Siendo francos, debemos decir, porque es la pura verdad, que la obra de Morel Rodríguez Ávila, como gobernador de Nueva Esparta, ha sido tan evidente, no solo en materia de servicios públicos, sino de la recuperación lograda, social y económicamente hablando, del pueblo insular. Esa es una realidad imbatible que para ayer, en democracia, y hoy, en tiempos de crisis, resulta extraordinaria; y así lo reconocen los de aquí, los que siendo de otras partes viven en la isla y el resto de venezolanos de tierra firme que han deseado tener entre quienes los han gobernado en las dos décadas y media de revolución a un gerente como Morel al frente de sus destinos.
Nadie puede negar lo que es tan cierto: el esfuerzo, perseverancia, inteligencia, don de mando y dedicación por entero de este líder político; formidable estadista, que siempre ha manifestado y probado con creces hacia su tierra y la gran familia neoespartana.
En veinte años y siete meses de gobierno, la primera vez designado gobernador por el presidente Jaime Lusinchi (cuando el pueblo no elegía a sus mandatarios regionales) y las cinco restantes por aplastante mayoría de votos que le dieron los insulares, Morel cumplió una a una sus ofertas, pueblo a pueblo, en los once municipios que componen a Coche, Cubagua y Margarita. La obra de gobierno fue creciendo en realidades que, a la fecha, todas se mantienen porque tuvo muy buenos cimientos.
Es lo que resume, en pocas palabras, los variados planes de gobierno que adelantó en sus administraciones, ordenadas y desarrolladas bajo una planificación responsable y a futuro; cumpliendo todas las normas de ejecución y de financiamiento en estricto apego presupuestario y en atildado manejo donde privó siempre la honradez. De cada gestión, nadie lo duda, quedaron cuentas bien claras. De ellas nadie duda.
Asimismo, su trato con la gente siempre tuvo manifestaciones de respeto, de amistad, de entendimiento. Las puertas del despacho, abiertas; la sala, repleta de gente; confundidos empresarios con pescadores y campesinos, dirigentes de comunidades, líderes sindicales, en fin, con personalidades nacionales y extranjeras. La mano extendida, la sonrisa abierta, la palabra clara, el gesto amistoso, el don de gente por delante y para todos.
Muchos de sus adversarios, los de su generación especialmente y del tiempo actual también, lo saben líder como pocos y nadie niega su posición de primacía bien ganada en la historia política regional contemporánea.
La suya es una posición ganada a pulso, desde sus inicios como concejal en Coche, cuando la isla estaba bajo la jurisdicción de la Municipalidad de Mariño, al pasado 24 de mayo en que, la realidad así lo indica, ganó la reelección que le fue escamoteada. Más de dos décadas de dedicación, innegable a Nueva Esparta y la realización de una tarea de futuro cumplida en cada uno de sus períodos así lo indican. Pues, Morel, planificador y responsable administrador trabajó en base a planes y programas que respondían a necesidades y urgencias, sin dejar de pensar en lo necesario para el mañana.
De lo arriba citado, recordemos los siguientes ejemplos: Morel construyó 107 escuelas, incluyendo los programas de becas para escolares, liceístas y universitarios, con asistencia médica gratuita. Igualmente, dos de los caminos que Morel le abriría a la educación de nuestros muchachos: uno, favoreciendo a los jóvenes que, viviendo en Coche, pero estudiando en la UDO, se ven obligados a realizar diariamente la travesía de ida y vuelta hacia la Universidad ubicada en Margarita.
La solución encontrada fue la realización en San Pedro de un Módulo de ese Centro de Estudios Superiores. Que no aceptó el gobierno de Chávez ni el de Maduro, convirtiendo la sede construida en un simple escenario para asambleas politiqueras del oficialismo en esa isla. Y, dos, como tampoco aceptaron dar el permiso para la instalación en La Asunción de una Extensión en la cual funcionarían dos Facultades de la UCAB. Por respuesta, desde Miraflores partió el permiso, pero prefiriendo dedicar el terreno a la producción de hortalizas y no de Educación.
El «Efecto Morel», que así denominó el pueblo la tarea llevada a cabo como gobernador, define muy bien la gran obra de gobierno cumplida. Además de preservar la paz laboral y social y lograr el buen entendimiento entre los partidos políticos, sobre el encuentro de voluntades que favorecieran el crecimiento de Nueva Esparta, es bueno recordar que en todo momento su accionar fue el de buscar y concretar el diálogo.
Y así sucedió. Con el gobierno de Chávez la relación fue cordial. El ex presidente lo felicitó en varias ocasiones por su diligencia exitosa como gobernador. Incluso lo señaló como el mejor ejemplo a seguir, recomendándoles a sus mandatarios regionales sino a superarlo, porque era imposible, sí a tratar de imitarlo. Y el presidente Maduro tuvo de su parte palabras de elogio calificándolo de un hombre serio, responsable y buen líder.
El comportamiento de Morel con ambos Jefes de Estado fue respetuoso, dentro del apretado marco de las relaciones políticas y constitucionales, que no significaron para nada genuflexión alguna. Se impuso un trato de estricto apego a las leyes y así lo entendió y entiende el pueblo insular. Morel, demócrata a carta cabal, cumplió a todo evento con lo que ha signado siempre su vida: servir y no ser servido. Y ese compromiso, ese empeñar su palabra, una vez más el pueblo sabe que fue honrado, sin otras ataduras distintas a las que lo adhieren a los margariteños y cochenses.
AngelCiroGuerrero


