Aunque los analistas de defensa y responsables políticos no le han dado importancia a la industria armamentista de Irán, y califican su programa de misiles como una baza de disuasión nuclear, pasan por alto el hecho histórico que los misiles iraníes se están utilizando activamente en combate y se ha convertido en materia de exportación y en especial hacia estado delincuentes y terroristas convirtiendose en un problema.
A medida que la guerra de Rusia contra Ucrania se acerca a su segundo año, varios medios de comunicación han informado que Moscú está considerando dos sistemas de misiles iraníes en particular como soluciones a su escasez de misiles: el Fateh-110 y el Zolfaghar. Las principales razones para adquirir estos misiles son la disponibilidad, el coste y la capacidad de supervivencia.
Irán, que podría recibir a cambio tecnología militar crítica (por ejemplo, el Su-35), se ha mostrado más que generoso a la hora de suministrar a Rusia los sistemas de armamento que necesita en Ucrania.
Los costes unitarios de los misiles iraníes son muy inferiores a los de los misiles de crucero rusos Kalibr. Además, este último se ha vuelto vulnerable a sistemas avanzados de defensa antiaérea como el Sistema Nacional Avanzado de Misiles Superficie-Aire, o NASAMS, e incluso los Sistemas Portátiles de Defensa Antiaérea (MANPADS) en algunas ocasiones, lo que ha empujado al Kremlin a buscar alternativas.
En lo que respecta al programa de misiles balísticos estratégicos de Irán, muchos analistas de defensa y responsables políticos de Occidente llevan años atascados en una falacia militar. Argumentando que el programa de misiles de Teherán es más bien una baza de disuasión nuclear, estos profesionales pasan por alto el hecho histórico que los misiles iraníes se han utilizado activamente en combate.
La guerra Irán-Irak de la década de 1980 marcó los primeros ataques de Teherán fuera del territorio iraní. Otro ejemplo destacado se produjo en 2017, cuando Teherán lanzó un ataque con misiles de medio alcance contra posiciones del Estado Islámico en la región oriental siria de Deir ez-Zor.
El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) también ha transferido sistemas de misiles balísticos iraníes a grupos proxy aliados en todo Oriente Medio, como los hutíes en Yemen y Hezbolá en Líbano.
Además de armar a sus grupos proxy, Irán también ha estado compartiendo su tecnología de misiles con Estados delincuentes, incluida Corea del Norte, desde la década de 1980. Esta historia demuestra que los misiles balísticos de Teherán no están diseñados únicamente para provocar temor en los países árabes del Golfo Pérsico e Israel. Por el contrario, deben utilizarse de forma oportunista en regiones conflictivas de todo el mundo.
Entre estas regiones, los misiles balísticos iraníes podrían utilizarse efectivamente en el campo de batalla ucraniano en las próximas semanas, ya que Moscú está buscando misiles adicionales, como el misil Fateh-110 de Irán, para contrarrestar las mayores capacidades de defensa antiaérea de Ucrania.
Los misiles iraníes de esta categoría tienen un alcance mucho menor, de 300 a 700 kilómetros (km), que algunas de las municiones de merodeo que Teherán ya ha enviado a Moscú. Sin embargo, debido a la velocidad y a la gran carga de combate de estos misiles, siguen representando un gran desafío para los sistemas de defensa antiaérea de Ucrania.
Los derivados del Fateh-110 de propulsante sólido también tienen un tiempo de lanzamiento mucho más corto, lo que significa ataques más frecuentes en un plazo más corto, poniendo a los interceptores ucranianos bajo una gran presión. Estos misiles son móviles por carretera, lo que proporciona una mayor flexibilidad y la capacidad de evitar el fuego de contrabatería.
Cabe destacar que, en términos de diseño, los misiles Fateh-110 y derivados siguen una trayectoria inclinada, casi balística, lo que supone un reto para los sistemas de defensa antiaérea. Por lo tanto, el tamaño de la ojiva, la dificultad de interceptación por parte de las defensas aéreas contrarias y la trayectoria que siguen estos misiles suponen amenazas bastante diferentes de las que plantean los misiles de crucero rusos y las municiones de merodeo iraníes.
La inteligencia de fuentes abiertas sugiere que, en la actualidad, los paquetes de ayuda militar que Teherán ha enviado a Moscú no incluyen misiles, pero existen borradores de acuerdos para tales transferencias. Sin embargo, lo más probable es que estas conversaciones no se materialicen hasta el otoño de 2023, ya que actualmente Irán sigue sometido a las restricciones que le impone la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por la que se autoriza el Plan de Acción Integral Conjunto.
El documento incluye una cláusula clave que restringe la exportación de misiles y aviones no tripulados iraníes con un alcance superior a 300 km. Sin embargo, esta restricción se levantará en octubre de 2023, cuando expire la cláusula.
Después de eso, liberado de la restricción impuesta por la ONU, Irán podría enviar a Rusia algunos de sus sistemas de misiles más sofisticados, como el derivado Fateh-110 y el Zolfaghar, de 700 km de alcance. Irán ya ha estado enviando mensajes amenazadores a Occidente y no rehuiría compartir sus sistemas de misiles con Rusia, especialmente en circunstancias tan relajadas.
Notiespartano/NoticiasdeIran