A raíz del descubrimiento de las perlas en el fondo del mar de Cubagua se desató la ambición y la codicia no solo de la Corona Española que ordenó la toma completa de estos espacios y abrió las compuertas de la legalidad, sino la Real Audiencia de Santo Domingo que nombró autoridades entre ellos alcaldes, escribanos y oficiales.
Cubagua fue una isla azotada por piratas, corsarios y bucaneros de Francia y de distintas partes de Europa que encontraron en esta tierra de gracia una riqueza perlífera que no habían conseguido en ninguno de los mares del mundo.
Por eso se desató la fiebre por las perlas y de esa manera se convierte la isla en una especie de Dorado y empieza a operar un festival de extracción en una porción de tierra convertida en una Ínsula Barataria con jefes y capataces que tenían bajo su mando a indios y esclavos.
Un reparto de botín perlero entre los jeques que controlaban los esclavos e indios y que los sometían a las peores tragedias laborales al condenarlos a estar casi todo el día bajo el agua con descansos mínimos que terminaban con los pulmones de sus vasallos a quienes sometían a un trabajo forzado de extraer perlas o morir.
Para 1527 la Ciudad de Nueva Cádiz recibe los beneficios de Ciudad de la Corona Española con un Escudo de Armas que le permitía nombrar autoridades y tener beneficios del poder español que conociendo de fondo el desorden que estaba ocurriendo en Cubagua por la codicia enfermiza de los extractores de perlas, dio ese reconocimiento y envió oficiales para tratar de evitar una catástrofe humana al condenar a la muerte a esclavos e indios.
Ante esa realidad entra Nueva Cádiz a los registros de la historia al decretarse como uno de los tres espacios de Sudamérica que se convirtió en Ciudad.
Vino la Corona Española a adueñarse del territorio cubaguense para proteger su riqueza a favor de los españoles y no les importó mucho la eliminación de seres vivos porque los oficiales no tuvieron la capacidad para frenar este saqueo que se cometió por largo rato y condenó a Cubagua a quedar con su fondo de mar sin una sola perla porque los bandidos sin alma sacaron hasta las piedras de lo más profundo hasta que se acabó la riqueza marina.
Las perlas se convirtieron en el tesoro más codiciado por los corsarios del mundo que llegaban en barcos y goletas a arrasar con la Cubagua que encantó al mundo con el brillo de sus perlas. La intervención de la Corona Española llegó tarde cuando instalaron una administración política-administrativa para ejercer el control no solo de la explotación perlífera sino de apoderarse de todo el territorio.
Cuando a mediados de 1527 le da la Corona Española el título de Ciudad ya el daño estaba hecho porque esa especie de Ciudad fantasma a la que solo la veían por sus perlas y no por la nobleza de sus habitantes empezó a concentrar maldad y odios entre unos bandidos que llegaban por mar a intentar saquear las riquezas naturales de la isla de las perlas. Por esa razón ocurrieron varios intentos de saqueos liderados por filibusteros franceses.
La condena por parte de la divinidad devino en castigo por la masacre contra miles de almas nobles que eran obligados a morir asfixiados por los esfuerzos colosales a que los sometían los negreros que con látigo en mano imponían la ley del más fuerte en una de las tragedias más grandes cometidas ante los ojos del mundo.
Sabían en la Corona Española y en La Real Audiencia de Santo Domingo lo que estaba ocurriendo en Cubagua desde 1499 cuando llegaron los primeros piratas a las costas de Cubagua. Esta isla fue una de las ciudades más antiguas de Sudamérica y la primera Ciudad de Venezuela. Aquí lo importante era el tesoro perlífero y por eso nombrar autoridades administrativas a destiempo fue solo un paliativo para imponer su principio de autoridad.
El maremoto o terremoto que sacudió a Cubagua aquel fatídico 25 de diciembre de 1541 pareciera una fecha elegida por la divinidad para poner fin a ese centro de la codicia y la ambición que condujo a la masacre más grande la historia de Venezuela y donde los europeos participaron activamente contra la humanidad y los principios de la valoración humana.
Estuvimos siempre marcados por el poder de la Corona Española que durante la época de la Independencia con Pablo Morillo a la cabeza destruyó parte de Margarita y fue el causante de tantas muertes en nuestra tierra.
Eso no se puede olvidar en la historia y aunque vengan los españoles con actos de diplomacia el daño causado por sus ejércitos está resguardado en la historia de Venezuela. Y en Cubagua ocurrió algo similar porque la muerte de nuestros aborígenes y los esclavos fue también parte de las jugadas de la Corona Española y de Real Audiencia de Santo Domingo que cubrieron de leyes un territorio que había sido saqueado por piratas venidos de allende los mares y que tanto le hicieron a nuestra amada tierra.
Ahora llama poderosamente la atención el fenómeno natural llámese maremoto, terremoto o tsunami que ocurrió ese 25 de diciembre de 1541 que fue una destrucción total para Cubagua y que pareciera un mandato de la divinidad contra la codicia de asesinos sin alma que instalaron carpas como un circo para dirigir desde esos espacios la extracción de las perlas.
La Ciudad de la prosperidad perlera se hundió bajo tierra como una especie de profecía que cayó sobre los corsarios que con trato inhumano destruyeron a almas nobles y puras cuyo principal error fue nacer en una tierra conquistada por los españoles.
Eso conduce a muchos estudiosos de la historia y del análisis sociológico a interpretar “la maldición de Cubagua” desde el maremoto como un castigo divino que borró de la faz de la tierra a tanto pirata español o francés que le hizo daño a la humanidad.
Otros sostienen que ese espasmo de la naturaleza fue consecuencia de algún tropezón de las placas tectónicas o un sacudón de la tierra, pero la ira de los dioses contra tanta perversidad humana cobra mucha fuerza cuando se revisa la historia real de lo que aconteció en Cubagua desde 1499 cuando arribaron a estas tierras Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Cristóbal Guerra y que dejaron huellas negras y profundas para la destrucción de la primera Ciudad de Venezuela.
Por eso a los 495 años de haberse concedido el título de Ciudad a Nueva Cádiz por el Rey Carlos V que mejor homenaje a Cubagua que las palabras del Maestro Jesús Manuel Subero “Es de recordar que tan pronto Europa supo de las riquezas perlíferas de Cubagua por una gran cantidad llevadas por Cristóbal Guerra, Pedro Alonso Niño y Alonso de Ojeda vinieron a estas tierras oleadas sucesivas de marinos, mercaderes y aventureros de toda laya que se lanzaron a la conquista americana”.
Encíclica/ManuelAvila