Las mujeres lo tienen más difícil que los hombres, pero la presión social sobre ellas es más grande. ¿Le suena? Calma, que solo hablamos de perder peso.
Sin embargo, según los resultados de un estudio científico internacional, realizado bajo la dirección de la Universidad de Copenhague, los varones adelgazan más rápido y pierden más kilos que las mujeres. ¿Pero qué nos habíamos perdido hasta ahora? Tras analizar los resultados de una dieta controlada a dos mil personas con obesidad, los especialistas llegaron a la conclusión de que los hombres perdían un 16 por ciento más de peso que las mujeres. Y hay más: solo el 8 por ciento de los varones dice haber quedado descontento con su dieta, frente a las decepciones generalizadas que el temita de la pérdida de peso provoca entre las féminas.
Solo recientemente se ha empezado a abrir paso en el mundo de la nutrición la idea de que mujeres y hombres, en cuanto a dietas, son completamente diferentes. Su sobrepeso está causado y favorecido por factores distintos, sus reacciones no son las mismas y se motivan para adelgazar de diversa manera.
La importancia del estrés
La nutricionista y escritora norteamericana Pamela Peeke fue una de las primeras especialistas del mundo en analizar cómo se enfrentan las mujeres a la comida y en plantear estrategias femeninas para adelgazar. Todos los días recibe en su consulta a mujeres que afirman sufrir el temido ‘efecto yoyó’, es decir, que recuperan el peso perdido con mucha facilidad tras dejar una dieta. Según la especialista, uno de los principales problemas es que las mujeres quieren conseguir resultados mejores y más rápidos y, además, viven con el estigma de querer ser perfectas. La presión social sobre su físico es mucho mayor. Mientras la tripa en los hombres está socialmente aceptada, no ocurre lo mismo en el caso de las mujeres. Resultado: muchas mujeres acaban comiendo por estrés.
«En situaciones de agobio echan mano de alimentos que activan de forma muy rápida el sistema de gratificación del cerebro», es decir, productos con mucha grasa y azúcar. Producen satisfacción inmediata, pero engordan y a largo plazo aumentan el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes.
La doctora Peeke considera que otra de las razones por las que esos planes acaban fracasando es que ellas eligen dietas muy complejas y exigentes para conseguir resultados rápidos, pero muy poco apropiadas para la vida diaria «y eso les genera todavía más estrés», añade. Por todos estos motivos, los últimos programas enfocados a la reducción del peso en mujeres apuestan por actuar en el plano psicológico: una buena estrategia pasa por reducir el nivel de estrés diario, así́ como los sentimientos negativos que genera. En definitiva: un plan sencillo que no te haga la vida todavía más complicada.
Para los hombres, el deporte tiene un papel central. Maratón, triatlón… Muchas veces consiguen motivarse con este tipo de retos. Ellas, por el contrario, necesitan más el social support, tener el apoyo de otras personas. En Premier, un estudio realizado en Estados Unidos, varios cientos de personas con kilos de más se sometieron a un programa de adelgazamiento durante 18 meses. La mayoría de las mujeres, cuanto más apoyo recibían al hacer deporte, más peso perdían. Para los hombres, en cambio, lo importante era que se creyeran capaces de cambiar sus hábitos alimentarios; si lo lograban, adelgazaban.
A los hombres también los ayuda la madre naturaleza. Ellos tienen más masa muscular y ellas más grasa. Los músculos consumen muchas más calorías que la grasa. Por eso, los hombres tienen un metabolismo entre un 3 y un 10 por ciento más alto o acelerado, consume energía más rápido. Por tanto, no es una sorpresa que adelgacen más fácilmente recibiendo la misma alimentación, según los estudios. Además, la naturaleza reparte la grasa de distinta manera. En el caso de las chicas, se concentra en las caderas y el trasero y constituye una reserva vital, por ejemplo, en los embarazos. Los hombres acumulan más en el abdomen. Esta grasa es menos sana, puesto que favorece los procesos inflamatorios del cuerpo, pero más fácil de eliminar que las de las caderas.