La expresión ‘dormir como un bebé’ hace referencia a la buena calidad del sueño que disfrutan los más pequeños, pero ¿qué ocurre si un bebé no duerme bien o su descanso se ve interrumpido con frecuencia? Pues parece que un déficit de sueño en la infancia tiene una poderosa influencia sobre aspectos clave del desarrollo cerebral y aumenta el riesgo de desarrollar trastornos del espectro autista (TEA).
Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del laboratorio de Graham Diering, profesor asistente de biología celular y fisiología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) , tras realizar un estudio dirigido por Sean Gay, estudiante de posgrado en el citado laboratorio.
Ya se sabía que la privación de sueño en los adultos provoca problemas de salud física y mental a largo plazo, como un sistema inmunológico debilitado, aumento de peso, depresión o un mayor riesgo de demencia, entre otros. Pero, en el caso de los niños, la pérdida de sueño puede tener consecuencias muy graves que determinen su desarrollo, según los resultados publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences.
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