Frente a la fría realidad estadística que desnuda la crisis del sistema educativo nacional -caracterizada por la desmotivación escolar y la falta de acompañamiento pedagógico en el hogar-, Morel Rodríguez Ávila hizo valer su condición de «viejo educador». Lejos de quedarse en el lamento, asumió como misión imperante desafiar este escenario con acciones concretas y tangibles.
En su ejercicio 2022-2025, la prioridad fue recuperar lo perdido. Morel emprendió la rehabilitación de 17 escuelas y 87 aulas telemáticas, rescatando así una infraestructura educativa que, tras haber sido construida en sus gestiones anteriores, fue condenada al abandono por la desidia de sus predecesores.
Pero la visión de Morel entiende que la escuela no es solo el edificio; es, ante todo, sus maestros. Por ello, se enfocó en la dignificación del magisterio. Puso orden en la casa anulando ingresos irregulares y apostó a la excelencia mediante convenios de mejoramiento con las máximas casas de estudio del país (UCV, UPEL, Unimar, entre otras).
Haciendo justicia social, retomó procesos olvidados desde 2014: reclasificó a cientos de docentes reconociendo sus méritos académicos, otorgó la titularidad a personal contratado con años de servicio y honró deudas de prestaciones sociales acumuladas injustamente.
Su huella en la educación superior también es imborrable. Desde la construcción de edificios clave para la UDO en Margarita, hasta la histórica entrega de módulos universitarios en la Isla de Coche —evitando que los jóvenes cochenses tuvieran que cruzar el mar diariamente para estudiar—, Morel ha demostrado que gobernar es educar.
Todo este esfuerzo se corona con el emblemático «Plan de Becas Jesús Manuel Subero», reconocido por todos como el hermano menor, pero igualmente grandioso, del Plan Gran Mariscal de Ayacucho. Una prueba más de que, frente al centralismo, la respuesta de Morel siempre ha sido más educación y más futuro para Nueva Esparta.
AngelCiroGuerrero


