El llamado a la unidad y al diálogo en momentos de tensión es fundamental para el futuro de Venezuela. Ante la insistencia de actores externos y las presiones que amenazan la soberanía, la respuesta más sensata es la cohesión nacional y el rechazo a cualquier tipo de confrontación bélica.
La historia nos enseña que las divisiones internas solo benefician a aquellos que buscan desestabilizar. Hoy, más que nunca, es vital poner los intereses de la nación por encima de las diferencias políticas o ideológicas. Esto significa construir puentes de comunicación y entendimiento, no muros de resentimiento y odio.
El camino del diálogo no es una señal de debilidad, sino de fortaleza. Implica la valentía de sentarse a conversar, de escuchar a quienes piensan distinto y de buscar soluciones conjuntas para los desafíos que enfrenta el país. La unión no se logra con la imposición, sino con el consenso.
En este momento crítico, es imperativo que todos los venezolanos, dentro y fuera del país, se unan con un solo propósito: defender la paz y la soberanía de Venezuela. Evitar un conflicto armado no es solo una opción, es una obligación moral. La guerra no distingue entre adversarios políticos; sus consecuencias recaen sobre toda la población, especialmente sobre los más vulnerables.
La paz es el bien más preciado que una nación puede tener. Defendámosla con determinación y sabiduría, recordando que el futuro de Venezuela depende de la capacidad de sus hijos para unirse y resolver sus diferencias de forma pacífica y constructiva.
MarcoAntonioVillarroelFermín


