo en la pared, porque eso es como ser un niño y tener un juguete en la caja guardado en el closet para que no se rompa.
Que afortunados somos los que día a día nos vemos en la calle, en un rueda de prensa, en una actividad, porque estamos donde queremos estar y haciendo lo que nos llena. Pero lamentablemente cada vez hay menos espacios y con ello, cada vez hay más colegas dedicados a otras labores porque no consiguen donde ejercer, nos duele ver a muchos pasando necesidades hasta de lo más básico como atención médica o sus tratamientos para diferentes dolencias. Por eso me atrevo a hacer un llamado urgente: valorar y proteger el talento periodístico venezolano.
Y en este punto, quiero hacer un llamado, una súplica a las empresas, a los medios de comunicación, a los anunciantes y al sector privado en general: contraten a periodistas profesionales. Denles cabida.
En Venezuela, muchos de nuestros colegas se enfrentan a un desempleo creciente, a la precariedad laboral y a la falta de oportunidades. Esto no solo es una tragedia personal para quienes han dedicado su vida a esta noble profesión, sino que es una pérdida incalculable para nuestra sociedad. Un país sin periodistas activos y bien empleados es un país con menos ojos que miren, menos voces que se alcen y menos historias que se cuenten.
Invertir en periodistas profesionales es invertir en la calidad de la información, en la credibilidad de los medios y, en última instancia, en la fortaleza de nuestra democracia. Son ellos quienes poseen la formación, la ética y la experiencia necesarias para navegar las complejidades de nuestro tiempo y producir un periodismo de valor
Colegas, en este día del periodista, reafirmemos nuestro compromiso con la verdad, con la ética y con la sociedad. Sigamos siendo ese motor de cambio, esa voz que resuena, esa mirada crítica que construye un futuro mejor. Y levantemos la voz para que el talento venezolano sea reconocido y valorado, para que ningún periodista se quede sin la oportunidad de ejercer la profesión que tanto aporta a nuestra nación.
Estas palabras que he compartido con ustedes han nacido de mi corazón y están llenas de gratitud por tantas cosas…
Agradezco nuevamente a esta cámara por la deferencia y por el honor que me otorgaron, es un reconocimiento que valoro y que recibo en nombre de mis colegas, porque cada distinción que un periodista recibe es una señal clara de que su esfuerzo ha sido visto, comprendido y valorado. Es la confirmación de que esas horas dedicadas a la investigación, esas entrevistas difíciles, esa persistencia en la búsqueda de la información, no han sido en vano. Es un eco que nos dice: «tu trabajo es bueno, tu sacrificio vale la pena, tu mensaje ha llegado». Es el reconocimiento que más valoramos porque conllevan un compromiso.
Lejos de ser un punto final, se convierten en un nuevo punto de partida. Nos impulsan a ser mejores, a profundizar en nuestra ética, a redoblar nuestra dedicación. Nos comprometen aún más con nuestra misión primordial: la de informar a la ciudadanía con rigor, honestidad y pasión. Porque, al final del día, nuestra verdadera recompensa es la confianza de quienes nos leen, nos escuchan y nos ven. y los reconocimientos nos recuerdan que estamos en el camino correcto para ganarnos y mantener esa confianza
Y cierro mi discurso con mis ojalá…
Ojalá que las oportunidades para ejercer el periodismo libre, crítico y responsable florezcan en cada rincón de nuestro hermoso país.
Ojalá que la tinta y el micrófono sean siempre herramientas de verdad usadas para edificar
Ojalá que tengamos la valentía de seguir buscando y creando nuestras oportunidades incluso en contextos desafiantes. Que se abran más caminos y más espacios para que los periodistas podamos desplegar nuestras alas contando las historias que merecen ser contadas con plena libertad.
Ojalá que veamos nacer y crecer nuevos medios, diversos y valientes, que amplifiquen todas las voces.
Ojalá que el valor de nuestra labor se refleje en salarios justos y en iniciativas que dignifiquen nuestra profesión y sobre todo,
Ojalá que cada palabra que escribamos, cada imagen que capturemos y cada historia que contemos nos acerque más a ese periodismo que construye a una sociedad más justa e informada.
Señoras, señores… buenos días
SilvimarCampos


