Las 500 Millas de Indianápolis, está repleta de tradiciones y una de ellas es que el ganador del evento beber leche.
Cómo comenzó todo
El piloto Louis Meyer fue el artífice de iniciar con esta sagrada tradición después de su segunda victoria en la Indy 500 en 1933. Bebió un sorbo de un vaso de leche y dijo que su madre le había dicho que un trago de este líquido era lo mejor para calmar la sed de un día caluroso.
Después de su tercer triunfo en 1936, Meyer tomó un trago de leche directamente de la botella y un fotógrafo capturó el momento, convirtiéndolo en una de las tradiciones que todos los pilotos sueñan con hacer.
Sin embargo, no fue hasta 1956 cuando esto se afianzó definitivamente. En la actualidad, todos los participantes de la Indy 500 son encuestados antes de la carrera sobre su preferencia, y pueden elegir entre leche entera, semidesnatada y desnatada.
Otras tradiciones
Otra de las características de la carrera es que no existe un podio para los tres primeros, sino que solo se realiza un gran homenaje al ganador, a quien se le entrega una corona de flores y laureles como en los inicios del automovilismo, acompañado de la celebración con la leche que sustituye al champán.
Además, hay una persona denominada «Veteran Milk Man», quien es la encargada de cuidar las 33 botellas con la elección de cada piloto, que además llegan custodiadas por un escuadrón de la policía al Indianapolis Motor Speedway.
Asimismo, el ganador también puede conservar la botella de su elección como trofeo, la cual está grabada con la edición de ese año y su nombre. Es el trofeo más antiguo en el deporte del motor, incluso Louis Mayer (el primero en recibirlo) lo comparó con la medalla Olímpica. Junto con el Trofeo Borg Warner el ganador recibe un cheque de una cantidad no muy corriente. Emerson Fittipaldi fue el primero en superar la barrera del millón de dólares en 1989. Scott Dixon, en 2008, se embolsó 2.988.055 dólares.
En esta centenaria carrera tampoco se entrega un trofeo, ya que es único, sino que al ganador se le da un anillo de campeón grabado con incrustaciones de piedras preciosas con la información del evento y una réplica pequeña del trofeo, además la cara del vencedor es grabada en la copa de tamaño natural (1,5 metros) días después para que sea recordado en la historia.
Fittipaldi y el zumo de naranja
En 1993, sólo hubo un asterisco en la historia y hasta la fecha el único caso, el piloto Emerson Fittipaldi quiso romper con la tradición y se le ocurrió intentar cambiar la leche por zumo de naranja, bebida que casualmente producía una de sus empresas. tras eso, inmediatamente se le entregó la leche y tuvo que beberla, osadía que fue muy criticada por los aficionados.